〘Capítulo 28〙

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Hades y yo corremos hacia la calle y doblamos hacia la derecha en la esquina hacia su motocicleta, la cual está estacionada en el aparcamiento trasero de los profesores, junto al espacio específico para el auto del director.

Veo en una esquina el autobús escolar estacionado y otros autos. La motocicleta negra de Hades contrasta con todos esos autos y es imposible no encontrarla.

No hay casco, y cuando él se sube yo me cuestiono si es muy seguro o no, pero de igual modo lo hago.

En el momento en el que me subo detrás de él Hades toma mis manos y las pone alrededor de su torso. Yo siento escalofríos cuando sus manos rozan las mías pero me contengo. Segundos después de que la llave entra en el contacto y enciende el motor, pero vemos que una presencia dobla en la esquina y se acerca a nosotros.

Aaron tiene el ceño fruncido y parece que lo llevara el mismísimo diablo. Hades y yo lo miramos y él se acerca a nosotros, o a mí, particularmente.

Hades no deja que Aaron se acerque ya que pone en marcha la motocicleta, avanzando hacia la calle.

—¡Gianna vuelve aquí! —ordena y yo levanto las cejas.

¿Quién se cree para decirme qué hacer? Observo a Aaron con el ceño fruncido.

Siento que el pecho de Hades vibra. No tardo mucho en darme cuenta de que se está riendo de Aaron quien tiene cara de querer matarnos a los dos.

—¡Tranquilo amigo! Yo la cuido.

Aaron aprieta los puños a los lados del cuerpo viéndose imponente y frustrado. Tiene una vibra tan oscura que me genera escalofríos pero que me atrae de alguna forma.

Aunque con Hades es distinto. Él se ve oscuro también, con maldad, pero no es solo oscuridad. También tiene una chispa en los ojos, chispa de la cual Aaron carece.

Es extraño pensar en lo diferentes que son, y en lo parecido a la misma vez y en las cosas extrañas que generan en mi cuerpo.

—Eres un imbécil —gruñe Aaron pero a Hades le da igual, así que le hace un saludo militar y yo en cambio le enseño el dedo medio. Acto seguido, la moto se pierde en la esquina, dejando a Aaron atrás.

Yo sonrío con diversión al ver a ese capullo quedarse atrás y luego, solo me dejo llevar cuando Hades empieza a apartarse del pueblo. Ninguno de los dos pronuncia palabra alguna en el camino, sino que permanecemos en silencio.

Un silencio que por muy extraño que parezca se siente bien.

No era algo que pensaba sentir, y menos aún con alguien como Hades, cuya primera impresión fue que tenía a un capullo enfrente. Y lo sigo creyendo, solo que ahora es distinto. Y eso me asusta.

Amo leer libros de romance, más si hay badboys. Pero siento que esta historia es distinta, mi historia es distinta.

No puedo evitar pensar en Fer, aquel chico del que me enamoré locamente. Fue un amor fugaz, arrollador y al final devastador. Él solo jugó conmigo y yo dejé que él lo haga sin darme cuenta de sus malas intenciones.

Fue mi primer amor, y no terminó bien para mí. Por eso no me voy a enamorar de nadie, ya que el amor lleva a cosas malas. El amor te destruye, porque no hay un indicado, solo es alguien con el que coincides en el mismo tiempo pero con distintos sentimientos.

Y si de algo estoy segura es que Hades Fenrir es de esa clase de chicos de los que no te tienes que enamorar, porque todo en él grita que me hará sufrir, y tal vez quiero que lo haga.

Cuando salimos del pueblo veo pasar el cartel y luego observo hacia adelante sintiéndome familiarizada con el entorno. Conozco este camino pero de noche, y entonces noto que estamos yendo al pueblo vecino, donde vive él pero no vamos en dirección a su casa, sino que nos alejamos hacia la zona más urbana.

El Juego de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora