〘Capítulo 50〙

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Vuelvo a la fiesta rápidamente, tan pronto como me fui. Mi corazón está loco, sin control. Sujeto mi vestido y me meto por una ventana al salón que está más cerca de la fiesta. El reloj de mi móvil marca las 22:58, Aaron seguro está buscándome. Así que me escabullo.

Entro rápidamente a la fiesta, cruzando por una puerta adornada por tiras de papel brilloso casi con una apariencia encerada. Apenas entro me choco con una persona. Me aparto un poco para ver de quién se trata.

Un par de ojos grises me miran con seriedad.

—Disculpe director —el hombre me mira y asiente con la cabeza, serio, para seguir hablando con otro profesor que creo que es el de historia. Se ven serios, aburridos de estar aquí.

Vuelvo con Alex para decirle que me voy, cuando la encuentro está sentada en las gradas hablando con un chico que reconozco de su grupo estudiantil. Sujeto el bajo de mi vestido y me acerco a ella para despedirme.

—¿Te quedarás? —inquiero al ver al chico muy interesado en la conversación. Las mejillas de mi amiga se encienden así que entiendo que lo hará.

Siento una presencia a mi lado, y giro el rostro para ver a Aaron observarme. Alex lo mira pero no le presta mucha atención, ella se centra en mí.

—Puedo acompañarte si quieres —pregunta dudando en dejarme ir sola con Aaron.

Niego con la cabeza.

—¡No! Disfruta —hablo por encima de la música—. Nos vemos pronto.

Alex camina hacia mí, bajando del último escalón de la grada de la cancha de basket y me abraza.

—Buen viaje Gigi, te escribiré —sus brazos rodean mi cuerpo y yo la abrazo de la misma forma.

—Yo también a tí —rio cuando me aparto.

La mentira duele, pero Aaron está escuchándome así que tengo que ser lo más creíble posible. Me aparto de Alex y miro a mi disque guardaespaldas.

—Es hora —dice y yo asiento.

—Adiós Alex. Has sido una buena amiga.

—Adiós Gigi —ella sonríe y antes de quedarme a consolarla me tengo que ir, así que me despido por última vez y camino hacia la salida siendo seguida desde cerca por Aaron. Limpio una lágrima antes de que se deslice por mi mejilla y que Aaron lo note.

Salgo de la fiesta y camino por el pasillo, hay gente aquí. Algunos recién llegan y nosotros apenas nos vamos. Oigo los pasos de Aarón y los míos perderse en la noche. Hace calor. Los chicos que se vistieron de traje deben estar muriendo de calor.

En cambio Aaron trae ropa común, un jean oscuro y una remera del mismo color junto a sus botas de combate junto a su cara de maleante.

Él no dice nada, solo vamos a la salida en silencio. No sé qué podría decir tampoco, así que el silencio está bien para mí. Aaron camina delante y me guía hasta su auto. Yo subo y me siento en los asientos de atrás, una vez que lo hago lo veo rodear su auto . Lo veo perdido en sus pensamientos, y yo claro que estoy lidiando con los míos.

En el camino miro por la ventana, pero siento una incomodidad por la cual veo el espejo retrovisor, para encontrarme con sus ojos oscuros. Aaron me mira y yo a él, por un segundo, nuestras miradas conectadas a través del espejo.

Aparto la mirada cuando él lo hace, pero vuelvo a ver el espejo, notando que me sigue observando. Él vuelve a apartar la mirada y lo noto un tanto extraño.

Aaron sigue rumbo a mi casa, sin embargo, me impaciento cuando detiene el automóvil antes de llegar, a dos manzanas de mi hogar.

—¿Qué haces? —miro sus manos soltar el volante y lo oigo suspirar. Él no me mira, sino que está observando un punto perdido delante.

El Juego de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora