capítulo 38

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Estaba en camino hacia el aeropuerto cuando escuché mi teléfono sonar. Era Verónica, la esposa de Tayler
Era extraño, Vero no me llamaba casi nunca.

— ¿Qué pasa Vero? — contesté.

— Secuestraron a Andy — dijo Verónica entre lágrimas, estaba llorando.

— ¡¿QUE?! — Grité. Me paralice, me congele, el mundo, el tiempo se desvaneció a mi alrededor. Parecía como si Thanos hubiera chasqueado los dedos como en infinity war y hubiera desaparecido todo.

Mi impaciencia le ganó a mi parte racional de ser humano.

—Tayler está herido, estoy en el hospital y a él lo entraron a cirugía para sacarle una bala que tiene en la pierna, lo único que me dijo fue que entraron a la empresa y se la llevaron — dijo Verónica aún en la línea.

Estaba mirando al horizonte, con todo congelado a mi alrededor.

Andy. Mi chica, mi ángel de la guarda, mi mundo completo en las manos de alguien más. No sabía si gritar, llorar o pasarme por encima todos los controles en el aeropuerto.

— Dijeron que te querían a ti... pero no estabas y.... se la llevaron a ella — continuo.

Un frío me recorrió todo mi cuerpo y solo se me vino una maldita palabra a la cabeza.

Will.

— ¿qué más dijeron? — pregunte angustiado, sentía mi estomago en la garganta, sentía que estaba agonizando.

— No lo sé, eso fue todo lo que me dijo Tayler antes de entrar a cirugía— comentó Verónica entre sollozos.

La mente me que quería volar de impotencia.

— Ya llego Vero, tranquila — dije intentando calmarla, cosa que fallo porque yo tampoco estaba calmado.

— Marco, temo por Michael — sonaba realmente afectada y con todo el derecho

— ¿Dónde lo dejaste?
— Con mis padres.

Sentía una enorme responsabilidad en mis hombros, sentía que lo más mínimo que le pasara a Tyler, Vero, Michael o Andy sería mi culpa.

— Ya llegó, ya llegó — repetí.

Cuando colgué la llamada, el chófer me miró por el retrovisor e intento darme una mirada de que todo saldría bien, que intentaba tranquilizarme.

Fue un milenio ese vuelo, mi impaciencia y sentimiento de culpa por todo mi pasado me estaban quitando cada aliento de mí. Llegué a soltar unas cuantas lágrimas en el camino de la impotencia que sentía al no haber estado allí para protegerla, para dar la cara porque el único responsable era yo y solo yo.

Aterricé y corrí al hospital.

Encontré a Vero sentada en la sala de espera junto con la secretaria de Tyler. Estaban ambas con el cabello revuelto y Vero llorando.

— Vero — fue lo único que pude pronunciar.

Ella giro me vio, se levantó y corrió hacia a mi para luego estrecharme con sus delicados brazos y llorar en mi pecho.

— Marco, ¿qué está pasando? — susurró ella aun aferrada a mí.

Angela estaba parada a su lado y le puso su mano en el hombro en señal de apoyo.

Acaricie su cabello y mire hacia arriba jurando terminar con la vida del infeliz de Will.

Después de dos horas, el médico salió a decirnos que la cirugía había salido exitosa, que ya se encontraba en proceso de recuperación y que en un rato podríamos pasar a verlo.

Una parte de mi se sintió aliviada, al menos no había matado a Tayler, pero no tenía ni la más mínima idea de cómo estaba Andy y eso me estaba matando.

Fallidamente intente llamar a su teléfono, pero estaba apagado, sentía mi sangre correr por mis venas, estaba aún con temor, ira, angustia furia en mí.

Vero fue primero a ver a Tayler, era su esposo y él era el padre de su hija. Más que justo era necesario.

Cuando salió se acercó a mí y me susurró en mi oído: " quiere verte a ti"

No dude en entrar. Tayler estaba acostado en una cama de hospital conectado a un monitor cardíaco y a anticoagulantes.

— Ey, amigo — susurre acercándome a él. Me senté en una silla que estaba al lado de la cama y coloqué mi mano en su brazo.

— Tony...— pronunció Tayler pausadamente. — Tienen a Andy.

No podía sentirme más culpable, si hubiera estado ahí nada de esto hubiera pasado.

— ¿recuerdas quiénes eran?

— Un tipo llamado Will... Will Banners.

Mi corazón amenazaba con salirse.

Flash back.

— Lo sentimos, pero, no hay nada que podamos hacer por Raquel. Debemos declararla con muerte cerebral — dijo el doctor que estaba atendiendo a Raquel.

No, no, no doctor debe haber algo más. Yo la necesito a ella — lloraba Will suplicándole de rodillas a él médico.

Estaba Will, Anderson, Ben y yo. Había acabado de salir del hospital según dicen, tuve un accidente de auto y Raquel iba conmigo.

La verdad no recuerdo casi nada, solo un par de gemidos de ella en la parte de tras del carro y luego las luces cambiantes de los semáforos.

En verdad lo sentimos mucho, hicimos todo lo pudimos, pero perdió mucha sangre y fue algo inevitable.

Will estaba sentado, cubriéndose la cara con las manos. Destrozado.

— ¡ERES UN INFELIZ! — Soltó de repente Will, levantándose de su silla como un resorte y caminando hacia mi furioso.

Cálmate William — pronuncié intentando calmarlo.

No sirvió de nada, dado que terminé en el suelo con el labio ensangrentado después de la golpiza que me dio.

Ben lo tomo con fuerza y lo aparto de mí, mientras Anderson me ayudaba a colocarme de pie.

Juro que me vengare Tony, te quitare lo más preciado para ti, lo juro.

Decidí alejarme e irme de inmediato.
Estuve en casa algunos días terminando mi recuperación y reflexionando acerca del desperdicio de vida que había tenido en estos últimos años.

Así que lo decidí. Me aleje de todo ese mundo tóxico que estaba viviendo.

Comencé a ir a alcohólicos anónimos, era responsable y trabajaba en un cine sirviendo las crispetas.

Todo tomo el rumbo que debía tomar hasta que Will intento cumplir lo que prometió aquel día en el hospital.

Estaba caminando por la calle, de camino al departamento nuevo donde estaba viviendo con mamá. Nos habíamos cambiado también de vecindario para que Will no tuviera manera de encontrarnos. O eso creí.

Para mi sorpresa cuando me faltaba solo una calle para llegar escuché una explosión enorme. Había humo por todas partes y personas corriendo. Sirenas de ambulancias y de policía sonaban por todas partes y el aturdimiento de la explosión me tenía fuera de base.

Me levanté del suelo y vi como el piso donde mi madre y yo vivíamos ardía en llamas.

Corrí como loco buscándola hasta que la vi en una camilla de ambulancia subiendo.
Corrí hasta allá y subí con ella en la ambulancia. Tenía el pulso muy bajo y sufrió un paro durante el trayecto.

Desde ese momento supe que no podía seguir siendo Antony Rogers.

Mamá salió del hospital y con gente de confianza cambie mi identidad para ser Marco Jensen y mi madre, paso de ser Margaret Rogers a ser Matilde Jensen.

11:11 [Terminada]Where stories live. Discover now