Capitulo 23

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Fecha: 30 de junio de 1523

Mihrimah no habia vuelto a los aposentos del sultan desde la fuerte discusión que ambos tuvieron por Firuze, el sultan la llamaba a sus aposentos, pero ella se negaba a ir, argumentando que estaba enferma, que Mehmed no se sentía bien o que simplemente estaba cansada.

El sultan había aceptado cada una de las excusas, pues en el fondo temía enfrentarse a los ojos de la pelirroja y descubrir que ella podía odiarlo por lo que habia pasado.

Por otra parte, la sultana Hafsa estaba feliz con ello, pues había enviado a los aposentos del sultan a Hürrem y a Neylan esos días, esperando que al menos una de ellas lograra quedar en cinta.

Mientras tanto los planes para la campaña a Rodas parecían ir viento en popa, todo iba a la perfección y la primavera había terminado, anunciando con ello la fecha del inicio de la campaña acercarse.

— Mehmed ha crecido demasiado Mihrimah. — sonrió Hatice.

— Ha cumplido 6 meses sultana, cada dia parecer hacerse mas grande. — la pelirroja sonrió.

— ¿Donde está ahora? — preguntó con una sonrisa.

— Nuray lo ha llevado al jardín, el príncipe Mustafá quería pasear un rato. — ella sonrió, soltando un gran suspiro.

— Te noto cansada, tus ojos estan tristes. — Hatice la miró fijamente. — ¿Que ocurre Mihrimah? Se que no has visitado los aposentos de mi hermano desde hace un par de meses.

— La decepción y tristeza han cubierto mi corazón sultana. — ella la miró. — ¿Puedo confesarle algo?

— Adelante Mihrimah, soy una tumba para ti. — ella sonrió.

— Todo este tiempo, creí que no tenia sentimientos por el sultan, creí que no lo amaba, pero cuando me enteré del embarazo de Firuze, fue como un golpe de realidad, yo de verdad lo amo. — ella entonces comenzó a llorar. — Yo lo amo y el estaba en la camara privada con otra mujer cuando yo daba a luz a su hijo.

Hatice entonces la miró con pena, para ella era mas fácil aceptar las costumbres, porque en realidad no la afectaban, quien se casara con ella debía serle fiel, pero en el caso de la pelirroja era diferente, podía comprender porque se sentía de esa manera.

— Mihrimah, solo recuerda que tu ya eres una sultana, eres la esposa del sultan, el lo ha declarado así. — ella la miró. — Firuze no es mas que una hatun, no es mas que la madre de una sultana, no tiene poder alguno y no tiene porque tenerlo frente a ti.

Ella iba a responder, cuando ambas fueron interrumpidas por la presencia del sultan.

— Su majestad. — Hatice sonrió, haciendo una reverencia, mientras Mihrimah también la hacia.

— Hatice. — sonrió hacia ella, volteando nuevamente su vista a la pelirroja después de eso, parecía estar realmente cansada. — Nuestra madre te está buscando.

— Iré con ella. — hizo una pequeña reverencia, dándole una suave sonrisa a la pelirroja.

— Mihrimah. — la miró fijamente. — ¿Como está mi príncipe?

— Mi Mehmed se encuentra muy bien su majestad. — respondió reacia, de la forma mas educada y formal posible.

— Me gustaría verlo, ¿donde está? — preguntó con una pequeña sonrisa en sus labios al escucharla.

— Nuray lo ha llevado al jardín a pasear con el príncipe Mustafá. — respondió. — Temo que no será posible que lo vea hoy su majestad.

— Mihrimah. — el sultan entonces notó que la joven no llevaba en su mano el anillo que el le había regalado, haciendo que una mueca apareciera en su rostro. — ¿Donde está el anillo?

Nuray entonces entró en los aposentos, trayendo con ella al pequeño Mehmed, quien tenia la piel completamente pálida, mientras la mujer lloraba.

— ¡Sultana, sultana! — llegó gritando.

— ¿Que ocurre Nuray? — preguntó Mihrimah con preocupación.

— El príncipe Mehmed, no se que le pasa. — la pelirroja entonces le quitó al bebe de las manos, tomándolo ella, mientras observaba como sus pequeños labios se tornaban de un feo color azul.

— ¡Guardias! — gritó el sultan. — ¡Llamen a la doctora!

— Mehmed amor, ¿que ocurre mi pequeño? — Mihrimah comenzó a revisarlo de pies a cabeza desesperada, mientras observaba como poco a poco el niño dejaba de respirar. — No respira Suleyman, mi bebe no respira.

El sultan sintió entonces su cabeza comenzar a dar vueltas, su vista se nubló, mientras tomaba a Nuray fuertemente de los brazos.

— ¿Que le has hecho a mi príncipe? — le gritó.

— No he hecho nada, lo juro. — ella susurró desesperada. — Estabamos en el jardin y la sultana Hafsa me dijo que se lo entregara un momento, que lo llevaría junto a sus demas nietos, no pude negarme y después de un rato ella me lo devolvió, dijo que lo llevará con su madre.

Suleyman entonces la soltó, justo cuando veía a la doctora entrar rápidamente.

— No respira doctora. — Mihrimah susurró rápidamente. — ¿Porque no respira?

— Sultana, debe permitirme revisarlo. — la doctora la miró con pena, mientras Suleyman la tomaba delicadamente, alejándola de su hijo.

— Mas te vale mujer que salves a mi príncipe o cortaré las cabezas de todos aquí. — el sultán amenazó.

Aproximadamente dos minutos después, la mujer sacó un extraño liquido, poniendolo sobre los labios del bebe, quien de inmediato comenzó a vomitar, volviendo a respirar de nuevo, haciendo que la doctora sonriera aliviada.

— Su majestad, sultana. — el bebe comenzó a llorar con fuerza, mientras Mihrimah lo tomaba en brazos, tratando de calmarlo.

— ¿Que le ocurrió? — Mihrimah preguntó directamente.

— Nuestro príncipe fue envenenado. — soltó la mujer.

Mihrimah entonces volteó su vista al sultan, quien miraba a la mujer con un semblante de enojo.

— ¿Estas segura mujer? — preguntó molesto.

— No tengo duda alguna su majestad, alguien envenenó al principe Mehmed.


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Dynasty ||•Sultan Suleyman•||Where stories live. Discover now