Capítulo 33: María

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—¿Estás bien?—pregunté.

—Por una parte... sí—respondió.

—Perdón por llamar a la policía. Sé que no querías denuncia...

—Tranquila—interrumpió—No estoy molesto, por fin se acabó.

Su tío dijo que se haría cargo de él, pero primero tienen que hacer los papeles y el juicio contra su padre. Me daba impotencia verlo tan triste por la denuncia que le haría, aunque ya era tiempo de acabar con los maltratos hacia él.

¿Y si le dices de una vez?

Si, pero creo que no es el momento.

Hazlo ya.

—Yo te cielo Agustín—susurré.

Lo dije tan bajo que pensé que no lo había escuchado, pero fue todo lo contrarió.

—¿Te cielo? ¿Qué significa eso?—preguntó confundido.

—¿Nunca has oído la frase "yo te cielo"?

—No—respondió.

Cuando era pequeña me encantaba leer las cartas de Frida Kahlo, era uno de mis pasatiempos favoritos. Cada carta tenía un gran mensaje, ella escribía sobre su divorcio que fue una etapa difícil, al igual que podía escribir algo triste, algo de amor, de complicidad y por supuesto su propia frase "Yo te cielo".

—Nunca escuchaste o leíste la frase "¿Se pueden inventar verbos? Quiero decirte uno: Yo te cielo, así mis alas se extienden enormes para amarte sin medida".

—No la verdad es que no, pero ¿Qué es "yo te cielo"?—volvió a preguntar.

—Yo te cielo es una frase de amor, de entrega y de libertad—indiqué—. No es jurar un para siempre, sino que es jurarnos en el ahora, cada día, es como un te amo más que a mi propia piel y por eso yo te cielo.

—Entonces mi querida idiota—rio—, Yo también te cielo—sonrió de lado y acortó la distancia entre nosotros, pero hice algo antes de que se acercara para besarme. 

Me levanté de la cama rápidamente, me fui en busca de mi celular y puse Daughter. Cerré la puerta con seguro y me dirigí a la cama junto a él, sin embargo, esta vez me senté en su regazo.

El chico tomo mi cintura con delicadeza y jalo de ella sutilmente. Nuestras bocas se unieron con mucha intensidad y él subió sus manos debajo de mi ropa para así llegar hasta mis hombros.

—¿No te dolía el cuerpo?—reí.

—Sh...—me calló, dándome un beso.

Siguió besándome, hasta llegar a mi cuello. Mierda. Sentía que estaba en el paraíso. ¿Nos podemos enamorar de alguien siendo tan jóvenes? Porque yo si le hice. Me enamoré de un hombre que realmente me amaba y que me hacía sentir completa. 

—Estamos brillando como estrellas, cariño—susurró en mi oído y yo gemí despacio.

Éramos dos estrellas brillando.


Al día siguiente

Cogí el celular del chico porque sonaba un montón de veces y él no lo cogía. Vi que tenía tres mensajes de su tío.

Tío.

Agustín, los trámites ya están en orden, solo falta que firmes  (:.

Tío.

Fui a visitar a tu padre en la mañana y no anda muy bien.

Tío.

Ya tengo lo que me pediste, tienen que ir el 3 de septiembre a las 5:00.

Te amaré más allá de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora