〘Capítulo 20〙

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—¿Sabes? Odio a la profesora de literatura —suspira Alex mientras caminamos hacia la biblioteca del instituto.

Tenemos que hacer una tarea sobre una novela del maestro Shakespeare a elección y claro que elegimos Romeo y Julieta, por lo tanto tenemos que hacer un ensayo sobre la obra en cuestión.

—Calla que los libros tienen oídos —bromeo caminando por los estantes en busca de tan codiciado libro. Nótese el sarcasmo.

—Shhh —chista una mujer pasando por el pasillo y llevando un par de libros en un carrito. No hay que tener muchos premios Nobel para saber que es la bibliotecaria... de hecho creo que se necesitan solo dos.

—Shhh —imita Alex y toma el libro de la estantería cuando lo encontramos y camina conmigo hacia unas mesas.

La chica acomoda sus anteojos sobre el puente de su nariz y se sienta frente a mí, dejando el ejemplar sobre la mesa de algarrobo gastado por los malos cuidados. Se nota que es vieja pero el hecho de haber sido bandalizada le da un aspecto lamentable.

Creo que si veo más allá puedo notar un pintoresco dibujo de un par de órganos reproductores practicando el coito. Poético, ¿Verdad?

Frunzo el ceño y observo a mi amiga, la cual deja el libro a un lado y me sonríe sacando un papel de su bolsillo.

Hay cuarenta nombres en él y ya pudimos emparejar más de veinte, lo que nos deja en siete chicos sin chica, es decir, falta emparejar a siete parejas, siete chicos y siete chicas a las que no sabemos a quienes eligieron.

Lo importante es que descartamos a Nika porque lo eligió Alex, a Hades porque lo elegí yo y a Aaron porque es su hermano y según nuestro trabajo de campo intuimos que lo eligió la chica rubia de nombre que siempre olvido por lo que Alex y yo la bautizamos como Bárbara.

¿Por qué? No sé, le queda bien el nombre.

La lista es más corta y estuvimos observando a Leia así que pudimos achicarla lo más posible para llegar a unos cinco chicos de esos siete disponibles con los que la vimos al menos cruzar una palabra. Descartamos a Grabriel, un chico que es la personificación del chico nerd, con todo y gafas de pasta gruesa.

Y descartamos a Miguel porque descubrimos que es homosexual y que fue obligado por sus amigos a jugar.

Pobre Miguel.

Puedo decir que Alex y yo nos lo tomamos un poco en serio. No sé si porque estamos aburridas o por otra cosa, o bueno, lo voy a confesar porque ¿A quién engañamos?

Nos gusta el cotilleo y nos descubrimos como buenas espías. Cabe aclarar que el chisme nos dio algo para hacer en este aburrido pueblo y la aversión de Leia hacia nosotras acrecienta eso que solo las cotillas tenemos. Tiempo libre para curiosear en la vida de otros.

Es como un sexto sentido cotilla que se activa y eso lo hace aún más divertido. Nuestra tarea previa consistió en prestar más atención a lo usual y nos encontramos emparejando a los posibles sospechosos.

Por momentos se siente como esos programas de televisión donde hay que descubrir quién es la pareja misteriosa que viene a declararte su amor, claro que esto es más divertido porque podemos saber de quién es un bebé.

—¿Ahora vemos a este? —inquiero señalando a quien se llama Geronimo, que aparentemente es algo así como un nerd con más estilo y trabaja en la biblioteca. Es decir, Leia está sentada unas sillas más allá con un par de chicas y estamos observando al chico que trabaja en la biblioteca hacer sus cosas.

Pero ni siquiera la observa, ni un segundo, en lo más mínimo.

—No creo que sea él —digo y ella niega con la cabeza, marcando el nombre con verde.

El Juego de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora