〘Capítulo 35〙

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Ir a acampar no es la actividad más divertida si te avisan con poco tiempo de antelación. Algo así como saber que vas a ir de fiesta una hora antes. Entonces uno no puede prepararse mucho que digamos, es decir, genera más estrés que placer. Pero uno tiene que hacer tripas corazón y ponerse bien sexy para deslumbrar si es que quiere pasar una buena noche.

Eso si te gusta ir de fiesta, si no te gusta todos pueden ir a tomar por culo y que se jodan.

Yo estoy en el medio, así que quiero mandar a todos a tomar por culo pero quiero ir de acampada. Lo que me molesta es saber que mi abuelo me dejó al cuidado de ese par de trogloditas que tiene como secuaces del mal y que oh casualidad ¡Tienen a un hombre inocente atado en una silla!

Medito para mis adentros pensando que con mucha suerte en unos días Samuel, o Bob el policía podrá sobrevivir. Dios, es tan difícil no correr a entregarlos a la policía sabiendo que tienen a un policía atrapado en una habitación.

Solo quiero soltar a Bob y fingir que nada pasa hasta irme a la universidad y de repente borrarme del mapa, así tal vez dentro de unos años vender la historia a Investigation Discovery y hacerme famosa, claro que cambiando mi nombre. Elegiría algo más sutil como Romina o tal vez Darla, no lo sé. Son nombres interesantes, tal vez.

En fin, dejando de desvariar meto mis libros en una mochila, porque me voy a aburrir como no tienen idea ya que casualmente solo hablo con un par de chicos y esta idea de acampar un viernes 13 no es muy divertida para mí, es decir, mientras sobreviva esta noche va a estar genial ya que he visto muchas películas de terror para saber que esto no termina bien.

—Abuelo ¿Viste mis zapatillas? Estaban en la cocina —le digo cuando bajo por las escaleras y veo que mis zapatillas no están en la cocina. Frunzo el ceño cuando encuentro una pero la otra no está.

Mi abuelo viene entrando del garaje y me observa en medias. Sus ojos celestes se enchinan y me observa con diversión al notar que son distintas.

Si, mi maldición es usar medias distintas.

—Creo que el gato se llevó una arrastrándola de los cordones —dice limpiando sus manos con un trapo que alguna vez fue blanco pero ahora está percudido, impregnándose de un color grisáceo con motas negras. Típico de ex mecánico. Remera sin mancas marcando sus tatuajes y músculos, que aún a sus sesenta años lucen firmes y su porte imponente que lo hace parecer militar.

—¿Y por qué no se la quitaste? —me quejo molesta y él se ríe.

—No era mi batalla soldado, te toca a tí —murmura divertido y yo le enseño la lengua.

Camino hacia el living para ver a Garu, el gato gordo de la abuela arrastrando mi zapatilla hacia detrás del televisor. Me asomo a ese espacio y allí veo una docena de medias de todos los colores y tamaños haciendo una cama para el gato gordo.

—¡Garu! —me quejo y el gato me observa con algo parecido al desdén y luego sigue arrastrando mi zapatilla por los cordones sin ningún reparo. Gato malvado y desvergonzado. Le quito la zapatilla y voy a la cocina, decidiendo que luego sacaré a las medias de ese lugar. Me siento en una de las sillas de la cocina y me pongo mis zapatillas evaluando mi vestimenta.

Es casual, un jean oscuro, zapatillas y una remera de Tony Stark con el guantelete del infinito, es decir, el guante de Thanos a punto de chasquear los dedos. Además, traigo un bote de repelente de mosquitos porque yo si vi Juego de Gemelas y no vaya a ser que me den agua con azúcar en vez de repelente.

—¿Ya tienes todo? —inquiere el abuelo sacando una botella de agua de la heladera y tomando de ella.

—Si señor.

El Juego de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora