〘Capítulo 23〙

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Abro los ojos cuando siento la textura suave de sus labios sobre los míos, y su aliento golpear mi rostro, calentando mi piel y poniendo mi piel de gallina.

Aaron no me deja reaccionar, y cuando pongo mis manos en su pecho para apartarlo, puedo notar que él muerde mi labio inferior, provocándome un quejido que me obliga a abrir la boca. Situación que él aprovecha para asartar mi cavidad e introducir su lengua caliente en mi boca sin ningún pudor o deparo, solo toma mis labios como si le pertenecieran y mi corazón se descontrola. No sé por qué, pero siento que tiemblo por los escalofríos que me provoca su contacto.

Jadeo abrumada por el asalto, y la dureza con la que me besa mientras mantengo los ojos abiertos, aunque no puedo ver a Hades o a su acompañante, porque él me impide la visión con su cuerpo en medio. Pero sé que están ahí. Mi corazón late veloz en mi pecho y me siento paralizada y confundida mientras mis manos quedan sobre su pecho, firme y caliente.

Y entonces, presa de la confusión, siento el amargor de mi sangre, y su sabor metalizado en mi boca. Aaron se separa un poco de mí y lame el rastro de sangre en mi labio inferior.

Cuando logro ver su rostro, él me mira con dureza, con el ceño fruncido y la respiración agitada. Yo sé que estoy de la misma forma, abrumada y con el corazón golpeando en mi pecho con violencia.

Giro la cabeza y veo a Hades, quien parece enojado. Me observa a mí con cierta decepción en el rostro y Leia, me mira con ira. Entonces, Hades tira de ella hacia otro lado y Aaron los observa a los dos con el ceño fruncido, enojado.

Entonces lo entiendo, solo me usó para molestarlos a ambos. Me besó, solo para generar esa reacción en ellos. Y lo logró, pero también lo logró en mí.

Cuando ellos se van, lo cual ocurre en una fracción de segundo, mi mano como si tuviera vida propia impacta en la mejilla de Aaron con violencia. Siento que mi mano duele, así que la sujeto con la izquierda, sintiendo el dolor punzante.

—¡Suéltame! —grito apartándome de su agarre, enojada, con mi sangre fluyendo caliente y espesa, con rabia por mis venas.

Aaron solo me observa con enojo y cuando siento que va a hablar, una voz estruendosa interrumpe todo.

—¡La policía! —grita una voz femenina, y entonces, todo es descontrol.

Yo observo a la gente asustada, y entonces veo a la gente alborotarse por subir a sus vehículos o huir a pie. Lo seguro es que hay drogas, alcohol y apuestas ilegales en este lugar, lo cual es un problema. Y uno muy gordo, así que mi cabeza grita solo una cosa. Huye.

Pero necesito encontrar a Alex para eso.

—Dios, ¡Alex! —grito cuando veo el gentío y entonces la marea de gente me empuja, sin embargo logro abrirme paso para ver, y noto que un buen par de metros más allá hay alguien con ella. Veo que es Aira, junto a Bruno y Nika quienes la encuentran y corren hacia el auto.

Ella se gira con desesperación entre la multitud y cuando me ve, veo que hay dos coches patrulla con sus sirenas acercándose, ingresando a la playa.

—¡Corre! —le grito y ella lo hace, entonces corre.

Pero yo no puedo alcanzar, porque hay mucha gente. Alguien me choca, así que me caigo al suelo. Miro hacia atrás pero no veo a Aaron, no está allí, por lo que me queda por hacer es ponerme de pie y correr.

No veo a Alex, pero con mucha suerte logró llegar con los chicos. Mi mejor opción ahora es buscar un lugar para llamarla y que me encuentren, pero no hay nada más por hacer que huir.

Las sirenas están cada vez más fuertes, y entonces, me pongo de pie y corro junto al gentío, viendo las luces de los autos alumbrar la playa.

Lo peor que me podría pasar es que mi abuelo sepa que fui de fiesta, estoy segura de que eso no me traerá buenas consecuencias. Así que solo corro en la oscuridad para llegar a la ruta, donde hay muchos autos aparcados.

El Juego de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora