27. Malas vibras

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Narra Francia.

Estaba en mi oficina cuando el secretario que se me asignó me llamó al teléfono fijo.

Presioné el altavoz y continué con un par de deberes que le habían llegado a Dim.

—Señorita Francia —habló Carlos.

—Dime.

—Su representante la busca, ¿Lo dejo pasar?

Sonreí, no había podido verlo durante toda la semana.
—Por favor —respondí y rápidamente colgó.

Al cabo de unos segundos alguien tocó la puerta.
—Adelante.

Cuando abrió la puerta pude verlo, Dimitri venía con un ramo de rosas, parecía verse un poco cansado pero se mantenía sonriente.

—Hola Fran, te traje unas rosas —me dijo y se acercó para darme un beso, obviamente correspondí— ¿Estás ocupada?

—Gracias Dim —respondí al tomar el ramo—, tengo un poco de trabajo, me faltan por llenar unos papeles pero pueden esperar, ¿Querías hacer algo?

—Sí, quería invitarte a almorzar, aunque si estás ocupada podemos posponerlo.

—No, no te preocupes —negué—, vamos a comer algo, solo pasemos a casa a dejar esto, ¿Sí?

Accedió fácilmente y salimos del edificio, me llevó en su auto hasta casa y luego entramos.

—¿Podrías ponerlas en agua? —le pregunté refiriéndome a las rosas—. Quiero aprovechar para cambiarme de ropa, creo que estoy muy formal como para una salida.

—Por supuesto —respondió—, tomate tu tiempo.

Sonreí y subí las escaleras, estaba vestida con un traje formal, no quería verme anticuada para una cita.

Narra Dimitri.

Con las rosas en mano, me dirigí a la cocina para buscar algún vaso o florero para ponerlas, pero al entrar me topé con algo que me pareció curioso.

Tulipanes rojos estaban en un florero sobre la mesa. No dudo que algún hombre se los haya dado, Francia es una mujer realmente atractiva en todos los sentidos, probablemente llamó la atención de alguien.

Debo aceptar algo dentro de mí sentí enojo, algo así como celos, aunque pienso que es normal ya que es mi pareja.

Lo que más me hizo sentir malas vibras fue el significado de aquellas flores; normalmente, los tulipanes rojos son símbolos de amor y hasta declaraciones de amor. Quién se las haya dado, le quería entregar un mensaje muy directo a mi Fran.

Aunque no tenía por qué desconfiar, ¿Cierto? Seguramente todo tenía una explicación.

Traté de ignorar el hecho de que aquello me había molestado y pasé de largo para buscar otro florero. En cuanto lo encontré, lo puse en la mesa con las rosas y un poco de agua.

—Estoy lista —escuché decir a mi francesa en el marco de la puerta.

Volteé la mirada, ella tenía puesto un vestido ajustado color rosa claro, el vestido dejaba ver sus hermosas piernas hasta poco más de las rodillas. Se veía totalmente radiante.

—Te ves realmente hermosa mi amor —sonreí y me acerqué a ella para besarle los labios.

Por poco olvido preguntarle respecto a los tulipanes.
—Por cierto querida —la miré a los ojos— ¿Quién te dio esos tulipanes?

Pude notar que se puso nerviosa con mi pregunta, solo espero que no haya hecho nada indebido.

—En el trabajo —sonrió.

—¿Quién? —traté de sonar calmado, su actitud me parecía sospechosa.

—No fue nada malo, lo juro —se anticipó a decir—. Fue mi jefe.

—¿Tu exmarido te regaló esos tulipanes rojos? —asintió con la cabeza—, ¿Porqué? —pregunté, no iba a dejarme llevar con verdades a medias.

—Fue como disculpas…

—¿Te hizo algo? —cuestioné de inmediato. Si ese "hombre" le había hecho algo a mi Fran se las iba a ver conmigo.

—Bueno, no fue él como tal —hizo una pausa—, su actual pareja me hizo pasar un mal momento y él me llevó esos tulipanes a mi oficina, al igual que un pay de limón y un café con leche.

Seguía un poco confundido, sabía que ella no sería capaz de mentirme, pero realmente me parecía un poco difícil creerlo.
—¿Por qué te dio todo eso? —pregunté.

—Porque… —volvió a hacer una pausa corta—, porque sabe que son mis cosas favoritas…

Sentí un vacío en el estómago, no podía creer que él conocía más sus gustos que yo, aunque es bastante lógico. Además, me había avergonzado un poco por no saberlo.

—Los tulipanes son mis flores favoritas —continuó—, el color rojo es mi preferido, al igual que el pay, especialmente si es de limón, y el café preparado con leche es el que más me gusta.

Ahora me sentía humillado, aquel hombre me había opacado de cierta forma.
—Lo entiendo —solté en un suspiro—, de ahora en adelante te comparé tulipanes —y le volví a besar.

—Tranquilo —me dijo—, las rosas también me encantan.

Sé que aquello lo dijo con honestidad, ella suele apreciar cualquier muestra de afecto, pero yo no me sentía seguro, aún no conocía sus gustos, pero sabía que con el tiempo podría aprender más de ella.

—¿Qué fue lo que te dijo? —le pregunté cambiando de tema—, ¿Por qué te hizo pasar un mal momento su pareja?

Agachó la mirada.
—No vale la pena hablar de eso —respondió—, mejor vallamos a comer de una vez.

Decidí no volver a preguntar para no causar incomodidad en ella, parecía que sí era un tema sencible.

Finalmente salimos a comer y luego la llevé de nuevo a su trabajo. Decidí acompañarla hasta su oficina y quedarme con ella un rato para ayudarle con sus deberes.

Al poco tiempo, el celular de la oficina sonó, así que ella respondió y colocó el altavoz.

—Diga —dijo la francesa.

—Francia, soy yo, Reino Unido —era su jefe, o mejor dicho, su exesposo—. Ayer no me dijiste nada, así que quería asegurarme de tu respuesta, ¿Estarás ocupada por la tarde? ¿Noche, tal vez?

No se podían hacer suposiciones, era obvio que la estaba invitando a salir, y al parecer, ya lo había hecho desde el día anterior.

Mi mirada recayó en Francia, después de todo, se veía muy nerviosa cuando le pregunté sobre los tulipanes, probablemente me había jugado una mentira.

No me miró a los ojos, de inmediato apartó la vista y le respondió.
—Sí, sabes, tengo cosas que hacer…

Estaba a punto de colgar pero al tipo siguió hablando.

—¿Y mañana? —preguntó—, ¿Mañana podemos salir a tomar un vino? ¿Un café?

—No, lo siento —respondió—, tengo mi agenda llena y varias cosas que hacer ahora, hasta luego.
Y finalmente colgó la llamada.

Ahora sí levantó la mirada y me vió a los ojos.
—Sé que esto es muy fácil de malinterpretar —me dijo—, pero realmente no es nada.

—Sí —suspiré, estaba realmente enfadado, demasiado como para contenerme pero no quería discutir ni tener que gritarle a mi novia—. Me tengo que ir —me dirigí a la puerta—, te amo, nos vemos.

Y salí.
No quería pensar en cosas malas sobre Francia, como que es una mentirosa ni nada de eso, simplemente me tomó por sorpresa y no quería actuar por impulso y arruinar las cosas.

Quizá fue grosero que haya salido así de su oficina pero necesitaba pensar…

Otra oportunidad (Countryhumans • Francia • UK)Where stories live. Discover now