27- El Destino

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Ocho años atrás.

Harry despertó con el estruendo de lo que supuso era un vaso o alguna botella, estrellarse y romperse contra el piso. Aquello era algo que podía asustar a cualquier adolescente de quince años, pero no, a él no.

Despertar en mitad de la noche al escuchar gritos, golpes y gemidos era algo a lo que tristemente se había acostumbrado desde que era un niño.

Los cantos dulces de su madre antes de dormir, los mismos que hoy se sentían más lejanos que nunca, habían sido reemplazados por música estridente y ruidos de fiesta. Claramente no era el ambiente para que un niño creciera y se desarrollara; pero Harry nunca tuvo otra opción.

Intentó volver a dormirse; era martes y al otro día tenía clases temprano en la mañana. Sin embargo, fueron los gritos desgarradores de una mujer y la oscura voz de su padre lo que logró atrapar su atención.

No le costó mucho diferenciar entre los que serían gritos de una fiesta común a los de una acalorada discusión. Se puso de pie casi por impulso, y salió de la habitación en dirección al lugar en donde suponía que provenían aquellas voces.

Su nueva casa, la última en adquirir su padre, era realmente enorme, casi una pequeña mansión, pero aún así el escándalo que hacían los invitados a sus habituales fiestas, lograba llenar todo el lugar.

Al llegar a la sala principal, la que servía para recibir a visitas no muy apegadas a su padre, sino más bien a socios que asistían por mera formalidad, una pequeña figura logró capturar su atención.

Un niño; era bastante pequeño y menudo, y Harry a simple vista notó que tenía varios años menos que él; diez, u once a lo mucho fue lo que supuso. Parecía algo asustado en lo que intentaba leer un viejo libro de cuentos.

-Hola...- Harry saludó frunciendo el ceño. No era normal encontrar niños, mucho menos de esa edad en ese tipo de eventos; y no pudo evitar sentir cierta incertidumbre por su presencia.

-Hola...- Una voz aguda y cargada de timidez le respondió.

-¿Qué estás haciendo aquí a esta hora?- El mayor preguntó ahora con un tono más suave. No podía evitar sentir algo de tristeza al ver a aquel pequeño allí solo en plena madrugada.

Harry no se sentía precisamente un afortunado por la vida que tenía, no obstante al ver a aquel pequeño sintió que podían haber realidades mucho más complejas que la suya; él al menos tenía una amplia y cómoda cama donde dormir y poder descansar.

-Estoy esperando a mi mamá...- El niño respondió con un encogimiento tímido de hombros, como temiendo que aquel chico más grande pudiera correrlo de su casa.

Harry solo asintió con la cabeza dándole una pequeña sonrisa con el fin de tranquilizarlo, y siguió su camino en silencio hasta que finalmente llegó tras la puerta de donde provenían los gritos.

¿Cómo conquistar a un virgen en la primera cita? || L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora