Capitulo 4

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El sultan abrió los ojos esperando encontrarse con la imagen mas hermosa de la mañana, pero todo lo que pudo encontrar fue una cama vacía, estaba solo, la joven lo había dejado solo.

Se levantó molesto, necesitaba saber quien le había ordenando irse y porque lo había hecho.

— ¡Guardias! — gritó. — ¿Donde está Ibrahim?

El mencionado entró rápidamente a los aposentos, mientras el sultán ordenaba a los aghas salir.

— ¿Donde está la joven? — preguntó directamente.

— Su majestad, Sherezade salió muy temprano de aquí, yo creí que usted se lo había ordenado. — el esclavo negó frustrado, debió haberse asegurado que así fuera.

— No he ordenado nada. — lo miró molesto.

— ¿Quiere que la joven sea castigada por su osadía? — Ibrahim preguntó.

— No, quiero que la envíen al palco de favoritas. — sonrió al ver la tiara de la mujer en el suelo, aliviando un poco su molestia. — Y preparenla esta noche de nuevo.

Ibrahim asintió saliendo de los aposentos, dejando al sultán con una sonrisa plasmada en su rostro, Sherezade habia huido, había escapado, era la primera mujer que hacia algo como eso, ni siquiera habia esperado el desayuno, se habia marchado como si de una fantasma se tratase.

Sherezade observó sin discreción alguna a la mujer frente a ella, era sin duda hermosa y el pequeño bebe acostado sobre su pecho la hacía lucir angelical.

— Sherezade toma tus cosas. — Firial se acercó a ella.

— ¿Porque? — la miró con duda. — ¿Van a echarme del palacio?

— No, ahora eres una favorita, dormiras arriba. — la mujer sonrió, señalando el palco de favoritas.

— Pero no quiero hacerlo, prefiero quedarme aquí. — la pelirroja negó, haciendo que la kalfa rodará los ojos.

— Es una orden del sultan Sherezade. — la miró hastiada, haciendo que la joven obedeciera.

— No es como si tuviera tantas cosas. — ella negó.

La habitación que le habían asignado solo tenia una cama, estaba al fondo de todas, como apartada del resto.

— ¿No se supone que las favoritas comparten habitacion con otras? — preguntó la joven.

— El sultán ordenó que tuvieses tu propia habitación. — le sonrió. — Al parecer cautivaste su corazon, te quiere ver de nuevo por la noche.

La mujer salio de los aposentos, dejando totalmente helada a la joven quien solo pudo suspirar con decepción, nuevamente mirando el amuleto en sus manos, ¿será que este era su destino?

— Dicen que serás la futura sultana. — Nuray llegó hasta los aposentos con una sonrisa.

— Estan equivocados. — ella sonrió, invitándola a entrar.

— Oh, no debo hacerlo, está prohibido, aquí solo puedes estar tu. — sonrió. — ¿Ya abriste el cofre?

La joven señaló una esquina de la habitación en donde se encontraba una pequeña caja.

— No debería hacerlo, no es mio. — negó la pelirroja.

— Eres demasiado inocente ¿sabes? — Nuray entró, asegurándose que nadie la viera. — Es un regalo de su majestad para ti, vamos abrelo, tengo curiosidad.

— ¿Estas segura? — ella preguntó.

— Hazlo ya. — sonrió.

Sherezade hizo caso a la castaña, abriendo el cofre, encontradose en el algunos vestidos, joyas y tiaras, junto a una pequeña nota.

"Siempre supe que las gitanas eran viajeras, que conquistaban tu corazón y luego las veías partir.

No voy a mentir y decir que no estoy molesto por tu abandono, pero sin duda mi mayor molestia fue no haberte visto hacerlo.

Esperaré la noche con ansias para poder disfrutar nuevamente del placer de tu compañía Sherezade."

La pelirroja sonrió al leer las lineas, le parecía divertido el hecho de que el sultan habia premiado su osadía.

— Los vestidos son preciosos. — Nuray sonrió, tomando uno color rosa. — Este resalta tu piel, deberías usarlo.

— Creo que te quedará mejor a ti, nunca me ha gustado el color rosa. — la pelirroja sonrió, entregándoselo, Nuray era su única amiga ahí y le tenía demasiado aprecio. — Vamos, llevalo contigo.

La joven castaña asintió, abrazándola felizmente, mientras dibujaba una gran sonrisa en su rostro.

Al llegar la noche, nuevamente caminó por el camino dorado a los aposentos del sultan, esta vez portaba un precioso vestido azul, bastante parecido al del día anterior, pues el sultan habia solicitado que así fuera.

Al entrar a los aposentos, repitió la misma acción que la noche anterior, no reverenció, ni agachó la mirada, contrario a eso lo miró fijamente.

— Me has abandonado esta mañana. — sonrió el sultan, tomando su rostro. — Tal vez debería castigarte por ello.

— Creí que eso hacían las concubinas, irse al amanecer. — la pelirroja sonrió con inocencia.

— Tu no. — acarició su rostro, comenzando a besarla con delicadeza. — Eres mas hermosa que la luna.

La noche transcurrió entre besos y caricias, ambos amantes disfrutaban de sus cuerpos a la luz de la luna y las estrellas, entregándose al placer y deseo que los sucumbía, saciandose hasta mas no poder, el sultan deseaba sentir que ella le pertenecia, su instinto posesivo lo dominó, haciéndole pequeñas marcas de sus besos en el cuello. Se entregaron completamente, olvidando todo por esa noche.

Sherezade abrió los ojos al día siguiente, topándose con la azul mirada del sultan, quien sonrió al verla despertar.

— Está despierto. — susurró Sherezade. — Ha arruinado mis planes de huida.

— Esa era mi total intención. — sonrió. — Buenos días mi preciosa gitana.

Las mejillas de la joven se tiñeron de un rojo intenso al escuchar esas palabras salir de su boca, mientras la sonrisa del sultan parecia ensancharse mas.

— Buenos dias su majestad. — sonrió con timidez.

Ambos desayunaron juntos poco tiempo después de eso, riendo y disfrutando simplemente de la compañía del otro.

El sultan miraba a la joven con adoración, ella lo hacia sentir diferente, lo hacia olvidarse del gran peso sobre sus hombros, lo hacia recordar que el era un simple mortal, mucho mas allá de ser un sultan.

Las risas de ambos llenaban el pasillo de los aposentos, mientras una mujer sentía su corazón romperse, pues alguien mas estaba ahí, alguien mas lo estaba haciendo reir, podía decir que nunca había escuchado la verdadera risa de su sultan, no de esa manera.

— ¿Quien está con su majestad? — preguntó Hürrem.

— La señorita Sherezade sultana. — contestó un agha, haciendo cenizas por completo el corazón de la sultana.



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Dynasty ||•Sultan Suleyman•||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora