21. Distraída

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Narra Dimitri.

Aquel día había llevado a Francia al cine, luego a un restaurante y finalmente a su casa, no tuvimos mucho tiempo para estar juntos.

Y durante todo el tiempo, pude notar una actitud extraña en ella, parecía estar pensativa, perdida en algún lugar en su mente.

Cómo siempre, en todo momento se portó con gran gentileza, amabilidad y ternura; hace mucho que admiro su paciencia y manera de tratar a las personas, pero eso no quitaba el hecho de que algo le bajaba los ánimos.
No pregunté por respeto, probablemente se trataba sobre asuntos que no eran de mi incumbencia, además de que, yo también tenía una idea que me apartaba de la realidad.

Quizá fue apresurado, en un momento inoportuno o incluso hasta algo infantil; pero tenía tantas ansias de presentar a Fran como mi pareja, como a una novia mientras el destino no me aseguraba un matrimonio.

Había decidido hacerlo ese día, quería declararle mi amor y la idea de si sería correspondido o no me volvía loco, necesitaba una respuesta y pronto.

Entramos a su casa y dejé los chocolates que le compré en un pequeño buró.

—¿Deseas algo de cenar? —preguntó mientras miraba el reloj—, son las ocho, podría prepararte algo si quieres.

—Estoy bien, gracias —respondí, tenía un poco de hambre pero no deseaba causar molestias.

Me acerqué a ella y la abracé por la espalda, y posando mi rostro sobre su hombro, le susurré:
—Necesito decirte algo —mis palabras salieron con gran nerviosismo y provocaron un vacío en mi estómago.

—Claro, dime —respondió.

—Puede ser un poco infantil, ¿De acuerdo? —sonreí—, solo no te rías y tómalo muy enserio.

Rió.
—Pues dime de una vez…

La apreté un poco más con mis brazos, estaba seguro de que había un sonrojo en mi cara.
—Yo… bueno —mis palabras salían de mi boca con gran trabajo, llevándome a tartamudear un par de veces—. Espero que no sea mal momento para ésto —continué—, ojalá y no sea apresurado de mi parte…

Hice una pausa para tomar aire, sentía un pequeño hormigueo en el estómago, parecía que tenía los nervios de punta.

—Quería preguntarte si podíamos formalizar una relación —finalmente lo solté—. Francia —me separé de ella y le tomé el rostro de la barbilla para hacer que me mirara—, no sabes cuánto amo pasar tiempo contigo, te admiro demasiado y te he tomado mucho cariño —suspiré—. Estoy tan enamorado de ti que ya ni siquiera puedo dormir por pensarte; por favor, dame la oportunidad de ser tu pareja, prometo que lo nuestro funcionará…

Se sonrojó, y mucho.
Cuando me di cuenta, ella estaba temblando un poco, no me dio una respuesta inmediata, creo que lo estaba pensando.

La abracé de nuevo y ella posó su cabeza en mi pecho.
—Está bien si dices que no —le dije, no quería orillarla a nada.

—Sí… —finalmente susurró aquella respuesta—, a mi también me gusta pasar tiempo contigo y también te tengo mucho cariño, podemos formalizar ésto…

Sentí un vacío en el estómago y gran sentimiento de alegría llenó mi interior.
Sí, era real, Francia había aceptado ser mi pareja.

La miré a los ojos, seguía sonrojada pero no me aguanté las ganas de besarla, un beso que poco a poco correspondió.

Pero algo seguía mal, luego del beso se aferró de nuevo a mí y apartó la mirada pensativa.
Algo no la dejaba tranquila.
—¿Qué sucede cariño? —le pregunté sintiéndome con derecho de llamarla así—. Todo el día estuviste distraída, ¿Pasó algo?

Suspiró.
—¿Recuerdas que hoy fue mi entrevista de trabajo? —me dijo, yo asentí con la cabeza—, el presidente de la compañía es mi exesposo y me incómoda un poco tener que trabajar con él.

—Podemos pedir una renuncia si es que quieres —propuse, no me gustó saber que el otro trabaja allí.

—No —negó rápidamente—. No es necesario, quiero aprender a dejarlo ir sin rencores y convivir con él podría ayudarme a eso.

Me quedé en silencio, ciertamente no quería ver al tipo cerca de mi Francia, me daba mala espina y hasta un poco de celos; pero tampoco quería manipular la vida de ella, si esa era su decisión yo la iba a respetar.

—De acuerdo —dije con seriedad—, pero si te molesta o hay un problema, solo dilo, ¿Sí?

—Sí —sonrió—, te quiero Dim —y me besó en la mejilla.

No pude evitar sonrojarme, esa noche había sido magnífica en todos sentidos.
Francia había aceptado ser mi novia e incluso me regaló un beso suyo, pero el que me confesara que su exesposo sería su jefe, me había dejado con varios pensamientos en la cabeza, con una inquietud.

No es que no confiara en Fran, sino simplemente que no quería que estuviera con su exmarido, no me agradaba la idea.

No quería que la hiciera sufrir de nuevo…

Otra oportunidad (Countryhumans • Francia • UK)Where stories live. Discover now