〘Capítulo 22〙

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El viaje en auto fue veloz, bastante rápido Nika estaciona en la playa. El vehículo se adentró en un camino de arena y entonces, a lo lejos se pudo ver unas luces. Pero lo que más me sorprendió es que había dos vagones de tren en paralelo, separados por un par de metros sobre dos rieles paralelos.

Los vagones para mi sorpresa no estaban destrozados, y salvo por unos dibujos vibrantes, parecían en buen estado. Hay autos también alrededor, con música resonando fuerte, haciendo vibrar la arena bajo nuestros pies.

El cielo estrellado iluminaba la playa, con ayuda de las tenues luces que recorren los vagones, de esas de pub en colores violáceos y esa gama. No había una fogata como me imaginaba de las películas norteamericanas, sin embargo, el lugar se veía genial.

Hay mucha gente, bastante, en su mayoría bailan y otros están en sus autos, en el techo o contra los vehículos tomando cervezas.

No distingo a nadie conocido al observar por la ventana, con Alex también observando la fiesta con curiosidad y una pizca de emoción brillando en sus ojos. Nika no tarda en detener el vehículo en la arena y luego, bajamos.

—Llegamos —comenta el ruso y luego apaga el motor. Acto seguido, todos descendemos del Jeep y cerramos las puertas.

Me hago a un lado cuando observo a Nika rodear el vehículo hasta llegar al baúl y sacar unas latas de cervezas. Aira y Bruno toman un par cada uno y caminan hacia la fiesta. Alex los sigue de cerca cuando Nika le tiende un pack pequeño pack.

Yo me quedo esperando que me de uno a mí, sin embargo me tiende una botella de vodka y él también trae una.

Lo espero para caminar junto a él mientras ojeo la botella.

—Ajá, combustible ruso —le digo con diversión observando la bebida y luego me giro a verlo. Él me observa de reojo y niega con la cabeza.

—Que observadora —me dice y mira hacia el frente, caminando con la mano disponible en su bolsillo.

Camina a paso desenfadado, relajado. Observa hacia la fiesta y yo también lo hago. Noto a Alex más adelante mientras Bruno le habla y Aira va por su parte, serio y alejado. Sus pasos dejan huellas en la arena que se van perdiendo con las demás pisadas, una sobre la otra.

Observo a Nika un segundo después, notando que sigue viendo hacia adelante. Su cabello rubio y ligeramente ondulado se ve ligeramente más oscurecido en la noche. Y su piel blanca reluce a la luz de la noche.

Él nota que lo estoy viendo, así que gira el rostro para verme, sin embargo yo aparto la mirada.

No hablamos, solo llegamos con los demás. Nika toma mi botella y la deja en los pies de la escalera del vagón. Veo que dentro hay unas cajas de alcohol y otras cosas. Como por ejemplo, un par de chicos fumando marihuana.

Observo con curiosidad la escena, con Alex a mi lado quien también está mirando.

—Creo que a mi papá no le gustaría esto —comenta como si lo estuviera pensando y yo asiento.

—Pero no se tiene que enterar —le digo y luego veo que los chicos caminan más allá, así que los seguimos.

—Y me mataría.

—No se tiene que enterar por dos —río y ella asiente divertida.

Hay mucha gente bailando, chicos del instituto y algunos más grandes incluso. Según Alex son muchos de los que ya terminaron el instituto y se quedaron en el pueblo.

—¿Una cerveza? —inquiere Bruno, en medio de Aira y Nika, quienes también traen una cerveza cada uno. Tienen un par de latas más así que el italiano nos las tiende.

El Juego de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora