20. Empleada

224 33 36
                                    

Narra UK.

Se me había hecho tarde.
Caminé por las calles muy apresurado, mi auto había fallado y, por lo mismo, me había retrasado.

Iba camino a reunirme con una posible empleada, las órdenes vinieron de mis superiores así que llegar tarde significaba un posible despido, solo esperaba que la nueva empleada fuera un persona comprensible y no le llamara la atención a mis jefes.

Miré de reojo el reloj en mi muñeca, mi retardo había alcanzado los veinticinco minutos.
«Mierda», dije en mis adentros, llegar tarde era lo menos que necesitaba.

Finalmente, luego de caminar dos cuadras más, ya tenía de frente el restaurante en donde habíamos quedado en reunirnos.
Estaba sudado y cansado, era incómodo caminar tanto con traje y zapatos nuevos, me lastimaban los pies y estaba seguro de que me dejarían ampollas al final del día.

Respiré profundo antes de entrar al restaurante, me fijé en el reflejo del vidrio y acomodé un poco mi cabello y corbata.
Suspiré por última vez y abrí la puerta del local, con la mirada busqué nervioso a la chica con quién se supone debía hablar; ni siquiera la conocía de vista por lo que era más difícil.

Afortunadamente había una mesa para dos con una señorita, ocultaba su rostro en el menú y parecía que esperaba a alguien.

Decidí no apresurarme y tomé el celular para fijarme del nombre de quién buscaba, así solo sería cuestión de preguntar por ella.

Lo único que estaba escrito en el correo electrónico de la empresa era el sobrenombre de “Fran”, supuse que probablemente se trataba de un nombre artístico o algo por el estilo, pues no era un nombre común.

No le tomé mucha importancia al asunto, lo único en lo que pensaba era en si la señorita sentada al fondo era ella.

Me acerqué con cautela a dónde estaba la chica y traté de ser cortés con ella.
—Disculpe señorita —le llamé la atención, aunque ella seguía mirando el menú. Agaché la mirada y ví el teléfono para asegurarme de decir bien el nombre— ¿Usted es “Fran”? —pregunté.

No escuché una respuesta inmediata, pero cuando levanté la mirada ella ya me estaba viendo.
Y para mí sorpresa…
—Sí… —se trataba de mi exesposa.

Era Francia, tenía un vestido corto y maquillaje pero la voz, cuerpo y mirada me confirmaban que era ella.

Ambos nos miramos con una clara incomodidad, parecía que ninguno de los dos esperaba ver al otro.

Aún así, guardé compostura y le extendí mi mano para saludarla.
—Perdone mi retardo —traté de comportarme con naturalidad—, mi auto se averió y tuve que venir caminando.

—No se preocupe —respondió al estrechar mi mano—, de hecho yo también llegué más tarde de lo acordado, solo estuve esperando unos diez minutos.

Saltando lo irrelevante, me senté frente a ella y procedimos a ordenar algo de comer, ambos pedimos solo un postre.

Aunque el ambiente estaba inmensamente tenso, los dos lo tomamos con calma y tratamos al otro con respeto. La entrevisté y viceversa, necesitaba un par de datos suyos para terminar con el papeleo y poder contratarla, pero a decir verdad, no quería hacerlo.

Al finalizar la charla de trabajo, nuestros pedidos llegaron por lo que tuvimos que degustar en compañía. Inicialmente no había conversación, pero yo no iba a dejar cabos sueltos.

—Dejando de lado las formalidades —tomé la palabra—, ¿Qué haces aquí Francia? —fui directo, no me iba a andar con rodeos.

Suspiró.
—Me ofrecieron un empleo en la compañía —dijo—, al parecer quieren que sea la imagen que los represente.

—Eso lo entiendo —me apresuré a contestar—, pero ¿Por qué? ¿Por qué en la compañía que trabajo?

—No sabía que se trataba de tu empleo, mi representante simplemente me dijo que debía estar aquí para encontrarme al presidente de la compañía.

¿Representante? Aquella palabra me llamó la atención, ¿De dónde había conseguido un representante Francia? Además, ella era diseñadora de moda, ¿Desde cuándo se había vuelto modelo?
—¿De dónde conseguiste un representante? —cuestioné— ¿Y por qué un trabajo como modelo?

Hubo un pequeño silencio, ella apartó la mirada y finalmente respondió:
—Es personal —por su tono de voz, podría decir que se molestó un poco, pero no entendía la razón.

—¿Personal? —la imité—. Francia tú y yo nos conocemos desde que tenemos memoria, ¿Y ahora me dices que es un asunto personal?

—Es que sí lo es —dijo levantando la voz con indiferencia—. Tú y yo ya no somos nada, ¿Lo entiendes? —sonaba molesta—, llevamos tiempo sin vernos además de…–

—¿Tiempo sin vernos? —interrumpí—, ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Un mes? ¿Mes y medio tal vez?

—No me interesa cuánto tiempo haya pasado, ¿De acuerdo? —dijo casi interrumpiendome—. Tú y yo ya no somos nada y a ti no debería importarte que hago con mi vida…

Guardé silencio, nunca había visto a Francia actuar de semejante manera.

—Mira —continuó—, no entiendo porqué estás actuando de esta manera, pero lo que sí quiero dejar en claro —se levantó de su silla— es que la única relación que habrá entre tú y yo es la de jefe y empleada, ¿Okay?

No respondí, honestamente su indiferencia me había dejado perplejo, casi ni siquiera estaba seguro de lo que pasó.

Por su parte, ella tomó su bolso y abrigo.
—Y lamento si me comporté grosera —añadió, aquella frase sí me la esperaba de Francia, siempre ha sido una persona que se disculpa cuando comete errores—. Nos veremos en futuros eventos de trabajo, tú pagas. Adieu. [Adiós]

Y se fue, caminó apresurada hacia la salida. Yo solo me quedé a procesar un poco lo que había pasado.

Quizá ella tenía razones para molestarse, soné un poco entrometido además de que tiene razón al decir que no son mis asuntos.

Suspiré con frustración, los resultados de la entrevista me indicaban que ella parecía ser perfecta para el puesto; la orden provenía de mis superiores por lo que no podría hacer nada para evitar que la contraten, lo más seguro era que tendría que trabajar con ella…

—La cuenta señor —dijo el mesero dejando un papel en la mesa.

Definitivamente, aquél día no había sido el mejor para mí y probablemente los próximos tampoco…

Otra oportunidad (Countryhumans • Francia • UK)Where stories live. Discover now