capítulo 35

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ANDY
30 de julio de 2008

— ¡Jaque Mate!

— No, no, no y veinte mil veces no. — protestó Tayler viendo como le ganaba en el ajedrez.

— Tayler es la tercera vez que te gano. — dije entre risas ante la frustración de Tayler.

— Si, definitivamente el ajedrez no es lo mío.

Dentro de 3 días Tayler se marcharía con su padre a Nueva york para comenzar la universidad. Al final, como él había predicho la situación. La señora Julia Cortés (había decidido quitarse el apellido Warren después de la separación y vuelvo a tener el mismo que tenía cuando era soltera) había decidido una vez más por Tayler sobre su futuro sin tener en consideración la opinión de su hijo.

— Sabes que voy a extrañar perder en los partidos de ajedrez contigo — apuntó Tayler mientras yo tomaba un poco de chocolate caliente que nos había preparado mi madre.

— Sabes que puedes venir a visitarme cuando tengas tus vacaciones Tay. No será un adiós, solo será un hasta luego — dije tratando de sonar animada ante la situación.

Tayler ha sido mi mejor amigo desde que tengo memoria. Desde muy pequeños solíamos ir al parque a jugar con la nieve o con las hojas de los árboles en otoño.
Me parte el alma en mil pedazos que se marche, pero sabía que esto podía pasar.
Como lo dijo la maestra de cálculo el último día de clases: " muchos de ustedes puede que se vuelvan a encontrar en las universidades o en los trabajos, otros nunca se volverán a ver ni volverán a saber de ellos."

Se que a Tayler lo volveré a ver cada vez que venga a visitar a su familia y yo venga a visitar a la mía.

No había notado lo tarde que era ya. Estábamos afuera en el jardín mirando las estrellas, cuando el reloj de muñeca de Tayler comenzó a sonar.

— ¡11:11 Andy! Pide un deseo — me indico Tayler señalando su reloj.

— ¿un deseo? Lo que más quiero en esta vida es que nada entre nosotros cambie y volver a ver a Tony y.... si no es mucho pedir que también sienta lo mismo que yo siento por él.

Cuando termine de pronunciar mi deseo, una brisa fresca se cruzó por nuestro cuerpo y vimos como un pequeño punto de luz en el oscuro cielo se iluminó como si fuera el flash de una cámara.

Tayler y yo nos quedamos mirando ese episodio y luego nos miramos entre los dos.

— Fue como si hubiera sido un cometa — señaló Tayler

— Si, eso pareció.

Nos levantamos del jardín trasero y nos dirigimos a la puerta principal.

— No prometo ir al aeropuerto cuando te vayas. No me gustan las despedidas — confesé de una vez por todas que, aunque fuera su mejor amiga, no me sentía nada cómoda yendo al aeropuerto a despedirlo.

— No te preocupes, pasare primero por acá para despedirme de ti — afirmo el relajado.

Abrí la puerta principal y Tayler me abrazo fuerte.
— Prometo nunca olvidarme de ti. Te escribiré todos los días y vendré a verte apenas pueda. Has sido como mi ángel de la guarda y no pienso perderte Andy.

Todas esas palabras, que sé que salían desde el fondo de su corazón, hicieron que un par de lágrimas se asomaran en mis ojos y le devolví el abrazo aún más fuerte de mi parte.

— Tay, tú eres el que ha cuidado de mí. Se que será una gran oportunidad para ti. Otro estado, otra cultura. Se que aprenderás mucho y luego tendrás que venir a enseñarme.

— Lo haré, lo prometo Andy.

Se soltó de mi abrazo y cruzó la calle para llegar a su casa que era diagonal a la mía.

Cuando vi cerrar la puerta de su casa tras él, cerré la mía con seguro como se lo prometí a mamá y subí las escaleras hacia mi cuarto.
Ya acostada, en mi cama, en medio de la oscuridad solo pensaba en Tony.
Buscaba dentro de mi mente alguna razón que tuviera el para haberse ido sin decir nada, pero no encontraba nada.
Le daba y le daba vuelta al pequeño dije de girasol que tenía mi collar que llevaba puesto intentando tener alguna idea, pero nada.

Gire mi cabeza hacia la izquierda y mis ojos encontraron el piano.
Meses de practica y de clases para que Tony se fuera y Jamás volviera a oírse una sola tecla.

Me levanté de mi cama y cerré la puerta de mi cuarto. Tenía que intentarlo una última vez.

Me senté en el banquito que estaba al frente y toque una tecla.
Mire la yema de mi dedo y vi que estaba llena de polvo.
Me incline un poco hacia el piano y cerré mis ojos para soplar por encima de las teclas y desempolvarlo.

Posicione mis dedos en cada una de las teclas que necesitaba tocar y mire el profundo oscuro del cielo que se veía a través de mi ventana.

Tomé aire, cerré mis ojos un momento empecé a tocar la quinta sinfonía de Beethoven.

La melodía fluía. Armoniosa y clara.
Cada nota se escuchaba a la perfección e iba sonando una tras otras dejando un sonido encantador.

Mis dedos se movían con gran facilidad y delicadeza para que sonara en el tiempo exacto.

Se que, si estuviera mi padre, se sentiría orgulloso de como la melodía sonaba tan fluida

Cuando toque la última nota, mire hacia la ventana y lo entendí: no me había equivocado ni una sola vez.
La había tocado absolutamente toda y toda había sonado perfecta.
No había tenido ni un solo error.

Si mi maestra hubiera escuchado, seguramente estuviera dando saltitos por toda la habitación al ver que lo había logrado, mis padres por otra parte, estuvieran aplaudiendo y sonriendo al verme triunfar. Mis hermanos quizás, me estuvieran observando atónitos y de seguro que Charles haría una cara de "oh al final de todo si sabe hacer algo bien"

Recordé lo que dijo Anthony aquel día: "quizás sea porque siempre entró a la habitación en la misma parte"
Tenía razón. Desde un inicio me aprendí la partitura. Desde un inicio sabía cómo tocarla. Lo había sabido todo este tiempo.

Tal vez me debería sentir feliz al saber que lo había logrado. Tocarla sin errores. Pero de verdad hubiese sido feliz si tal solo lo hubiera logrado con Tony ahí presente y me hubiese dicho en voz baja "te lo dije"

11:11 [Terminada]Where stories live. Discover now