〘Capítulo 5〙

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—Hades deja de jugar —digo pasando saliva con fuerza y él me sonríe con picardía. Luego ladea ligeramente la cabeza para observarme y cuando me siento acorralada, él saca algo de detrás de su espalda y lo pone sobre mi cabeza, para luego darme una última mirada e irse.

Observo con confusión mi brasier, el que acabó de dejar sobre mi cabeza y lo observo a él, irse caminando por las escaleras mientras silva una canción. Antes de bajar se gira a observarme, y me guiña un ojo para luego irse. Entonces cierro la puerta, notando que está arreglada y me visto a la velocidad de la luz para ir a buscar a mis abuelos y pedirles explicaciones sobre lo que está pasando.

Cuando bajo ya con mi uniforme del instituto veo que mi abuela está en la cocina preparando unos jugos en unos vasos. La observo con confusión y ella me sonríe cuando me ve.

—Buenos días —me enseña su sonrisa pareja y yo le doy la misma sonrisa, solo que la mía se muere de curiosidad por saber qué coños hacía Hades en mi casa, y peor aún, en mi habitación jugando con mi móvil y mi brasier.

—Hola abuela, ¿Tienes idea de dónde está el abuelo? —inquiero con curiosidad. Si alguien tiene las respuestas es él. Y por un momento creo que lo que acaba de ocurrir es obra de mi imaginación.

Tal vez lo imaginé. ¿O no?

—En el garaje mi vida —ella me indica y entonces me decido a ir hacia allí, cuando ella me interrumpe—. ¿Puedes llevar esto si vas para ahí?

Me detengo a medio camino y vuelvo sobre mis pasos para tomar la bandeja que me tiende y luego asiento con la cabeza.

—Claro —sonrío con nerviosismo y luego con la bandeja bien sujeta en mis manos salgo al garaje.

Lo primero que veo es a mi abuelo quien está de espaldas a mí mientras observa las motos que compró. Trae puesta una remera sin mangas blanca con la que se ven los tatuajes sobre su espalda y brazos. En su momento se tatuó unas alas entre otras cosas. En su nuca también tiene tatuado el nombre de mi abuela.

También tenemos el mismo tatuaje, en mi pecho justo entre las costillas tengo un pequeño corazón y él lo tiene en el mismo tatuaje solo que tras la oreja. Lo hicimos el año pasado para mi cumpleaños número diecisiete. Ese es mi único tatuaje y a decir verdad lo amo.

Las harley davison que compró hace tiempo están en el garaje, ambas son negras y les faltan varias partes y restauraciones. Sin embargo, son muy importantes para él y para mí.

Dejo la bandeja de jugos en una mesa de madera que tiene en el garaje y camino a su lado notando que no hay nadie más, solo él y el garaje abierto con las motocicletas.

Me froto imaginariamente la sien pensando que Hades solo fue una imaginación. Una loca imaginación. Y un tanto... vergonzosa y caliente.

Debo estar loca.

—¿Qué haces? —le pregunto a mi abuelo, quien me observa con seriedad. Y luego su expresión se ablanda.

—Vamos a arreglar las motocicletas —me responde con cierta emoción y yo le sonrío.

—¿No íbamos a empezar el fin de semana? —inquiero y él frunce el ceño.

—Pero como hoy no tienes clases pensé que tal vez ibas a querer empezar —murmura observando mi vestimenta—. ¿Sabes que no tienes clases hoy verdad?

—¿Qué? ¿Cómo que no? —la confusión en mi tono de voz se hace notar y mi abuelo niega con la cabeza.

—Es el día del pueblo, no hay clases —se encoge de hombros.

El Juego de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora