〘Capítulo 8〙

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Dios...

¿Por qué estoy haciendo esto?

¿No era más fácil irme?

Podría haberlo hecho fácilmente, sin embargo quise quedarme, ya que después de todo no quería quedar mal en mi primera semana de instituto. Aunque a decir verdad, tenía muchas más ganas de ver este extraño juego.

El juego del labial rojo.

Camino por el pasillo notando que hay una luz roja que ilumina todo. La oscuridad de la noche acompaña mis pasos, y lo único que veo está iluminado por esa luz roja que baña todo rincón.

No tardo mucho hasta llegar al final del pasillo y verlos. Están arrodillados todos y en la oscuridad me es difícil notarlos y distinguir quién es quién. Pero puedo ver que todos están vendados esperando que el juego termine.

Afuera se que pueden oír cuando la puerta se cierre, porque las chicas se aseguraban de eso, así que tengo que tomar al que quede disponible y meterlo en la habitación. No es mayor problema.

Cuando llego frente a ellos quisiera guardar el recuerdo en mis retinas.

Ver a veinte chicos arrodillados mientras están vendados, dispuestos a ser elegidos por una chica por tres minutos con ella, tres minutos que pueden ser cinco, pero mínimo tres minutos con una chica sin que ellos sepan quién es es una premisa un tanto sugerente.

Cualquier chico por tres minutos para cumplir tus fantasía. Es un tiempo limitado, pero es la mejor oportunidad para muchas chicas.

Tiene razón Andy, la rubia de la puerta, quien dijo que en este lugar al menos un chico es el crush de una chica. Y mientras ellos lo decidan pueden estar un momento con una de ellas, cumpliendo sus sueños.

Es curioso y a la misma vez una idea ligeramente candente. No voy a mentir, la imagen es excitante. Y yo camino de una punta a otra del angosto pasillo bañado en esa luz tan sugerente, encontrando al que no tiene marcas de labial.

Puedo distinguir de vista a un par por sus cabellos y sus rasgos, pero con Aaron y Hades es más fácil por sus tatuajes. Primero puedo ver a Nika, por sus rasgos faciales y el color de su cabello me es fácil distinguirlo.

Los chicos están arrodillados, con las piernas ligeramente separadas y con las cabezas levantadas.

Parecen sumisos, veinte sumisos dispuestos a satisfacer los deseos de una chica desconocida.

Algunos son más atractivos que otros, pero yo espero encontrar a Aaron. Después de todo, es quien no tiene nadie detrás. De hecho todos le rehuyen.

Así que cuando noto sus tatuajes, contando que está en el puesto número dieciséis camino hasta allí, y pongo mi mano bajo su mentón, para que levante la cabeza y poder ver su rostro con los ojos vendados.

Analizo sus facciones duras, repasando su mandíbula cuadrada y sus labios rosados.

Su piel es caliente bajo mi tacto, pero dejo de analizarlo cuando noto que sobre sus labios hay labial carmín corrido. Y entonces entiendo que alguien ya lo eligió.

Y eso me causa confusión.

¿Quién eligió a Aaron?

Quisiera dejarlo aquí.

Frunzo el ceño y entonces me aparto de él, dejando de tocarlo y luego camino, buscando al chico sin marcas de labial, hasta que lo encuentro y me maldigo a mí por ello.

Pero no dejo a Aaron, sino que tomo su mano y él me sigue, se pone de pie y me sigue mientras todo dentro de mí se remueve con nerviosismo.

En la punta contraria, arrodillado en el suelo puedo verlo. Lo distingo por sus tatuajes, y entonces noto que es el único sin marcas de labial. Pongo mi mano en su mentón y Hades levanta el rostro, y analizo sus facciones.

El Juego de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora