capítulo 16

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Domingo 17 de junio 2018

La verdad no me quería parar de la cama.

Tenía fiebre, congestión nasal, tos y todos los síntomas que puede tener: una gripe muy fuerte.

Estaba arropada hasta la cabeza y se supone que ya comenzó el verano, otro argumento que prueba mi terrible estado de salud.

Logré alcanzar el celular que lo tenía en la mesita de noche y marcar el número de Tayler.

— Buen día Andy — saludó con efusividad —¿Cómo despiertas hoy?

— Tayler, me siento terrible — respondí y acto seguido a eso estornudé.

— Demonios ¿estás bien? ¿quieres que te acompañe?

— No hace falta Tay, estoy bien. Solo es gripa — afirmé y tosí al mismo tiempo. — llamaba para preguntar como estaban ustedes.

— Estamos bien. Pero tú no lo estás, ya voy para allá — se opuso él.

— Tay, después contagias a Anto y a Vero. Quédate en casa que yo voy a estar bien.

— Están en vacaciones de verano. No va a pasar nada si voy...— siguió insistiendo Tayler.

— Contagias luego a Anto y después no disfruta sus vacaciones. Estaré bien, tranquilo. Vayan hoy al parque y hacen el picnic

— Cuídate y espero que mejores pronto.

— Gracias Tay. Me alegro que estén todos bien.

Colgué la llamada y miré el reloj, eran las 10 en punto de la mañana.

Era domingo y se supone que lo aprovechaba siempre para ordenar mi apartamento dado que entre semana no me daba tiempo, pero mi cuerpo no quería levantarse de la cama.

Decidí tomarme una pastilla para el malestar y dormir un buen rato.

No sé cuánto tiempo pasó, pero lejanamente escuché el timbre del apartamento y me quejé. ¿Quién demonios podía ser?

Volvieron a llamar y lo único que me quedaba por hacer era ir a abrir la puerta.

Me levanté despacio, me puse las pantuflas rosadas que tenía al lado de la cama y observé la hora.

11:11 de la mañana y yo seguía en pijama.

Caminé hacia la puerta y para mi sorpresa quien se encontraba al otro lado era nada más y nada menos que Marco.

Llevaba un Jean azul oscuro muy clásico con una camisa a cuadros manga corta y unos zapatos azules también.

— ¡ay por favor! No me digas que Tayler te mandó. — protesté porque sabía que todo había sido obra de Tayler.

— Me dijo que te sentías muy pero muy mal. — sonrió él con una bolsa de papel en la mano.

— No tenías porque...

— No, no. Para nada, es mi responsabilidad ahora cuidar de ti. — terminó diciendo mientras entraba a la casa.

Enserio Tayler era un gran amigo, pero a veces seguía creyendo que tenía 5 años y debían cuidar de mí.

Entre a mi habitación de nuevo y Marco se quedó de pie en la puerta.

— Pasa, aquí no hay nada raro — dije haciéndole una seña con la mano para que entrara y se sentara en un pequeño sofá que tenía dentro de la habitación.

Mi habitación era grande. Había una hermosa ventana que tenía una vista increíble. Con una persiana vertical de color gris que combinaba con el resto de la habitación.

Las paredes eran de un gris perla y la pared del fondo era con textura corrugada.

Mi cama también era grande, con miles de cojines y almohadas. Con un precioso cobertor azul que le daba un toque de color al cuarto.

— Si te sigue subiendo la fiebre tendrás que ir donde el médico — aseguró Marco un poco desanimado.

— Es solo una simple gripa. Se me pasará — me opuse a su propuesta de ir a un hospital.

Pero claro. Era Marco Jensen. Obviamente al igual que Tayler Warren no se iba convencer tan fácilmente.

En mi mesa de noche había un termómetro para tomar mi temperatura.

Sin yo decir una sola palabra, Marco tomó el termómetro y lo puso bajo mi brazo.

— Marco enserió. Deberías estar pasando tu domingo con tu familia o tus amigos. No aquí como si fueras mi padre y yo una niña de 5 años — protesté. Literalmente estaba pasando su día libre cuidando de mí. Como si yo sola no me pudiera cuidar.

— Enserio que es mejor estar aquí cuidando de ti que en mi departamento durmiendo Netflix.

Esa expresión me causó gracia y no pude evitar reírme. — ¿Cómo que durmiendo Netflix?

— Las películas son buenas, pero tengo la peculiaridad de dormirme.

Más gracia me dio aún, riéndome con más fuerza ahora. Marco también se contagió de mi risa y terminamos los dos riendo.

— Te traje el almuerzo, para que no tengas que cocinar en ese estado. ¿Quieres comer ya? — preguntó él con la caballerosidad que lo caracteriza mientras sacaba el termómetro y lo observaba.

— Si. Muero de hambre- respondí.

Marco se dirigió a la cocina y sacó la comida de la bolsa.

Eran 2 sándwiches que se veían deliciosos.

Mi cocina era más de concepto un poco abierto. Después de entrar encontrabas una barra con dos sillas lo suficientemente altas para poder comer sobre la barra, que separaba el espacio de la cocina con el de la sala.

El fogón quedaba en medio en manera de isla y al lado izquierdo estaba el lavaplatos y la nevera.

De lado derecho estaba el microondas y todas las despensas donde guardaba la comida, algunos utensilios, la vajilla, los cajones con cubierto y otras cosas más.

— Tayler me dijo que te gustaba el de pavo y jamón así que compre de ese con limonada.

— Adoro esa combinación — afirmé con una sonrisa y me senté en una de las sillas de madera de la barra.

Marco sacó dos platos de la despensa donde estaba la vajilla y sirvió los sándwiches.

— ¿Por qué tú? — pregunté apoyando los codos en la barra y poniendo la cara sobre mis manos.

— ¿Por qué yo que? — preguntó él.

— ¿Por qué Tayler confía tanto en ti?

Me parecía extraño. Después de todo lo que tuvo que sufrir Tayler no confiaba en mucha gente.

— Somos amigos desde hace mucho. Nos conocimos en la universidad — respondió relajado.

— Ya veo. Tayler siempre ha sabido en quien confiar. Lo admiro muchísimo por eso.

— Él es un buen chico que ha tenido una vida difícil.

Así que Marco también sabía lo difícil que había sido la vida de Tayler. En verdad debían ser muy buenos amigos.

11:11 [Terminada]Where stories live. Discover now