14. Papeles

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Narra UK.

Estacioné el auto estando afuera de la casa de Francia. Sí, desde ese momento ya consideraba que era solo de ella, le había dicho que se la dejaría y cumpliré con ello.

Bajé del carro y me dirigí a la puerta para luego tocar el timbre. No recibí respuesta en unos minutos, asumí que no me había escuchado y volví a tocar.

Ya había pasado un buen rato y nadie atendía la puerta, supuse que había salido o algo parecido y pensé en llamarle. Pero no, decidí no hacerlo, sería incómodo después de todo lo que ha pasado, además, ya cambié mi número de teléfono quizá no me responda.

Me senté frente a la puerta a esperar si en algún momento llegaba o algo así. Miré el reloj, eran alrededor de las 12:30 a.m.

Estuve unos quince minutos más allí cuando un auto negro, bastante bonito a decir verdad, se estacionó cerca de la acera frente a la casa. Me sorprendió ver qué Francia bajó de aquel auto, que yo supiera, ella no tenía amistades con las cuales se llevara así de bien.

A decir verdad, no me agradaba la idea de que un hombre que no conozco la haya traído hasta la casa.

Me levanté de dónde estaba y me encaminé a ella para encontrarla, se veía feliz, supongo porque han pasado varias semanas que no nos vemos.

El auto se fue y por fin tuve toda su atención.
—Francia —la saludé de mano para evadir sus ansias de abrazarme—, tenemos que hablar.

—Por supuesto —respondió ella—, pero en casa no —aclaró—. Está toda desordenada, no sabía que vendrías, mejor vallamos a caminar un poco, ¿te parece?

Accedí asintiendo con la cabeza.
—Claro, pero tengo algo que darte —le dije—, espera.

Fui rápidamente al auto y saqué de allí un portafolio, me dirigí de nuevo a ella y comencé a avanzar por la banqueta, ella me siguió de inmediato entendiendo que la caminata ya había comenzado.

Los primeros minutos fueron algo incómodos por el silencio, pero luego de un rato comencé a hacer plática.
—Toqué el timbre varias veces, pero luego me dí cuenta de que no estabas.

—Oh, sí —respondió de inmediato—. Yo, tenía algunas cosas que hacer con un amigo, además, tuve una cita médica.

—Ya veo, pensé en llamarte pero cambié de número y supuse que no me responderías.

—Entiendo.

Ambos nos quedamos callados otros minutos más. Me sentía incómodo, algo raro en mi ya que soy una persona con mucha confianza en mi mismo.

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Narra Francia.

Aún seguía shock, no podía decir nada.
Nunca pensé que UK me buscaría de nuevo, y aunque me dio curiosidad lo que traía en las manos no dije nada, estaba feliz por la sorpresa.

Caminamos un par de calles más entre el bonito vecindario. Charlamos un poco pero solo fueron un par de palabras cruzadas.

De la nada, él se detuvo.
—Sentemonos aquí —dijo mientras se sentaba en la banca de la parada de autobús.

—Claro… —fue la única palabra que logré sacar de mis labios.

Me apresuré a sentarme a su lado, el día era soleado pero no tan caluroso así que no me quejé de nada.

—No quiero incomodar —UK inició la conversación, yo sólo la miré atenta—, pero ¿Quién era el tipo del auto negro? —sonrió nervioso y sentí un pequeño vacío en el estómago…, hacía tanto que no lo veía así, sonriente.

Me sonrojé inevitablemente, pero traté de controlarme, lo cual no sirvió de mucho.
—Oh, sí —dije—, es un amigo, hace un par de semanas que lo conocí.

Apartó la mirada y la bajó al suelo.
—Ya veo —soltó casi en un susurro— ¿Tan poco tiempo y ya hasta subiste a su auto? —eso lo alcancé a escuchar.

No lo entendí, no entendí porque hizo ese comentario. ¿Era una ofensa o broma? De una o de otra, decidí actuar con normalidad, no quería hacerme la ofendida ni mucho menos.

—Solo fuimos de compras y me trajo a casa, no es como que sea algo malo —insinué a lo bajo, también lo hice por defender a Dim, él no es un mal tipo y no quiero que Reino Unido ande malinterpretando las cosas.

—¿Compras eh? —reiteró a la vez que volvió a sonreír, ahí me di cuenta de que era un tema para bromear, o al menos eso pensé—. No ví que trajeras algo contigo.

—Compramos la despensa de su casa–

—¡¿Ya fuiste a su casa?! —cuestionó sorprendido cuando me interrumpió.

De nuevo, no entendí porque reaccionó así, la sonrisa en su rostro se había borrado y ahora me miraba entre seriedad y sorpresa.

—No —negué con la cabeza, el ambiente se había tornado un poco incómodo—. Lo único que hicimos fue ir al supermercado y tomar un café, le dije que tenía cosas que hacer y me trajo a casa–

—Entonces, ¿ya te había invitado a su casa? —de nuevo interrumpió, su actitud está un poco extraña hoy.

—Bueno, lo que pasa es que él ya ha venido y quería que conociera su–

—¡¿Ya lo metiste a la casa?! —eso de que me interrumpiera ya comenzaba a molestarme— ¡¿Y no me lo dijiste?! —ahora me miraba con desaprobación, ¿qué era lo que le molestaba?

—Es mi amigo, ¿de acuerdo? —dije casi exclamando—, además, ¿a ti qué te importa? —solté sin pensar, me arrepentí de inmediato, su actitud me estaba molestando y actúe por impulso.

No supe que más decir y al parecer él tampoco.

Ambos nos quedamos en silencio hasta que ví la oportunidad de iniciar intercambio de palabras.
—¿Qué me querías decir? —pregunté.

—Bueno… —suspiró y jaló el maletín para ponerlo en sus piernas, aunque pasó algo extraño, se detuvo antes de que lo abriera. Y se quedó mirando a la nada unos segundos, como si estuviera pensando.

Finalmente hizo un movimiento y continuó abriendo el portafolio. Sacó cuidadosamente los papeles que tenía dentro y me los entregó sin darme la cara.

Seguí la corriente y tomé lo que parecía ser un documento de varias hojas. Lo tuve entre mis manos y lo visualicé con atención.

El título lo decía todo, mis ánimos y poca estabilidad emocional desaparecieron en cuanto miré las primeras palabras remarcadas en negro.

“Acta de divorcio”

No leí más, no me interesaba saber más de ello.
Simplemente dije:
—No —y negué con la cabeza varias veces—, por favor, no…

No me di cuenta de en qué momento comencé a llorar.
Le dirigí la mirada, mi voz ya comenzaba a quebrantarse y un nudo lastimaba mi garganta, por su parte, él evitaba verme a la cara.

—Es lo mejor para ambos… —dijo suspirando en un susurro— y eso lo sabes.

Volví a negar.
—Podemos salvar esto, yo… aún tengo sentimientos hacia ti —me costaba hablar, pero hacía todo mi esfuerzo por decir lo que pensaba.

—No Francia —ahora fue él quién negó—, no vamos a intentar nada.

Rompí los papeles sin pensar.
No quería, me negaba a pensar en dejar al hombre que me acompañó toda la vida.

—Esas son solo copias —dijo—, eran para que vieras las clausulas que dejé para ti, pero creo que ya no te serán útiles.

No dije nada, sólo agaché la mirada.
Me sentía tan impotente en ese momento, estaba por perder lo que siempre he amado…

—Te dejaré sóla —se levantó de la banca—, nos vemos el día del juzgado, te avisaré cuando…

Y se fue, me quedé sola en la para del bus.

Sola…

Otra oportunidad (Countryhumans • Francia • UK)Where stories live. Discover now