24. Problemas

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Narra UK.

Cuando llegué a casa eran cerca de la una de la mañana.
Entré con cautela al departamento y cerré la puerta con lentitud, no quería despertar a Argentina.

Me quité el saco y lo dejé en el perchero, estaba cansado, conducir de noche es lo peor.

Caminé hasta la habitación con lentitud, mis pies dolían y comenzaba a darme jaqueca.
Apagué las luces de la sala y abrí la puerta de la habitación, me sorprendió ver a mi actual pareja despierta, estaba recostado en la cama mirando televisión con los brazos cruzados.

—Arge… —sonreí—, no creí que me esperarías, disculpa por llegar tarde.
Entré y cerré la puerta.

—Pues no, no pude dormir, ni siquiera cenar por tu culpa —me habló con indiferencia.

Suspiré, acepto que llegué tarde pero yo le advertí sobre eso.
—Te lo dije —me acerqué a la cama—; tuve una reunión importante con inversionistas y el dueño de la compañía, no iba a regresar hasta que el evento terminara…

—Ajá sí, ¿Y el "evento" terminó a la una de la madrugada? —refunfuñó, yo solo me quité los zapatos.

—Pues no, Arge, pero el lugar de reunión queda a una hora de camino en auto, ¿Qué querías que hiciera? —no le respondí enfadado ni nada por el estilo, lo único que deseaba era dormir.

—¿Seguro que no gastaste tu tiempo en alguien más? —finalmente, entendí su enfado.

—¿Estás celoso? —lo miré de reojo para luego recostarme bajo las cobijas.

—No —negó de inmediato—, estoy molesto porque tuve que desvelarme y aguantar el hambre hasta que llegaras.

—Pudiste cenar y dormir, no tenías que tomarte la molestia de abstenerte de ello.

—Ya olvídalo —miró hacia otro lado—. Pero bueno, ya dime, ¿Para qué era la tan importante reunión y por qué no me llevaste? Yo también trabajo en la compañía.

—¿Te lo puedo decir mañana? —bostecé—, estoy muy cansado —y tomé el control remoto para apagar la televisión.

Por su parte, el argentino me lo arrebató y volvió a encender el aparato electrodoméstico en el canal de noticias.

—¡No! —exclamó—, dime de una buena vez qué está pasando.

Volteé la mirada y ví sus ojos, irradiaba molestia, me veía como si hubiera cometido un crimen o alguna aberración similar.

Suspiré y tomé un poco de aliento, sabía que no se iba a calmar hasta que le contara todo.
—Se trataba de una nueva empleada, es una modelo que recién llegó a la compañía para ser la "imagen" de la empresa.

—¿Y tan importante es una estúpida modelo? —cuestionó indiferente.

—No la llames así, es una mujer agradable —la defendí—. Lo que pasa es que la compañía nunca había tenido alguien que la representara, por lo que todos estaban muy interesados en conocerla.

—¿Y por qué no me llevaste? —cambió de tema—. Conozco las reglas de la compañía, sé que puedes llevar a tus parejas a eventos, no importa que tan importantes sean.

Desvié la mirada, se estaba comportando muy cortante.
—Pues porque yo tuve que llevarla a ella…

—¿Metiste a una puta vieja al carro y no me dijiste? —me interrumpió.

Esta vez sí me molesté.
—No necesitas ofenderla —traté de guardar compostura—. Si no te llevé fue por eso, esa mujer es alguien respetable y no quería que la hicieras pasar un mal rato…

—¿Pues sí, qué esperabas? —me contestó—, ¿Qué anduviera soportando una flacucha con problemas alimenticios?

—¡Ya te dije que no le llames así! —exclamé.

—¡¿Por qué mierda la defiendes tanto?! —continuó—, ¡Además! Las modelos cuentan con un mánager o representante, ¿Qué hacia esa vieja a solas contigo? ¿Eh? —hizo una pausa—, ¿No podía llevarla su encargado?

—No, no, Argentina —negué—. La verdad no conozco a su representante simplemente sé que no pudo presentarse y que debía llevarla yo…

—¡¿Pero, por qué tú?! ¡¿Por qué no alguien más?! —comenzó a gritar—, ¡¿Por qué no pude ir contigo?! ¡¿Tenías miedo de que los descubriera?!

¿De qué mierda estaba hablando? Sus palabras no concordaban en nada, parecía estar insinuando que yo mantenía relaciones secretas con la modelo, algo que para nada iba a pasar.

—¡¡Yo soy el encargado!! —incluso desapareció el sueño y cansancio, la estúpida e irracional actitud del argentino me enfadaron demasiado, nunca había entrado en histeria como esa vez—. ¡¡Yo la contraté y yo soy el responsable de que cumpla con su trabajo!!

—¡¡Pues entonces despide la!! —esta vez le di la cara de inmediato, la discusión no llegaba a ningún lado y ya estaba harto—. ¡¡Haz que la despidan!! —me pidió.

—No puedo hacerlo y aunque pudiera no lo haría —me tranquilicé, alguien debía actuar con calma.

—¡¿Por qué?! —siguió exclamando.

—Las órdenes vienen de arriba, no puedo hacer ningún movimiento respecto a ella, y aunque pudiera, no lo haría porque es digna del trabajo.

—Algo escondes —bajó la voz—, no quieres que me encuentre con ella, eso es lo que pasa.

Realmente, sí tenía razón con ello.
Miré hacia el televisor y traté de ignorarlo, no soy muy bueno diciendo mentiras.

—¡¿Por qué no quieres que la vea?! —me gritó y golpeó con el control remoto.

Esa fue la gota que derramó el vaso, esta vez sí me sacó de quicio.
Volteé hacia él y le tomé de los brazos con fuerza mientras lo empujé hacia la cabecera.
—¡¡Calma tus celos infantiles de una buena vez!! —levanté la voz, no soy un hombre que diga groserías así es que cuando me enfado lo único que hago es gritar.

Forcejeamos un poco y luego simplemente nos soltamos y no dijimos nada, cada quien se fue por su lado de la cama.

Actúe con indiferencia unos quince minutos, luego, con más calma, apagué el televisor y la luz además de que me puse a reflexionar sobre el asunto.

Nunca había discutido de tal manera con Argentina, no conocía su lado enfurecido. Es alguien muy malo discutiendo, digo, no se toma las cosas con calma y prefiere hacer escándalo en lugar de buscar una solución razonable, algo bastante detestable diría yo.

Pero lo importante era que alguien debía tomar la iniciativa con madurez.

Suspiré y me volteé hacia su espalda, levanté mi mano y con lentitud la puse sobre su brazo, pero rápidamente la apartó.

—Sueltame —me dijo.

—Arge, no tengo a nadie más —fui directo—, si no te llevé fue porque sabía que te iba a molestar la idea de que yo tuviera que convivir con alguien más, aunque fuera por trabajo… —guardé silencio para escuchar lo que tuviera que decir.

Pero no hubo respuesta.

—Tampoco te hablé de eso porque también sabía que no lo ibas a tomar bien —volví a intentar acariciarlo, pero no esperaba su próxima acción.

Volvió a apartar mi mano de él y evitando mirarme, gritó:
—¡¡Te dije que no me toques!!

Me paralicé, cierto enojo llegó a mi pero decidí no responder de la misma manera, si él no quería arreglar las cosas entonces no lo iba a obligar.
Le di la espalda y ya no dije nada más.

«Que terco es», pensé.

Otra oportunidad (Countryhumans • Francia • UK)Where stories live. Discover now