34. Matrimonio

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Narra UK.

Estaba exhausto, desvelado y con una pequeña deuda con el banco. Argentina me había dicho que me ayudaría con los gastos de la boda pero en realidad solo me apoyó con la mitad del pastel y su traje nuevo.

Tuve que gastar todos mis ahorros en la tonta boda de mi ahora esposo y encima pedí un préstamo porque los invitados eran demasiados, por lo tanto tuve que rentar más mesas y conseguir más comida.

La noche de mi boda fue un desastre, en toda la noche no pude encontrarme con mi marido, solo lo ví un par de veces pero en cuanto me pedía algo se desaparecía de nuevo. No tengo idea de dónde se pudo haber metido toda la celebración.

Me fui a dormir solo en el departamento y cuando desperté él estaba en la cama conmigo, no le dije nada para evitar peleas y dolores de cabeza, por lo que solo me levanté y asistí al trabajo como de costumbre.

Me dolía un montón mi cabeza y me sentía muy cansado, no me embriagué pero sentía como si tuviera resaca, probablemente por tanto estrés.

Una vez que entré a mi oficina, tomé asiento en mi silla frente al escritorio y miré de reojo hacia la ventana. El tráfico afuera era terrible, las bocinas de los autos no paraban de sonar y eso me provocaba jaqueca.

Suspiré cansado y saqué mi teléfono del bolsillo para después ponerlo sobre el escritorio. Sin embargo, una pequeña argolla cayó sobre la mesa, además del teléfono, claro.

Hizo el sonido de una moneda al caer y pronto captó mi atención, no se trataba de una argolla, sino del anillo de compromiso que Francia me devolvió la noche anterior.

Lo tomé entre mis dedos y revisé con atención cada uno de sus detalles. No quiero sonar egocéntrico porque yo lo elegí, pero era hermoso, tenía varios acabados con diamantes y brillaba con la luz del sol, pues era de oro blanco.

Quizás lo guardé en mi bolsillo cuando ella me lo dió, ese día me puse el mismo traje que el de la ceremonia.

Debo decir que jamás creí que ese anillo volvería a mi, jamás pensé que la dejaría y volvería a hacer mi vida a parte…

Ver aquel anillo, me trajo bastantes recuerdos.

Recuerdo que ella era bastante apática, poco amigable y fría, aunque con una educación que te hacía recordar que formaba parte de la realeza. No la culpo, fue criada por la realeza solo para dirigir a su pueblo, para ser una mujer fuerte y valiente, no para ser sensible.
Pero cuando nos obligaron a casarnos eso fue un pequeño problema.

Siempre hice de todo para intentar sacar su lado sensible, le llevaba flores en toda la época del año, la invitaba a bailar, la llevaba a días de campo en el bosque, hasta que poco a poco logré que abriera su corazón.

No pude evitar sonreír al rememorar aquellas épocas, yo era un joven muy lleno de energía y ella una dama refinada y fría. Parecía difícil de entender que nuestro matrimonio funcionara.

Sin embargo, fue diferente cuando le di ese anillo que tenía entre mis manos, fue diferente porque nuestros reyes solicitaron nuestra separación…

La época colonial estaba por terminar y los hijos que Francia y yo tuvimos se convirtieron en naciones independientes…, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda…, todos ellos formaron sus vidas lejos de las nuestras.
Sin embargo, nos dejaron sin una razón política para estar juntos.

El firmado de paz que existía para mantenernos unidos, expiró. Ya casi no habían guerras ni imperios que pelearan por las tierras de otros, tampoco había necesidad de mantenerse juntos por hijos, pues todos se habían independizado ya y las pocas colonias que aún faltaban de hacerlo, serían divididas entre las dos naciones.

Recuerdo que ambos estábamos destrozados, pues a las puertas de Londres llegó una carta proveniente del imperio francés, donde proponía disolver el tratado por dichas razones y pedía de vuelta a su representación.

Francia se iba a ir de mis brazos…, tardamos meses para aprender a amarnos cuando ella llegó pero nos amamos con fervor durante siglos. Fueron ellos quienes nos obligaron a casarnos, ¿y ahora nos pedían separarnos?

La noticia nos tenía destrozados, eran inicios del siglo xx, ya habían pasado muchos años desde que nos unimos en matrimonio y la verdad fue que ninguno de los dos quería separarse del otro.

Desafortunadamente, mis gobernantes de esa época aceptaron, para ellos tampoco había sentido estar juntos sin tener una razón importante como alguna colonia.

Pero Francia y yo estábamos aferrados. Como pudimos, fuimos aplazando la fecha en que nos tendríamos que separar, poníamos excusas tontas como decir que aún no empacaba su equipaje o que tendríamos que inaugurar algún lugar.
Sin embargo, eso no funcionó por tanto tiempo, apenas pudimos suspender su retirada unos cuantos meses.

Y en mi desesperación, se me ocurrió lo más extremo que había a mi alcance…, dejar de formar parte tanto de la realeza como de ser representaciones de nuestras naciones.

Amaba a Francia, la amaba con toda mi vida y no imaginaba mi mundo sin ella.
Pero aún faltaba tener que preguntarle…

Otra oportunidad (Countryhumans • Francia • UK)Where stories live. Discover now