CHAPTER TWENTY TWO

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Curiosamente, la noche no había hecho más que empezar

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Curiosamente, la noche no había hecho más que empezar.
Scott y Stiles desaparecieron cuando se aseguraron de que tanto Lydia como ella eran atendidas. Habían trasladado a Lydia a un hospital fuera de Bacon Hills por la grave tormenta que no tardaría en desatarse, pero por el momento consistía solo en lluvia y un aire que parecía volverse más violento a cada segundo.

— ¿Puedo verla?

— ¿Eres amigo suyo?

— Si, algo así.

— Pasa y llévala a casa, si es posible, necesita descansar y no debería hacer más esfuerzos por hoy o la herida podría empeorar. Se ha negado a ir a un hospital.

— Vale, gracias.

Cuando Abby vio a Isaac frente a ella, dejó de respirar durante un segundo antes de evitar su mirada y levantarse, pretendiendo que no le dolía el costado por la patada que había recibido y el moratón que se estaba empezando a formar.

— ¿Te llevo a casa?

— No.

No quería ir a casa ni quería hablar con él en ese momento, estar en un coche a solas con él era lo último que necesitaba, sabía que en cualquier momento estallaría y no podría frenar la cantidad de cosas que quería decirle y no había podido durante estos días.

— Por favor, no quiero que te vayas sola a casa.

— Querías que me alejara de ti. –se felicitó a sí misma por haber tardado tanto en hablar de ello, obviamente–. No puedes pedirme que me aleje y después querer acompañarme a casa, no es justo, esto no funciona ni deja de funcionar cuando tú digas. Mi coche está aquí, me voy sola.

Dicho esto salió del aula y se tocó ligeramente la venda que cubría una parte de su cabeza con una mueca. Le dolía, eso no iba a fingirlo.
El dolor se acentuó todavía más cuando salió del instituto y Isaac la siguió. Habían policías, profesores y enfermeros ahí dentro y Abby creía que había tenido que hablar si no era con todos, con la mayoría. Tal y como pensaba, fuera llovía demasiado como para llegar algo seca al coche, pero no dudó y avanzó por el aparcamiento. Isaac la seguía, por supuesto, siempre notaba ese cosquilleo cuando él estaba cerca.

— ¿Vas a irte así cada vez que me ves?

— Si es necesario, sí –dijo, abriendo la puerta del coche y mirando al rubio cuando este, de golpe, volvió a cerrarla con cuidado de no hacerle daño a ella–. ¿Te importa?

— Sí. Te has hecho daño, no puedes conducir y menos con esta tormenta.

— He salido de cosas peores. –Abby volvió a tirar de la puerta para abrirla, pero no cedió ni un poco cuando la mano de Isaac se apoyó en la suya–. Isaac, no pienso subirme a un coche contigo ni mucho menos dejar que conduzcas.

No fue necesario mirarle por más de dos segundos para que Isaac soltase su mano. Se negaba rotundamente a perdonarle tan fácil después de cómo lo había pasado estos últimos días. Abby aprovechó para meterse al coche y abrocharse el cinturón. Cuando fue a mirar por la ventanilla, ya no había nadie al otro lado. Tragó en seco, pues no esperaba que fuese tan fácil.

𝐂𝐀𝐓𝐂𝐇 𝐌𝐄 || isaac laheyWhere stories live. Discover now