Capítulo 29: Agustín

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A maría se le escapó un pequeño gemido. Levanté la mirada  para verla, tenía sus ojos cerrados, su labio inferior lo mordía con delicadeza. Volví a besarla, pero esta vez, besé esa cicatriz hermosa que tenía debajo de su ojo, aún no sabía como se había hecho esa herida, sin embargo, no era el momento de preguntar.

Me abrazó con sus piernas mientras jalaba mi cabello de manera tan placentera. Maldita sea, me sentía tan jodidamente bien a su lado, sentir su cuerpo con el mio, sus manos suaves y delicadas me recorrieron por debajo de la camisa, haciendo un camino hasta mi estómago. 

Pasé una de mis manos debajo de su polera, acaricié con lentitud su piel suave y delicada, mientras  iba levantando poco a poco su camisa, pero la chica la sacó con rapidez, dejando así a la vista su sujetador de color negro. Era fanática del negro.

Ella levantó mi camisa tratando de sacárla, pero no pudo, ya que me encontraba encima de ella, así que la ayudé. La peliazul vio las marcas que me había dejado mi padre. Su mirada fue de dolor por cada golpe que se reflejaba en mi abdomen. Las acarició con delicadeza y luego las beso con dulzura.

Recostó  su cabeza sobre la almohada mirándome. Sonrió con tanta ternura. Pasé una de mis manos sobre su sostén para desabotonar de él, después de unos segundos logré sacarlo, dejando así al descubierto sus pechos. Besé cada uno de ellos con lentitud, haciendo que la chica jadee en voz baja.

 Joder, ¡amaba verla así!

La bese. La acaricié. La miré. Todo era fantástico cuando estabamos juntos. Dejé su piel llena de besos. Llegué hasta el cierre de su pantalon y ella me asintió con la cabeza. Sin mas que decir, baje sus pantalones y quedo solo con sus bragas. La admiré por unos segundos. besé sus piernas con mucho cuidado. Le salió otro gemido. 

Estaba tan duro ya, que no aguante mas las ganas de estar con ella. De poder sentirla por completo. Cuando estaba apunto de bajar sus bragas, me detuvé. 

—¿Está segura?—Pregunté. 

No dijo nada y solo me llevó hacia ella besándome con sus labios carnosos. Ella jugaba con su lengua sobre mi boca y  se sentía tan bien esa sensación.

Saqué un sobre, lo abrí. logré ponermelo, la chica se sentó encima de mí y dió un pequeño gemido.  En el fondo de mi alma pude sentir lo que realmente era hacer el amor con alguien. Percibí lo que realmente es amar por primera vez y sí, aunque con ella no me conocí de la mejor manera, sentía que ya no podríamos separarnos más.

Creo que la amé desde que el imbécil de Tom me hablaba de una tal chica de pelo lacio, con su pelo de color azul, con sus ojos cafés, con esos labios que me volvían loco al besar y con esa manera tan peculiar de hacerme sentir como el ser más amado.

Se siente tan bien estar dentro de ella. 

Deja de pensar y disfrutemos esto.

La chica se detuvo por un momento tratando de mirar mis ojos, ella sonrío cuando nuestras miradas se encontraron. Su mirada reflejaba ternura y amor. Cada parte de mi cuerpo se ponía piel de gallina. La tomé con firmesa  atrayéndola más a mí con un beso apasionado, la chica se alejó y volvió a sentarse para volver a moverse lentamente, pero antes de volver hacerlo ella beso mi frente y susurro algo en mi oído.

—En este momento somos dos estrellas brillando cariño.

Sonreí a lo que me dijo porque era cierto, en este momento estábamos brillando y era porque estábamos juntos.

Brillábamos mientras a nuestro alrededor las cosas se derrumbaban.

Brillábamos mientras, nos teníamos el uno al otro.

María Ramos y yo, éramos solo dos estrellas brillando. 

Te amaré más allá de las estrellasWhere stories live. Discover now