〘Capítulo 38〙

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Las últimas horas de mi vida son tan caóticas que siento algo así como que voy a perder la cabeza, en el mal sentido. Me encuentro tiritando sutilmente, como una hoja que pende de una débil rama a punto de soltarse en pleno huracán. Tan ínfima como una hoja que puede ser arrastrada hasta por el más débil viento pero con la sangre tan hervida que podría mandar a este y a cualquier hijo de puta al infierno.

La situación es la siguiente, nada más alejada a la realidad que me esperaba: Caos.

Caos

Dolor

Bronca

Ira

Tristeza

Y todo converge a una persona en particular: Hades.

Horas antes, Hades se había quedado dormido a mi lado y yo no pude más que mirar el techo de la cabaña perdida en el bosque donde se supone que iba a encontrarme acampando un par de días por una costumbre antigua de los pueblerinos.

Los viernes 13 los chicos de último curso del instituto van a acampar para despedirse del pueblo, puesto que la mayoría se va dejando a este lugar como un lugar un tanto olvidado, con justa razón. Nada bueno pasa en Saint John's y ahora lo puedo confirmar.

No pude conciliar el sueño al saber que allí afuera quien por un momento fue un amigo estaba con un arma cargada y posiblemente pudo hacerme daño. No, claro que lo único que quería hacer era huir, hasta que el móvil de Hades vibró en su bolsillo.

Levanté el rostro para verlo, él estaba de perfil y respiraba de forma profunda. Pude ver en detalle el tatuaje de su cuello, subir por su yugular.

Mortem non timet qui nihil habet

Repetí la frase en mi cabeza con curiosidad, intentando descubrir lo que quería decir aquella frase con esa letra descontracturada que subía en tinta profundamente negra por su yugular. Pero no perdí el sentido de las cosas observando sus tatuajes ni el piercing en su nariz.

Deslicé con cuidado mi mano hasta su pierna cubierta por un pantalón mientras que contenía la respiración en mi intento de que mi movimiento al respirar lo despierte. Separé mis labios para morder el interior de mi mejilla en un gesto irracional por concentrarme en no hacer mucho ruido.

Hades no se inmutó cuando las yemas de mis dedos se posaron en su muslo, y luego, deslicé la mano hacia arriba con cuidado, observado su abdomen subir y bajar lentamente mientras el suave sonido de su respiración acompañaba la sutil lluvia que resonaba en el techo de chapa.

Dejé escapar el aire de mis pulmones mientras mi mano se deslizaba por su bolsillo, y con mi índice y pulgar tiré hacia arriba lentamente el móvil.

Hades frunció el ceño un segundo, deformando su sereno rostro como si algo en su sueño lo estuviera perturbando, así que solo me quedé inmóvil y cerré los ojos. Los abrí al cabo de unos segundos para ver la luz de la noche iluminar su perfil, aún seguía dormido y eso era suficiente como para seguir con mi intento de tomar su móvil de su bolsillo, y lo logré.

Apenas lo tuve en mis manos, sentí algo así como un cosquilleo extraño en el abdomen. Encendí la pantalla y noté que tenía una notificación de 15% de batería, y lo peor, era que tenía huella dactilar para desbloquearlo.

Pasé saliva con fuerza, sintiendo como un sudor frío pegaba mi ropa a mi piel y luego, me debatí internamente si hacerlo, pero no había mucho que perder. Ya estaba en esa cabaña y ya me habían querido asesinar ¡Por primera vez en mi vida!

Pensé por un segundo que debería tener mi propio reality, "La nieta del narco" se iba a llamar. Pero mejor, mientras tanto, preferí solo atreverme y mirar su mano, al lado de su cuerpo. Las pulceras de cuero negro llamaron mi atención, y la palma de su mano hacia abajo no fue de mucha ayuda así que, puesto que necesitaba su pulgar, la tomé. Rogaba que también hubiera registrado su pulgar izquierdo, ya que no sabía si Hades era zurdo o no.

El Juego de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora