CHAPTER THIRTY EIGHT

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Un mes después

(16 de octubre)

Abby abrió la puerta cuando el timbre sonó por tercera vez mientras su madre la perseguía para colocarle una corona de flores. Isaac la miró desde el otro lado con asombro, las manos en los bolsillos y una sonrisa enternecida en sus labios.

- Cumplir años te sienta bien.

- ¿En serio? Creo que me han salido unas arrugas aquí. -dijo, señalándose la frente.

Isaac se acercó con el ceño fruncido y tocó con las yemas de sus dedos su frente, como si estuviera comprobando que siguiera lisa. Después una mueca apareció en su rostro.

- Tienes razón, deberías dejar de visitar a Peter y Derek. Acaban provocándote arrugas.

Ella sonrió y le dio un manotazo para apartar su mano de su rostro. Su madre seguía mirándolos desde la lejanía con una dulce sonrisa y Isaac se acercó a ella de nuevo entre risas, hasta que sus respiraciones se mezclaron peligrosamente y no hizo falta más que susurrar.

- Estás preciosa. Feliz cumpleaños.

- Bésame ya, imbécil.

Sus labios se juntaron y los dos sonrieron en medio del beso. Se conocían prácticamente desde siempre y, después de que Abby casi muriera en sus brazos, Isaac había pasado dos semanas enteras ayudándola a recuperarse, sin intervenciones sobrenaturales ni esfuerzos innecesarios. Incluso hubo noches en las que se quedó en su casa a dormir para cuidar de ella o acompañarla cuando el recuerdo de la muerte de Allison no la dejaba dormir.

Llevaban un mes y pocos días más saliendo, lo que resultó extrañamente sencillo para ellos, como si tan solo se hubieran puesto un nombre definitivo en vez de cambiar toda su relación. Hacía un mes creían conocerse de todas las maneras, pero solo ahora podían asegurar que se conocían como mejores amigos, desconocidos, enamorados y pareja, en todos los ámbitos posibles, incluido sexualmente.

Una tos exagerada los separó y Isaac tragó saliva, nervioso cuando el padre de Abby le miró fijamente.

- Buenas tardes, Anthony.

- Buenos días, Isaac. -dijo, destacando que todavía no era por la tarde-. ¿Puedes apartar tus manos de mi hija cuando esté delante, por favor?

- Ah, sí. Sí, claro, por supuesto. -murmuró nervioso, justo cuando la madre de Abby los llamó desde el comedor.

El adulto se fue y Isaac alejó sus manos de Abby como si le quemara, mirándola con horror cuando ella volvió a coger sus manos y las llevó a su cintura, bajando lentamente hasta que estuvieron sobre su trasero.

𝐂𝐀𝐓𝐂𝐇 𝐌𝐄 || isaac laheyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora