CHAPTER TWENTY FIVE

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Cuando Abby volvió a casa apenas le dio tiempo a subir las escaleras al ver a su madre de brazos cruzados en el marco de la puerta del salón.

- ¿Cuándo habéis llegado?

- Anoche. Te llamamos unas cuantas veces más.

- No lo escuché. -mintió Abby, bajando el único escalón que había alcanzado a subir.

- Tu padre está alterado. Le he convencido de que fuera a ver a Chris un rato.-Abby asintió sin saber qué decir. Las cortinas estaban totalmente abiertas, así que la luz entraba de lleno en el salón. Debía quedar una hora para tener que entrar a clase, pero ella sabía que tan solo Lydia iba a presentarse.

Abby no se dio cuenta de lo cansada que debía parecer hasta que vio la mirada preocupada de su madre y se sintió pequeña, sobre todo cuando ella se acercó para evaluar la herida.

- Cariño, tienes que contarme qué ha pasado.

- Es una historia muy larga, tengo que ir a clase.

- Dudo que si sales en este estado te dirijas al instituto -su madre se sentó en la escalera y le indicó con una mano que se sentara con ella. Abby necesitaba sentarse, así que obedeció sin decir nada-. Fui a ver a Deaton cuando tu padre se durmió porque necesitaba saber lo que te estaba ocurriendo. Él está preocupado por cómo puedas estar llevando esto y ahora que sé parte de lo que ha ocurrido, yo también. 

Su madre hizo una pausa, Abby suponía que esperando por si tenía que decir algo. Al ver que no, continuó, agarrando una mano de su hija entre las suyas.

- Estaba equivocada al querer ponerte en contra de tus principios. Soy tu madre, debería haberte entendido en vez de callarme cuando tu padre trató de aislarte de este mundo y tus amigos -hizo otra pausa, pero esta vez sin esperar que Abby dijera nada sino que parecía estar organizando sus palabras-. Te he fallado en la mayor parte de tu vida, ahora soy consciente de ello. Y no quiero seguir haciéndolo. 

- Mamá -Abby la paró y su madre la miró, con los ojos delatando el miedo que sentía. Abby tenía el presentimiento de saber por qué, pero ella no la dejó seguir.

- Me da miedo ver como vuelves a casa todavía más pálida y con heridas que no sé cómo te has hecho. A veces me da la sensación de que te vas a caer al suelo en algún momento por el peso de todo lo que debes de estar guardando y me aterroriza pensar en que si sigo observando sin hablar contigo, un día ya no entrarás por esa puerta.

- Mamá, para.

Abby inspiró, pero sus hombros seguían tensos. Cerró los ojos momentáneamente y habló sin mirarla primero.

- Puede que sea difícil porque apenas consigo tener días aburridos. Pero no me estoy ahogando por estar metida en esto, las heridas solo necesitan tiempo para curarse y aunque lo parezca, no estoy sola. 

𝐂𝐀𝐓𝐂𝐇 𝐌𝐄 || isaac laheyWhere stories live. Discover now