Capítulo 28: María

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Alguien golpeó mi puerta, alcé mi mirada y vi al castaño apoyado sobre ella sonriendo.

—Mierda—cerré rápidamente mi diario y lo guardé en mi mesita de noche.

—¿Qué escribes?—preguntó mientras, entraba a la habitación.

—Nada importante. Solo tonterías—balbuceé.

—De acuerdo—dijo un poco dudoso—. ¿Vamos?

Me había olvidado por completo que hoy saldría con él.

—Perdón, se me olvidó.

—¿Sabes que eres una idiota?—dijo con ironía.

—Lo sé gracias a ti.

—Pero sabes que eres la idiota más hermosa que conozco—se aceró a mí.

—Si, ya me lo has dicho.

Él sonrío de la manera más dulce. Maldita sea, es la sonrisa más hermosa que he visto. ¿Alguna vez has visto el atardecer de una playa? Porque yo acabo de ver ese atardecer ahora mismo, pero en su sonrisa, tiene la misma calma y la misma hermosura, es como el atardecer que siempre anhele ver.

Se acomodó a mi lado y nos quedamos en silencio por un largo rato. Pude oír la respiración calmada del chico, al parecer todo estaba bien en él. Era como si nada hubiera ocurrido en la mañana.

—Tienes que denunciarlo o, aunque sea aléjate de él—dije, rompiendo el silencio.

Giró su cabeza en dirección a mí. Sus ojos verdes con un toque de azul me miraron con dolor y angustia.

—No puedo—dijo cansado.

—¿Tienes miedo?— demandé.

Se levantó de la cama. Pasó sus manos por su cabeza y me volvió a mirar.

—Si, pero temo que lo encierren y que no me dejen verlo—sus ojos se llenaron de lágrimas—.  Tengo miedo de que nunca pueda mirarme a los ojos y decirme que me quiere o que está orgulloso de mi o cualquier cosa. Lo quiero mucho, aunque sea una mierda conmigo, crecí con él y al principio él dio su vida por mí. Me cuidaba, me trataba como su verdadero hijo hasta que conoció el maldito alcohol—su voz se quebró y dejó caer un sollozo.

Me acerqué a él y lo abracé, acaricié su cabello rizado y deje que desahogara cada sentimiento de dolor que tenía. Mierda, soy tan débil al verlo tan destruido.

—Agustín, mírame—lo separé de mí y  me miró—, Saldremos de esta juntos. No importa cuánto tiempo lleve esto, pero te prometo que jamás te dejaré solo—me miró con consuelo.

—Te amo—dijo tiernamente.

Mi corazón nuevamente se aceleró.

—Yo también te amo—acorté la poca distancia que había y lo besé.

Lo besé con tanto amor y pasión. Lleve mis manos hasta la parte trasera de su cuello al igual que él  tomó de mi cintura con tanta suavidad y ternura. Nos movimos hasta mi cama y él me dejó caer con delicadeza. Él chico se quedó encima de mi sin alejar sus labios de los míos.

Después de unos segundos  se alejó de mí, tratando de hacer contacto con mis ojos.

—Eres lo más hermoso que ha llegado a mi vida.

Tomé de su cabello y jalé de él con mucha suavidad hacía mí y volví a besarlo. Agustín bajo hasta mi cuello y se sentía tan malditamente bien. Era simplemente perfecto.

El chico seguía besando mi cuello hasta que bajó aún más, así llegando hasta una parte de mi hombro, cerré mis ojos con deseo y dejé que el chico humedeciera mi piel con sus besos.

Siempre dije que debería hacerlo con la persona que amaba y que me hiciera sentir segura y esa persona era Agustín, lo sentía en el fondo de mi alma y creo que siempre será así. 

Te amaré más allá de las estrellasWhere stories live. Discover now