capítulo 9

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ANDY.

Había llegado la hora de dormir.

Me cepillé los dientes y me puse mi pijama calientito, en verdad que estaba muy frío el ambiente.

Ya Greg y sus padres se habían ido a la cama. Mañana sería un día sumamente significativo para la empresa y todo debería estar calculado hasta el más mínimo detalle.

Sin embargo notaba a Marco nervioso lo cual, curiosa y fastidiosamente, me ponía nerviosa a mí también.

— ¿Estas nervioso? — Pregunté ya cuando los dos estamos metidos en su respectiva cama.

— No, para nada. ¿Por qué lo estaría?

— Bueno, no lo sé. Te noto algo tenso — respondí encogiéndome de hombros.

— Lo que pasa es que no me gusta estar tan lejos de casa. Se siente algo raro.

Era lógico, a mí también me pasaba muchas veces. Nos acostumbramos a nuestra casa, nuestros espacios, nuestras pertenencias y cuando estamos en otro sitio, aunque pueda tener mil cosas más, siempre extrañaremos algo de nosotros.

— Te entiendo. Me pasa a menudo, pero luego pienso que va a ser para mejorar todo y hago el esfuerzo — comenté mirándolo.

Él me sonrió y luego organicé mi cobija y mis almohadas para dormir.

— Mañana será un gran día. Se que todo lo que hagamos mañana nos traerá excelentes resultados — dije ya acostaba mirando hacia el techo.

— Sí, tienes razón. Voy a calmarme y dejar que todo fluya como debe fluir— apuntó el imitando mi acción para quedar acostado de lado, observándome.

Se siente raro. La verdad, nunca antes había dormido con alguien en la misma habitación. Solo cuando era bebé con papá y mamá.

— Descansa Marco — dije apagando la luz de la mesita de noche.

—Tú también Andy — respondió él apagando su luz y dejando la habitación a oscuras. Sólo la tenue luz de la luna se colaba entre las cortinas de seda que había en la ventana.

No sé exactamente cuánto tiempo había pasado desde que me dormí.

— No fue mi culpa — escuché muy a lo lejos. Quizás estaba soñando.

— No, no es así — escuché de nuevo. Definitivamente no era eso.

Abrí mis ojos y vi el reloj que estaba en la mesita de noche: 11:09 pm

— ¡NO! Con ella no — gritó Marco lanzando su mano, como si quisiera alcanzar algo, pero solo estaba el vacío de la habitación.

— Marco despierta. No pasa nada — susurre para percibir si despertaba.

— ¡NO, SOBRE MI LO LOGRARAS! — gritó de nuevo con más fuerza y ​​removiéndose en su cama entre las cobijas.

— ¡MARCO! — dije un poco más fuerte que la vez anterior.

Despertó asustado, sudando y con la respiración agitada.

— ¿Qué quieres? — gritó él desesperado.

Como si hubiera sido parte del destino el reloj marcó las 11:11.

— Ehhhh, tranquilo soy yo — susurré enseguida para no despertar a la familia de Greg.

— Ah eres tú.

Encendí la lamparilla que estaba sobre la mesa de noche y fui hasta donde él.

Me senté a su lado y comencé a acariciar su cabello.

— Tranquilo, solo es un sueño — intenté calmarlo un poco.

— No, no era un sueño. Estaba reviviendo mi pasado — contestó él aún con la respiración agitada.

¿Su pasado? Sonaba como si tuviera la culpa de algo grave, pero ¿qué?

— Últimamente me pasa mucho. Mi psicólogo dice que sucede por el cambio tan repentino de ambiente y de lugar, es nervios de que algo falle y salga mal.

Su respiración era inconstante, sus hombros subían y bajaban de manera irregular.

Tomé sus manos para que sintiera calor humano. Que no estaba solo y me senté de manera que quedáramos de cara a cara. — Es tu espacio Marco. No Hay nada que te pueda dañar a tu alrededor, solo está la vida y su curso.

No hay nada de malo en tu espacio y en este preciso momento estas en él. Nada te puede afectar mientras estés en tu espacio. Solo estas tú y tu vida.

Su expresión era diferente esta vez. Siempre había tenido esa mirada de seguridad y confianza en sí mismo. Como cuando sabes que hagas lo que hagas va a salir bien: esa era la mirada cotidiana de Marco.

Pero ahora se veía perdida, inquieta, insegura y temeroso. Sin brillo, sin expresión. Sólo el verde esmeralda sin un punto fijo.

Comencé a inhalar y exhalar de manera pausada y tranquila. Inhalando por la nariz y exhalando por la boca para que repitiera mi acción.

Comenzó a seguirme el ritmo de la respiración y a regular la de él.

— ¿Mejor?
— Sí, mucho mejor — respondió cerrando sus ojos y dejando escapar todo el aire que tenía en sus pulmones.

— Tranquilo, todo estará bien — asegure con confianza para trasmitírsela a él.

— Si. Solo fue un mal momento — dijo él teniendo la mirada hacia abajo y controlando su respiración. — Tengo miedo de no ser lo que Tayler y tú se merecen.

¿qué? ¿Porque decía eso? Es un encanto de sujeto. Todo lo que él hace está bien. Es inteligente, caballeroso, sincero, calculador. O sea, es completamente lo que uno le podría pedir a la vida.

— Marco, eres más de lo que esperábamos. La empresa ha crecido como nunca y sos de las mejores personas que he conocido en toda mi vida. De verdad — aseguré con confianza y dedicándole una sonrisa.

— Ni siquiera has visto mi hoja de vida — expresó con tristeza, como si fuera a decepcionarme de él.

— No necesito verla para saber que eres un ser excepcional. Se que tu hoja de vida es intachable por la persona que eres: dedicado, caballeroso, comprometido.

Acaricié su hombro y le di una palmadita de ánimo en la espalda.

— En verdad gracias Andy. Aprecio mucho esto y disculpa por despertarte.

— No te preocupes. No fue nada — respondí con sinceridad.

Me había creado una gran duda el hecho de que era verdad lo que Marco decía: jamás vi su hoja de vida.

Es cierto, las hojas de vida en Velavente pasan por muchas partes hasta que llegan a mí y si son cargos importantes como el de él se le muestran a Tayler.
Pero con Marco el orden fue completamente diferente. La verdad no tenía ni idea quién había ingresado la hoja de vida de él al sistema, jamás llegó a mis manos. Al parecer solo estuvo en las manos de Tayler quien sospechosamente contrató a Marco sin pedirme mi opinión.

Tampoco quiero decir que Tayler siempre necesita mi aprobación, pero es algo que casi la mayoría de veces suele realizar.

Como fuera, Marco había sido una buena jugada. Sea como sea, que haya terminado trabajando aquí es una bendición.

— Bueno te dejo descansar. Se que mañana es un día fundamental — afirmó el después de unos minutos en silencio mientras yo meditaba lo de su hoja de vida.

— Si tienes razón. Que descanses — respondí mientras me ponía de pie y volvía a mi cama.

Me metí dentro de la cobija y apagué la luz, dejando todo como estaba hace poco: oscuro. Solo con la tenue luz de la luna que se colaba por la ventana entre las cortinas de seda.

11:11 [Terminada]Where stories live. Discover now