Epílogo

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Seguiré recordándote y amándote.

Giré sobre mi eje para mirar a mi lado, percibí un pequeño hueco vacío junto a mí, ella no se encontraba conmigo. La extrañaba tanto.

Cayeron unas cuantas lágrimas por mis ojos, mi mandíbula se tensó para no soltar un pequeño sollozo, sin embargo, fue un fracaso, tomé una almohada entre mis manos y la traje hacia mí, la coloqué en mi rostro y solté un grito desgarrador, para aliviar el dolor que tenía.

No estaba acostumbrado a no verla, a no sentir su aroma, a verla bailar en las mañanas mientras escuchaba nuestras bandas favoritas. Recordaba cada detalle de su rostro como su pequeña cicatriz, sus manos tan suaves y delicada, sus labios hermosos y su cabello lacio... Y su risa, la risa que llenaba mi corazón de felicidad.

Quité la almohada y saqué las sábanas que me rodeaban por el cuerpo, caminé hasta el baño y luego bajé las escaleras. No me agradaba la idea de tener que ir a la universidad, sin embargo, estaría junto a Antonio y Alan que estaba terminado su carrera. Los chicos que han estado conmigo superando este maldito dolor.

— ¿Te llevo a la universidad?—pregunto mi tío.

He vivido con él desde el día que mi padre fue a la cárcel. No he sabido nada de él y tampoco quiere saber de mí. Me mude del pueblo hace cuatro meses, el año nuevo la pasé en mi antigua casa, pero sin ella.

La extraño.

Ese día fue uno de los peores, la pasamos junto a Clara, mi tío con su hija, la familia de Alan, Antonio y su padre. Por más que quería estar bien ese día los recuerdos me jugaban en contra, ella y yo deseábamos pasar el año nuevo junto, feliz y contento.

"—¿Te imaginas pasar el año nuevo juntos?
Sería maravilloso."

El recuerdo se mantuvo ahí ese día, haciendo que mi pecho arda por los malditos recuerdos que me hacían tan mal.

—No, iré solo—respondí después de un largo silencio.

Tomé el auto y me dirigí a la universidad, en el camino iba escuchando la canción que la chica me había dedicado. Las frases de la canción se repetían una y otra vez. No me di cuenta que ya había llegado a mi destino hasta que vi al lado el auto de Antonio.
El chico bajó de su auto y me habló.

—Hola, oye te tengo algo.
—¿Qué?—pregunté.
—Mira—sacó una libreta que tenía en el auto—. Clara me lo dio con mucho gusto, eso sí me lo paso después de unos meses, pero bueno, toma—me lo tendió.

El chico tardó mucho en conseguirlo, pero por fin lo tenía entre mis manos. Cuando leí la portada se veían unas pequeñas letras que decían: Diario de vida de María. El diario en el que escribía cada cosa que le pasaba, sus sentimientos, sus amores y su vida íntima.

—Gracias, de verdad—sonreí.

Antonio se volvió como un segundo hermano para mí, Alan era el primero y eso nunca iba a cambiar. Agradezco a la vida por dejarme a estas tres personas en mi camino, aunque una ya no lo esté físicamente, lo estará mentalmente y para siempre en mi corazón.

Caminé hasta la sala de literatura. Había elegido esta carrera, por ella y por mí, desde que era niño me encantaba leer y escribir mis propias historias, sin embargo, también por ella que no pudo cumplir su sueño. Alan escogió la misma carrera, en cambio Antonio escogió algo relacionado con la mecánica.

Te amaré más allá de las estrellasWhere stories live. Discover now