capítulo 30

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 7 de Julio 2019

Y se llegó el día.

La mañana más tranquila que se haya podido ver en Velavente.

Todos trabajábamos con calma y serenidad. Una mañana sin un ruido diferente a algún que otro teléfono de alguna secretaria y de las cafeteras que había en cada piso. Todo esto hasta las 10:50 de la mañana.

En el cuarto piso todo estaba completamente en silencio hasta que sonó mi celular.

Estaba tan concentrada en unos informes que me molestó un poco el timbre de mi celular. ¿Quién podrá ser?

Cuando lo saque de mi bolso me sorprendió muchísimo ver que era el número identificado como mi hermano.

Lexi y yo desde pequeñas hemos sido muy unidas y atentas una con la otra. Mi hermano Charles es cosa aparte, él siempre fue mucho más reservado para el mismo y más alejado de nosotros. no era de llamar mucho a saludar.
Charles siempre estudio para el solo, se fue a vivir solo y es alguien de pocos amigos. Creo que es apenas ahora que tiene una novia oficial que la haya presentado en casa, pero de algo si estaba segura era de que, cuando Charles llamaba era porque algo grave pasaba.

—  Hola — contesté enseguida.
—  Hola Andrea — saludó él cortante como siempre. — ¿interrumpo algo?

— No, solo mi jornada laboral pero no estaba haciendo nada importante — respondí igual de seca. Aunque era mi hermano a veces me hartaba su actitud tan seca y tosca.

— Esta bien. No te quito mucho tiempo entonces — prosiguió el con el mismo todo de voz — Hay un asunto serio de papá que tenemos que hablar.

Mi papá lo es todo para mí. Desde que soy muy pequeña, mi padre ha sido mi persona favorita toda mi vida.

— Charles. ¿Qué paso?

— A papá le encontraron un tumor...

Mi mundo se detuvo, todo a mi alrededor se derrumbó como un castillo de naipes.

— Estamos esperando los resultados para que diagnostiquen si es benigno o si se trata de...

— ¿Papá tiene cáncer? — susurré mientras me tapaba la boca con una mano y tenía la mirada fija en una pared.

— ¿que? — preguntó Tayler que había entrado a la oficina.

No respondía a nadie ni a nada. Charles repetía mi nombre al otro lado de la línea, Tayler pasaba su mano por frente mío para sacarle de mis pensamientos, pero yo seguía sin reaccionar.

Lejanamente escuché el timbre de otro teléfono distinto al mío. Era el de Tayler.

— Vero, cariño. ¿Qué ocurre? — escuché que dijo Tayler. — ¿que? Ya mismo voy para allá.

Cerré mis ojos y cuando volví a abrirlos estaba acostada en el sofá que había a un lado de mi oficina cerca al ventanal. Estaba asustada hasta que me encontré con los ojos de Marco, quien me sostenía la mano.

comenzó a decirme con su cálida voz — Este es tu espacio Andy. Aquí nada ni nadie te puede dañar. Solo estás tú y tú vida. Respira. Todo está bien porque es tu espacio.

Tomé aire profundo y fui incorporándome lentamente hasta que logré sentarme. Era claro, me había desmayado.

— Cariño ¿qué paso? — preguntó él tomándome la cara con ambas manos.

— Estaba hablando con Charles, mi hermano y.... le encontraron un tumor a papá — dije entre sollozos y volviendo a las lágrimas.

— Cariño. No te imagines lo peor. Espera a que salgan los exámenes y tal vez sea algo por lo que no haya que preocuparse — intentó tranquilizarme.

Tomé mi celular y vi que tenía algunas llamadas perdidas de Charles y una de Tayler.

— ¿qué pasó? ¿Porque Tayler llamo a mi teléfono personal? — pregunté angustiada.

— Ya va a nacer él bebe cariño — respondió el sonriendo.

— ¿que? ¿Ya viene Michael? — pregunté impactada.

— Si, una enfermera llamó a Tay a informarle que ya habían ingresado a Verónica al hospital.

— Tengo que hablar con él. Voy a llamarlo.

En ese instante volvió a sonar mi teléfono, de nuevo era Charles.

— Hola, Charles.

— Andrea ¿estas bien? No me respondías — apuntó el aliviado de que le contestara.

— Si todo bien, solo me puse muy nerviosa con lo que dijiste de papá — respondí sincera.

—Andy no te pongas mal. El médico nos dijo que había que esperar los demás exámenes. Que aún no había razón para preocuparse. Dijo que quizás simplemente fuera una masa benigna que no complicaría nada, pero de todas formas debía ser sincero con nosotros.

Fue lo mismo que me dijo Marco. Debía mantener la calma, aún no nos habían confirmado un cáncer así que debía controlarme.

— Está bien, gracias por informarme de igual manera. — hice una pausa para pensar bien lo que iba a pedirle — Charles, por favor mantenme al tanto de todo ¿sí?

— Por supuesto Andy, apenas sepamos más cosas te digo — respondió el.

Cuando colgué mi llamada con Charles, Marco se giró hacia mí y me abrazó fuerte mientras me daba un beso en el cabello.

— Todo saldrá bien cariño. Ya verás.

Sorbí por mi nariz y sequé algunas lágrimas que volvieron a salir.

Tocaron la puerta de mi oficina y Greg entró despacio.

— jefe, lamento interrumpir...

— Para nada Greg, ¿qué ocurre? — le interrumpí yo, aun abrazada a Marco.

— El jefe Tayler acaba de llamar y manda a decirle que vaya junto con el señor Marco al hospital general. Dice que ya nació el bebé y que ustedes como padrinos deberían ir a verla — informó el en voz baja.

— ¡Ay! Nació el bebé cariño — exclame sonriendo.

— Nuestro hermoso ahijado — me sonrió Marco mientras podía detrás de mi oreja un mechón de pelo.

Fuimos en el auto de Marco hasta el hospital y cuando entramos, le preguntamos a la enfermera que estaba detrás del mostrador por Verónica Martínez.
Muy amablemente nos indicó que estaba en el quinto piso en la habitación 1111.

— ¿acaso el 11 será nuestro número de la suerte? — preguntó Marco mientras subíamos al ascensor.

— ¿porque lo dices? — pregunté yo confusa.

— Bueno. Siempre son las 11:11 cuando nos ocurre algo — argumentó el sujetándome por la cintura.

— hum. Quizás los deseos de 11:11 si se cumplen — respondí y lo miré de reojo con una media sonrisa.

— ¿QUE? — preguntó él sobresaltado.

— Era broma cariño — comencé a reír mientras Marco me empujaba a modo de juego.

— Que mala eres — protestó el

— Pero admítelo. Aun así, mala, me quieres.

— Querer es poco comparado por lo que siento por ti.

Llegamos a la habitación y estaba Tayler de pie, dando la espalda a la puerta, al lado de la ventana
su bella esposa quien se encontraba en la camilla nos hizo un ligero gesto de saludo con la mano.

— ¿y bien? — preguntó Marco con ansias de verlo

Tayler se giró hacia nosotros y tenía un pequeño bulto de cobijas en sus brazos. Se acercó y nos enseñó a un pequeño niño con sus ojos cerrados. Su pequeña nariz, su boca cerrada y profundamente dormida.

— Ay Tay, ¡es hermoso! — dije yo en voz baja para no despertarlo, pero con un tono alegre en mis palabras.

— Hermoso nuestro ahijado — comentó Marco también con ojos de ternura hacia el pequeño.

Nuestro pequeño Michael yaestá aquí — pronunció Tayler con la voz entrecortada —Por fin tengo a mi niño.— y miro a Verónica, con los ojos llenos de amor.

11:11 [Terminada]Where stories live. Discover now