2- Hola, Louis

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Louis estaba tras el mostrador principal, haciendo el inventario semanal de los productos que vendían en "Happy Pets".

Así era, Louis Tomlinson trabajaba en una tienda de mascotas. Probablemente para muchos era un trabajo bastante indeseado, pero para él era algo casi glorioso.

Su vida entera se la pasó soñando con un día estudiar Veterinaria en la universidad, pero sabía que aquel era un sueño totalmente inalcanzable. Así que, trabajar rodeado de los animales que amaba y admiraba tanto, era una forma linda en la que sentía que el destino lo había compensado.

-¡Louis, dile a ese maldito pajarraco que cierre el pico!- su mejor amigo, y también compañero de trabajo aparecía como siempre con el ceño fruncido. Niall gustaba de los animales, pero claramente no de tantos y menos de tan cerca.

-Es un Guacamayo Niall, y tiene nombre, se llama Pepe...-

-Como sea, no ha dejado de insultarme cada vez que voy a la bodega a buscar algo... No debiste enseñarle a decirme "puto"-

Louis soltó una carcajada, la que claramente no fue del agrado de su amigo.

-Oye bien, cambiando de tema... ¿Ya te decidiste por mandar tus datos a la página de pornografía esa que viste en la deep web?- Niall bajó la voz a un murmullo.

-No, aún no... pero estoy pensando seriamente en hacerlo- Louis respondió tras soltar un bufido.

-¿estás seguro amigo?, ¿las cosas que se suben al Internet jamás desaparecen Lou... es algo realmente serio-

-Claro que lo sé Niall, pero... ¿Tienes otra opción mejor, acaso?-

Louis jamás parecía estar de mal humor, a pesar de que los problemas que cargaba sobre sus hombros eran cada día más insostenibles.

Rebecca su madre, siempre había sido un problema para el castaño, incluso desde que era un niño. La mujer era alcohólica, y solía salir de fiestas o a apostar a los casinos más elegantes junto a sus diferentes amantes, dejándolo completamente solo cuando apenas y alcanzaba a encender por sí solo la luz del baño.

Nunca conoció a sus abuelos, y jamás supo cual de todos los hombres que frecuentaban su casa y le llevaban de vez en cuando algún presente, era su verdadero padre.

Louis tenía apenas doce años cuando se decidió que apenas tuviera oportunidad se iría de casa y formaría su propia familia, y tendría su propia casa llena de muchos y perros y algunos gatos. Sin embargo, poco tiempo después comprendió que ese sueño tampoco podría hacerse realidad en un futuro cercano.

Rebecca estaba embarazada. Y Louis supo desde el inicio que toda la responsabilidad de que aquel niño pudiera llegar al mundo, y luego crecer sano y fuerte, sería absolutamente de él.

Elliot llegó al mundo en una bella y cálida primavera. Y Rebecca como uno de los pocos actos considerados que tuvo en su vida, dejó que fuera Louis quien lo bautizara con ese nombre.

Louis no podía mentir. Las noches que pasó llorando junto a su hermano cuando este no quería dormir, o se enfermaba fueron largas y difíciles. Pero desde la llegada de aquel pequeño algo cambió en el corazón del ojiazul; ya no se sentía solo.

Ahora que su hermano estaba por cumplir sus ochos años, Louis analizaba como toda su vida desde su llegada había girado en torno a él. El castaño siempre lo consentía, y lo ayudaba en todos sus deberes escolares, aunque su mayor preocupación siempre era mantener controlado el Asma bronquial, el cual el pequeño padecia desde los tres años.

Podía ser una vida sencilla, pero muy feliz y tranquila si no fuera porque Rebecca estaba cada día más sumida en sus vicios, y Louis siempre tenía que estar sacando borrachos a escondidas de su hermano, y fingiendo que su madre estaba enferma del estómago cuando la verdad era que la reseca la mantenía en cama por varios días, solo siendo capaz de volver a levantarse cuando las ganas de beber nuevamente eran incontrolables.

¿Cómo conquistar a un virgen en la primera cita? || L.SWhere stories live. Discover now