〘Capítulo 26〙

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—Baja —me indica Hades y yo observo la enredadera con un soporte de madera blanca en rombos por la que creo que subió Aaron. Se ve lo suficientemente firme como para bajar pero de igual modo me hace dudar.

Me dan miedo las alturas aunque me enfrento a ellas para no parecer cobarde frente a ese par, eso para no decir que mis intenciones encubiertas es no perderme nada de lo que puedan llegar a decir. Más aún me duele el pie, el cual sigue resentido por la torcedura del callejón, pero cada vez duele menos.

Al menos el dolor me hace pensar en que no estoy teniendo una especie de sueño extraño o alucinación.

A decir verdad, me quedé patidifusa con lo que acabo de oir y todo de mi me grita que corra, porque estoy con un par de narcotraficantes peligrosos que disfrutan dispararle a la policía y están completamente locos de remate. Pero lo mejor que puedo hacer es llegar lo más antes posible a casa y pretender que no me fui.

Siento un escalofrío al pensar en que es cierto que mi abuelo ya sabe que me fui. Cruzo los dedos porque sea mentira, pero algo me dice que no. La presión en mi estómago y el ligero temblor en mi cuerpo me delatan, evidenciando lo muy asustada que me pone la situación.

Estoy nerviosa por las consecuencias de mis acciones. Aunque tal vez si finjo mi muerte y desaparezco del país no tengo que enfrentar nada. Sería una buena opción para salir impune de cualquier reprimenda que me puedan dar, total, yo soy una buena chica, estudio mucho y me comporto, el hecho de ir a una fiesta no es tan grave.

¿Verdad?

Claro que otra cosa es que en la fiesta haya apuestas ilegales, drogas y demás. Es como un plus.

Ellos me observan mientras bajo, Aaron con el ceño fruncido y los brazos cruzados mientras que Hades me observa con cierta diversión. Son tan diferentes que es abrumador y me hace replantearme muchas cosas. Como por ejemplo si ambos me gustan o solo uno de ellos.

La respuesta es difícil pero la incógnita aún más indescifrable de plantear en mi cabeza sin sentirme abrumada, por lo que la evito lo más que puedo.

Cuando llego al suelo me siento intimidada por las miradas que me dedican. Ambos parecen sacados de libros oscuros.

—Camina —ordena Aaron y yo me quedo anclada al piso. Reticente al hecho de caminar detrás de él a donde sea que quiera llevarme.

Hades me observa con el ceño fruncido y yo me quedo entre los dos, con uno esperando que empiece a caminar y el otro en silencio observando la escena de forma analítica.

—¿Dónde vamos?

—A tu casa —sisea Aaron con cierto grado de molestia oculta tras la seriedad de su mirada. Me observa de reojo, pero lo suficientemente molesto como para que su mirada me incomode tanto que me remuevo en mi lugar.

—Yo la llevo —responde Hades pero Aaron le clava la mirada a él, de una forma desafiante.

—Tú ya hiciste mucho, Andrés espera que la lleve yo y eso es lo que se va a hacer.

Hades sisea algo entre dientes que no alcanzo a oír y luego me observa con el ceño fruncido. Veo una especie de lucha en su expresión

—Camina —pego un respingo cuando noto que Aaron se dirige a mi y empieza a caminar.

Yo observo a Hades, esperando que diga algo más, pero no lo hace, solo lo observa molesto, con llamas de ira en los ojos y un aura oscura a su alrededor. No le gusta nada de lo que está ocurriendo pero de igual modo parece sereno. Luego me mira notando que lo observo y asiente con la cabeza.

El Juego de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora