〘Capítulo 9〙

76.3K 5.5K 4.1K
                                    

La mano de Hades sujeta mi brazo con firmeza, y me estudia con el ceño fruncido. Como si estuviera molesto.

La oscuridad de la habitación me impide ver su rostro con claridad, pero puedo ver sus ojos plomizos clavados en mí.

Mi corazón late con fuerza en el pecho, mientras que mi rostro se siente acalorado, por un lado por la vergüenza de que me haya visto y por el otro porque me pone a la defensiva estar junto a él.

Pero peor aún, porque algo en Hades me hace estremecer. Algo que no había notado hasta ahora y que no logro comprender.

Su piel rodeando la mía se siente caliente, como si un huracán pasara por aquí. Y me pone tensa el verlo escrutarme con su mirada tan inexpresiva que no sé qué pasa por su cabeza.

Quiero huir, pero Hades no me suelta, así que sacudo mi brazo intentando safarme de su agarre, sin embargo es inútil.

Verlo vestido completamente de negro hace que la oscuridad se haga parte de él, y los vellos de mi cuerpo se ponen de punta por ese mismo hecho. Sus ojos, similares al acero están clavados en mí con inexpresión, ajeno a su aura cargada de astucia y picardía, dispuesto a sacar provecho de la oportunidad y si pudiera, burlarse de ello.

Pienso que va a hacerlo, que va a burlarse de mí o mofarse de algún modo, con algún chiste o decirme que estoy fea, pero solo me observa mientras sostiene mi brazo trasmitiendome su calor.

Y me deja muda el no saber qué hacer, o qué decir. Me limito a sentir mi corazón en mi pecho y a tragar con fuerza sintiendo mi boca seca.

—Hades suéltame —susurro arrepentida por haber venido a esta fiesta.

Me siento enojada con Alex por no haberme dicho sobre esto. Si hubiera podido saberlo, tal vez no hubiera venido. Y eso me molesta.

Hades no me suelta, solo me observa hasta que da un paso hacia mí, lo que me obliga a retroceder, sintiéndome como un animal a punto de ser cazado.

Todos mis sentidos están alerta.

—¿Qué fue eso? —inquiere con confusión y yo niego con la cabeza.

—No fue nada —respondo a la defensiva con la voz cargada de reproche—. No tenías que quitarte la venda.

Mi mirada se vuelve enojada, ya que él rompió las reglas y ahora estoy en esta situación complicada de la cual quiero huir.

—Bueno, creo que ambos rompimos las reglas chica promiscua —murmura y entonces me observa de costado. Ladeando un poco la cabeza como si yo le causara curiosidad.

Veo esa chispa en sus ojos, y su semblante se vuelve pícaro y yo me muerdo el labio inferior con nerviosismo.

Se detiene a menos de un metro de mí y me estudia como si yo fuera algo curioso. Su expresión cansada pero curiosa me pone nerviosa.

El problema con Hades es que su mirada es electrizante y me genera el mirarlo. El golpearlo también, pero ese es otro tema.

—Quiero irme —susurro por lo bajo, con la piel ardiendo por los restos del ardiente asalto.

—Eres una caja de misterios chica promiscua —se burla de mí.

—No seas imbécil.

—Uy, tranquila fiera, nadie te va a comer —ríe observándome de costado.

Su voz grave y ronca me hace pasar saliva con fuerza y lo observo sin entender lo que dice.

Su mano suelta mi brazo y luego se posa en mi cabello. Veo que toma un mechón entre sus dedos y lo envuelve en su dedo índice, para luego soltarlo.

El Juego de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora