〘Capítulo 12〙

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Hoy es sábado, y mi abuelo quiere ir a la tienda ya que mi capacitación empieza hoy, por lo que pongo los ojos en blanco y le digo que ya bajo.

Son las nueve de la mañana y me dijo que vamos a la tienda en diez minutos.

Me visto con una remera verde de Hulk y me pongo unos leggins negros. Mi cabello lo dejo suelto y apenas peinado.

Bajo por las escaleras somnolienta, con ocho minutos a favor para desayunar.

—Buenos días —saludo a mi abuela quien está tecleando algo en su laptop mientras mi abuelo está sentado en la punta de la mesa y toma un café mientras ve las noticias.

—Buenos días hija —me devuelve el saludo ella mientras que mi abuelo asiente con la cabeza—. Siéntate a desayunar.

Obedezco gustosa y me sirvo un café con una medialuna.

—¿Estás nerviosa por tu primer día? —inquiere Mariane y yo me encojo de hombros.

—Estoy enojada, despertarse temprano debería ser un delito —me quejo haciendo un mohín mientras muerdo una medialuna y ella ríe.

—Es la vida de los casi adultos.

—Es horrible ser adulto entonces —sonrío y bostezo.

—Ya te vas a acostumbrar —me dice el abuelo y yo me encojo de hombros.

—¿Puedo llevar una cama a la terraza de la tienda? Después de todo no tendría que despertarme tan temprano.

—Lo voy a pensar —murmura mi abuelo y yo termino de desayunar cuando noto que casi se hace la hora.

Voy a cepillarme los dientes y luego bajo, encontrándome con que mi abuelo está sacando su auto de la cochera.

—¡Nos vemos abuela! —la saludo y ella me sonríe—. Deséame suerte.

—Suerte hija, no te comas todo en la tienda.

La observo extrañada y ella levanta las cejas con diversión.

—Eres mala, muy mala.

Oigo la bocina del auto y entonces salgo de la casa, no sin antes ver a Garu recostado en el sofá mientras duerme.

Maldito gato.

Lo envidio tanto.

Subo en el automóvil, poniéndome los auriculares y reproduciendo música en Spotify mientras mi abuelo maneja en silencio.

La tienda no está lejos, así que el viaje se hace corto.

Y cada vez que se hace más cerca yo siento que mis nervios también incrementan.

No pensé sentir esto... pero el hecho de pensar en estar cerca de Hades ahora me pone nerviosa, de esa extraña forma en la que siento que mis sentidos me juegan en contra.

Murdo el interior de mi mejilla mientras miro por la ventana, recordando cuando escribió en mi cuello, marcándolo de tinta negra.

Tengo que guardar el secreto...

Y tengo muchos nervios sobre lo que eso implique.

Se que si en algún momento mi abuelo se entera de lo más mínimo entre Hades y yo pondría el grito en el cielo.

Él no aprobaría nunca nada que tenga que ver con Hades, y yo la verdad no es que quiera nada, pero sé que mi abuelo desaprobaría todo. Es que Hades es la personificación de todo lo que está mal.

De todo lo que mi abuelo pretende alejarme.

Es complicado.

Cuando llegamos la tienda está abierta, lo que implica que hay gente. Y peor aún.

El Juego de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora