Capítulo 3: María

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Mi madre y yo nos bajamos del auto, ella tomó su rumbo a la sala de profesores y yo iba directamente a mi casillero. Me encontraba sacando algunos libros que necesitaba para mi clase de economía, a pesar de que se me cayeron al suelo, los tome rápidamente para que nadie se diera cuenta de lo torpe que fui, sin embargó, cuando cerré mi casillero giré mi cuerpo y en cosas de segundos veo al chico nuevo tropezar conmigo. 

—¡Fíjate idiota!—chilló enojado e impulsivo.

En ese momento pude ver su rostro mucho más cerca. Su piel completamente blanca, su cabello  rizado y un color castaño muy hermoso, sus ojos verdes con un toque de azul, era algo bastante llamativo al igual que sus labios pequeños.

Es lindo.

Si, está vez tienes algo de razón. 

Siempre la tengo.

—¿Me escuchaste?— volvió hablar. 

Noté que lo estaba observando mucho, así que traté de disimular. Enojada por su tonó le contesté de la misma manera. 

—Tú fíjate, ¿Acaso no viste que acababa de cerrar mi casillero?

—Tú eres la torpe que cierra su casillero sin mirar a su alrededor—alegó secamente.

—Estoy apurada, permiso, tengo que ir a clases—lo hice aun lado.

Llegué tarde a la clase de la profe Josie, eso hizo que mi enojo aumentara más. Me pidió que me quedara fuera del salón,  bien no era la única impuntual, había dos chicos que se veían caminando a lo lejos. Estaba un poco nerviosa porque sabía que mi madre se enojaría conmigo por haber llegado tarde a una clase y todo por la culpa de ese chico alto y lindo. 

—Por tu culpa llegamos tarde—una voz ronca a mi lado proclamó.

En cuanto levanté mi vista vi que era el idiota con el que acababa de tropezar. 

—Es tu culpa, si no hubieras chocado conmigo nada de esto estaría pasando.

—Tu eres la tarada que no se da cuenta que la gente va pasando a tu alrededor—reclamó.

Tiene razón. 

Cállate. 

—Eres un idiota—expresé enojada.

—Tu eres una idiota—comentó enojado.

Los alumnos salían del salón y un compañero  nos pidió al idiota y a mí que entraramos al salón. El chico se paró y entró al salón, y yo hice lo mismo.

—Chicos... ¿Por qué llegaron tarde? —preguntó la profesora con voz dulce.

Pensaba que en ese momento el chico me echaría toda la culpa por haber llegado tarde, pero cuando él habló y dio explicaciones de lo que ocurrió, me sorprendió bastante.

—Fue mi culpa profe, yo le pedí a María que me enseñara el colegio porque soy nuevo y todavía no me adapto muy bien— aclaró muy firme en su postura.

 —¿Eso es verdad María?—la profe me miró dudosa.

No sabía que decir, no sabía si debía seguir la corriente o decir lo que realmente había pasado, sin embargo, sabía que si decía la verdad quedaría como una chismosa delante de él y no quería dar esa impresión.

—¿María?—repitió la profe.

—Si, si, Agustín me pidió que le enseñe el colegio.

—Bueno, eso lo podían haber hecho en los recreos o después de clases, pero no les pondré anotación y tampoco le diré al director.

—Gracias profesora—expresamos al mismo tiempo con Agustín.

Nos miramos por unos segundos y salimos del salón.

Tenía mucha intriga por la mentira inventada de su parte, así que me arme de valor, lo agarré del brazo y él se giró.

—¿Por qué mentiste?—lo miré a los ojos.

—¿Preferías que nos anotaran?

—No, pero...—se fue antes de que terminara de hablar.

Terminó la jornada de clases y yo estaba a punto de irme, cuando aprecie un auto de color rojo, supe al instante que era mi hermana. Su música ranchera era para conocerla de lejos, es fanática de ese estilo de música. 

—¡Oye, ven súbete!— gritó desde su coche.

—Voy. Espérame tan solo dos minutos.

Fui rápidamente a mi casillero para dejar algunos libros de la última clase y cuando estaba apunto de irme vi a el nuevo que me estaba observando ,pero no le presté mucha importancia y me fui sin preguntar nada. 

—¿A dónde vamos?

— Que te parece ir a tomar un helado y después ir a parque?— sonrió toda  emocionada.

—¿Si, pero mamá sabe?

—Si. Le dije que hoy íbamos a llegar tarde, así que tranquila.

Mientras escuchábamos a su cantante favorito que era un mexicano llamado Cristian Nodal, me hablaba de su vida en la cuidad y como es todo por esos lugares en los cuales habita mucha gente.

—¿Algo nuevo pasó en el colegio?

No sabía si contarle lo que pasó hoy en el colegio, aunque  sé que en ella puedo confiar, además ella y yo nunca nos ocultamos nada.

—Si, un chico tropezó conmigo y bueno me llamo "idiota".

—¿Y tú que hiciste?—me miró mientras, ella seguia conduciendo. 

—Le dije que él se fijara al pasar al lado de las personas.

—Debiste golpearle la cara a ese imbécil— volvio a mirar al frente. 

—Si, pero ya no importa.

Cuando llegamos a comprar los helados cada una pidió el suyo, ella de vainilla y yo de frutilla. Fuimos al auto y en dos minutos llegamos al parque y algo de pena me provocó  en cuanto vi el parque al que me habia llevado. Era el  parque al que siempre nos llevava nuestro padre. Ahi fue mi primera caida en un juego, yo  estaba corriendo por la arena y mi hermana me empujó sin darse cuenta de su fuerza, la sangre caia por mi boca, al día siguente un diente se me cayo y  lo unico positivo de esto fue que tuvé un chocolate debajo de mi almohada. 

—Oye, ¿qué te parece si nos columpiamos?

—Somos un poco grande para jugar ¿no lo crees?

—No existe edad para los juegos y la diversión Maritis.

Maritis es un apodo que Stephanie me ha dicho desde éramos niñas, desde entonces me llama así y aunque algunas veces pienso que ese apodo es una burla, se que ella me demuestra su amor así.

—Bueno.

Mi hermana siempre fue mi pilar fundamental, ella nunca me dejó sola por las noches mientras lloraba por la pérdida de nuestro padre, siempre me dio consejos para conquistar a Tom y  nunca resultaba porque yo soy un poco vergonzosa para esas cosas, pero ella no. Stephanie siempre fue de frente con sus cosas y eso era lo que más admiraba de ella.

—¿Le vas a contar a mamá lo que ocurrió con ese chico?— preguntó  mientras seguíamos balaceándonos.

—No sé, pero creo que mamá me está ocultando algo de él. 

—¿Eso es malo o bueno?

—Tendré que descubrirlo. 


Te amaré más allá de las estrellasWhere stories live. Discover now