Capítulo 24: María

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Me puse un vestido negro con un tapadito para ir al funeral de Stephanie. Tenía que estar lista a las once de la mañana para llegar a las doce en punto al cementerio, mi madre estaba esperándome en el auto, mientras yo entraba en la habitación de mi hermana para ir en busca de su peluche favorito que estaba encima de su cama. Me acerqué para tomarlo y lo primero que hice fue olerlo, quería sentir su aroma como si en este preciso momento ella estuviera abrazándome con fuerza. Mi madre tocó la bocina para avisarme de que ya estábamos en la hora y bajé rápidamente.

Al llegar al lugar sentí como mis piernas temblaban. Hace mucho que no iba a un cementerio, la última vez que fui, fue por mis abuelitos. A mi padre nunca lo pude visitar porque sus cenizas fueron tiradas en el mar. Su lugar favorito.

—¡Vamos hija!—mi madre me habló tratando de captar mi atención y la miré.

Nos dirigimos al círculo que estaba rodeado de personas, eran aproximadamente 17 personas, entre ellas estaba Antonio y Agustín. Ayer por la noche les pedí que vinieran, puesto que para mí era un momento doloroso y ellos son los únicos en los cuales podía apoyarme plenamente.

—Para empezar a despedir a nuestra querida Stephanie Ramos López—el sacerdote hablaba, pero yo no le prestaba mucha atención.

Terminó de hablar y cedió la palabra. Alcé mi mano y me dirigí hacia el centro de la carpa.

—Quiero decir que Stephanie no fue una persona común—comencé hablando—.  Ella era especial e íntegra. Me enseñó que si  el mundo a tu alrededor se esté acabando, existiran personas que estarán contigo, tratando de ayudarte a salir adelante. Ella fue una de esas personas y ahora al perderla supe que la vida puede ser muy injusta. Quizás ese era su destino y el destino de la gente que les rodea—mis ojos se llenaron de lágrimas—. Pero ella siempre será importante en mi vida y nunca me olvidaré que fue y será una de las personas que más amo en mi vida. Te extrañare hermanita... cuídame donde sea que estés y espero que te rencuentres con nuestro padre—sollocé.

Me alejé del ataúd y me fui al lado de los chicos. Antonio me abrazó y Agustín tomó mi mano. Tenía suerte de tenerlos a ellos en ese momento, agradecía a Dios por haberme puesto a los dos en mi vida.

Mi madre dijo algunas palabras y fue entonces cuando el sacerdote dijo que ya podían bajar para  sepultarla, Mis tíos empezaron a bajar el ataúd, mi madre en llanto tiraba unos pétalos de rosa, yo debía tirar su peluche rápidamente antes de que ya sea tarde, llevé el peluche a mi nariz para olerlo una última vez, mis lágrimas cayeron en el panda y ahí fue cuando  lo lancé diciendo que descansara en paz.

Stephanie Ramos López, 19 octubre del 1997 al 22 de agosto del 2016. 

Te amaré más allá de las estrellasWhere stories live. Discover now