CHAPTER NINETEEN

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Abby salió de la biblioteca con la mochila sobre un hombro y un bolígrafo que había olvidado guardar en la mano

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Abby salió de la biblioteca con la mochila sobre un hombro y un bolígrafo que había olvidado guardar en la mano. Era el tipo de noche silenciosa que no le gustaba porque siempre había creído que el silencio resultaba reconfortante o aterrador, y el de ese momento estaba muy lejos de hacerla sentir bien.

Isaac: ¿Cómo ha ido? ¿Quieres que vaya a buscarte?

Abby: Bien, Harris sigue sin aparecer así que no había mucho que hacer. Tranquilo, ya tengo como llegar a casa. De todos modos, ¿cómo vendrías a buscarme?

Isaac: Ahí me has atrapado, sigo sin coche. Solo quería verte.

Abby: Tendrías unos veinte minutos caminando.

Isaac: Considerando que llegaría hasta ti, me parece muy poco tiempo.

Abby: Eres un cursi.

Abby: Me gusta eso.

Isaac: ¿Solo eso?

Abby: Tú también.

Un claxon la sobresaltó y miró al frente, observando al conductor del jeep atónita.

- ¿Estás mal de la cabeza? ¡Casi escupo el corazón!

- ¡Venga ya, no exageres! ¿Te apetece dormir al aire libre? ¿No? Venga, sube.

Abby apagó la pantalla del móvil y resopló, entrando al asiento de copiloto del jeep. Miró a Stiles con una ceja alzada, con la cabeza apoyada en el asiento.

- Eres el mejor, ¿lo sabes?

- ¿Lo dices porque he venido casi a las doce de la noche al instituto, un miércoles y con este frío solo para buscarte? Si no fuera el mejor, te mataría.

Abby esbozó una sonrisa que acabó por ampliarse y se inclinó sobre el asiento mientras Stiles arrancaba, puso una mano sobre su hombro y cambió de emisora hasta que Yellow de Coldplay llenó el coche.

- Eres irritante, ¿lo sabes? Me haces venir y encima eliges tú la música. ¿Quién eres? ¿La reina de Inglaterra?

- Stiles, eres tú el que me ha dicho que venía en cuanto te he contado que estaba en la biblioteca.

- Y menos mal, podías haber muerto de hipotermia si volvías caminando.

Abby sonrió y volvió a inclinarse para darle un beso en la mejilla, simplemente porque sabía que el que la tratase así la había salvado de más problemas de los que era consciente.

El móvil vibró sobre su pierna y lo encendió, una sonrisa expandiéndose por su rostro.

Isaac: Menos mal que lo admites.

𝐂𝐀𝐓𝐂𝐇 𝐌𝐄 || isaac laheyWhere stories live. Discover now