Capítulo 30: María

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—¿Salgamos?—dijo el castaño.

—Es muy tarde, además mañana tenemos clase.

—Andas muy perdida. Mañana no hay clases, acuérdate que es el aniversario del colegio—se burló.

Mierda. Verdad que mañana no va nadie al colegio por el maldito aniversario. Tan rápido a pasado el tiempo, hace casi uno o dos meses que conozco a Agustín, bueno si mis cálculos no me fallan. Recuerdo que el chico llegó en el segundo semestre, los dos estábamos en cuarto año con 17 años de edad.

Solo quedaban dos días para acabar agosto y se venía septiembre, por ende, mi cumpleaños,  no me gustaba celebrarlo, aunque mi madre siempre ha hecho algo pequeño para esa fecha.

—¿En qué te quedaste pensando?—preguntó.

—En que se viene mi cumpleaños—respondí.

—¿El 4 de septiembre cierto?—levantó una ceja.

¿Cómo carajos sabía mi cumpleaños? ¿Será que Tom le contó?

—¿Cómo lo sabes?

—Fue por Tom. Él me dijo, aunque me acuerdo perfectamente porque yo estoy el 1 de septiembre.

—¿Qué?—pregunté sorprendida—No lo puedo creer.

—Pues créelo, Ramos—sonrió de lado—.  ¿Y qué dices?—preguntó

—¿Lo de ir al lago?—el chico asintió con la cabeza—.  Vamos, pero debo decirle a mi madre, además son las 9 de la noche, no sé si me deje salir.

El chico no dijo nada. Se colocó su ropa y yo hice lo mismo para después bajar e ir donde mi madre. Le dije que saldría con el castaño y ella sin cuestionar asedió. Salimos de casa y Agustín me abrió la puerta del auto y partimos rumbo al lago.

Cuando llegamos los dos bajamos del auto. Él se aseguró de dejar todo bien cerrado, luego se acercó a mí y tomo de mi mano. Caminamos por el bosque hasta llegar al lago. El cielo se veía hermoso, las estrellas brillaban y se podía oír el cantar de los pájaros.

—Está hermoso—interrumpió el silencio.

—Si—respondí, mirando el cielo.

—Ven, metámonos al lago—jaló de mi mano.

—¿Estás loco?—reí.

Llegamos hasta la orilla.

—Ven, metete. 

Se empezó a quitar la ropa para meterse desnudo al lado.

No lo mires. Respeta. 

No es pecado mirar. 

—Bueno—me saqué la ropa y me sumergí en el lago junto a él.

El agua estaba temperada. El chico reía junto conmigo y nadaba bajo  las estrellas. Quise tomarle una foto en ese momento, pero solo preferí guardar ese recuerdo en mi memoria. Tenerla conmigo siempre. Verlo a él ahi junto conmigo, los dos desnudos. Tan expuesto para mí, tan único y hermoso. 

Me pregunté tantas cosas en silencio, que me comenzaron atacar ¿Será que antes había traído a alguien a este lugar? ¿Si era a la única persona a la que amaba?

—Agustín—llamé su atención al instante—, ¿has traído a otra chica a este lugar?—pregunté nerviosa.

Esperé impaciente su respuesta. 

—No, nunca—respondió—. Este lugar es sagrado para mí y no dejaré que cualquiera lo vea—se acercó a mí—. Agustín—volví a llamar su atención—.  En este preciso momento la noche esta perfecta y quería preguntarte algo—mis manos temblaron y no era por el viento que corría.

—Si, dime—respondió calmado.

La voz me temblaba por lo que iba hacer, aunque sabia la respuesta. He leído mucho sobre los hombres  dando el primer paso, pero estaba vez queria hacerlo yo. Estaba vez queria ser esa chica sin miedo por lo que iba a decir. 

—¿Quieres ser mi otra mitad?

Dije sin más rodeos. El chico me miró sorprendido.

—Claro que quiero serlo. Claro que quiero ser eso y mucho más—acortó la distancia que se presentaba.

Al instanté lo abracé rodeandolo con mis piernas. Nuestras pieles desnudas se juntaron al igual que nuestros labios. Era un beso con pasión, con tanto deseo. El mundo ya no existía estando a su lado. Los problemas de ambos  desaparecieron.

Solo eramos él y yo, bajo de las estrellas en el lago.  

Te amaré más allá de las estrellasOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz