Capitulo 18

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El sultán tomó a su hijo en brazos, dando una sonrisa a todas las mujeres presentes, pues tenia un plan en mente, todas ahí iban a comprender el lugar de Mihrimah.

— Soy testigo de que no hay mas Dios que Allah. — comenzó a susurrar al bebe. — Soy testigo de que Mahoma es el mensajero.

La sonrisa en el rostro del sultan se ensanchó cuando el pequeño principe comenzó a retorcerse molesto en sus brazos, pues parecía querer regresar con su madre.

— Tu nombre es Mehmed, tu nombre es Mehmed. — sonrió, atento a las miradas de las mujeres. — Llevaras el nombre del sultan conquistador y seras igual que el, un sultán magnifico.

Las miradas de todas las mujeres parecieron oscurecerse al escucharlo, mientras el sultan solo sonreía, pues habia notado el disgusto de su madre al escucharlo.

— Ahora ve con tu madre mi valeroso príncipe. — sonrió complacido, entregando el pequeño bebe a Mihrimah.

Volteó su vista a las mujeres frente a el, sabiendo que habia cometido un error, pues Firuze sonreía de manera malévola mirando a Mihrimah.

— Allah, que sea bueno con sus padres y devoto y creyente del Islam. — comenzó la oracion. — Allah que sea un hombre honrado, Allah que protegelo y apoyalo, Allah que se escudo y espada del imperio.

— Amen. — todos terminaron la oracion, mientras Suleyman regresaba con Mihrimah y su hijo.

Hatice sonrió, haciendo que todos salieran de los aposentos, dándole privacidad al sultan.

— El niño es hermoso, será un príncipe muy apuesto. — sonrió Hatice, haciendo molestar a las demás mujeres. — ¿No es así Gülfem?

— Asi es. — respondió ella.

— Preparen bebidas para celebrar, distribuyan dulces y monedas en honor del hijo del sultan. — susurró Hafsa. — Quiero que todo el palacio esté celebrándolo.

— A sus ordenes su majestad. — respondió Daye.

Mihrimah sonrió, su pequeño bebe la tenia completamente embrujada, era hermoso, no se parecia ni siquiera un poco con ella, no tenia sus ojos azules, ni su cabello rojo, pero era suyo y lo amaba.

— Estoy muy feliz de ser el padre de este hermoso príncipe. — sonrió Suleyman. — Es la dicha mas grande de mi vida.

— Mi Mehmed será un valiente príncipe. — ella sonrió.

— Lo será, será el mas valiente príncipe y nuestro futuro sultan, nació cuando las estrellas llovían, es un príncipe bendecido por Allah. — sonrió el sultan.

— Debe irse. — Mihrimah lo miró, confundiéndolo.

— ¿Asi que ahora me estas echando? — sonrió el sultan.

— El sol ya salió, debe trabajar. — ella respondió con una sonrisa. — Puede venir a vernos en la tarde, cuando termine su trabajo.

El sultan soltó una sonora carcajada, asintiendo, mientras besaba le frente de la joven.

— Vendré por la noche. — sonrió.

— Está bien. — ella asintió, fingiendo que lo autorizaba.

Suleyman abandó los aposentos con una sonrisa brillante, justo cuando Nuray entraba en ellos, trayendo un gran desayuno para la joven, cortesía de Sheker.

— Sheker lo preparó para ti, dijo que tenias que recuperar fuerzas. — sonrió Nuray, dejando la bandeja sobre la cama, mientras tomaba al pequeño bebe en brazos. — Si que es un príncipe hermoso.

El bebe se retorció en sus brazos, haciéndola reír, mientras formaba un puchero en sus labios.

— Oh, eres igual de molesto que tu madre. — susurró Nuray riendo, para después mirar a Mihrimah reír tambien.

— Oye, no le digas eso a mi bebe. — ella se burló.

— Parece que tu instinto maternal no sirve. — Nuray dijo con burla. — Dijiste que seria una niña y fue un precioso príncipe.

— Si que eres fastidiosa. — sonrió Mihrimah.

— Vamos come y duerme después, yo cuidaré de este hermoso príncipe. — Nuray tomó su mano. — No dejaré que nadie se le acerque, lo prometo.

— Gracias Nuray. — Mihrimah terminó su comida y tomó una siesta, en realidad se sentía cansada, demasiado.

El pueblo celebraba feliz el nacimiento de un nuevo príncipe, pues todos mencionaban que el pequeño niño había nacido con la lluvia de estrellas, siendo el príncipe bendecido por Allah, reconociendolo como el futuro del sultanato.

Mihrimah no pudo descubrir a ciencia cierta cuanto tiempo durmió, sino hasta que despertó, encontrándose con la imagen del sultan tratando de consolar a su hijo.

— Mehmed, querido mio, por favor no llores mas. — decía en voz baja.

— Suleyman. — susurró Mihrimah con duda, escuchando a su bebe llorar. — ¿Desde cuando llora? ¿porque nadie me despertó?

— Tranquila Mihrimah, solo está molesto. — Suleyman sonrió, entregándole al pequeño niño.

— Oh, mi pobre bebe. — susurró ella, mientras el pequeño se tranquilizaba al sentir los brazos de su madre. — Perdonalos por dejarte llorar.

La mirada de Mihrimah acusó directamente al sultan, quien solo pudo reír al verla, ¿cuando habia cambiado tanto su Mihrimah?

— Está bien Mihrimah, debe llorar a veces. — el la miró.

— No debe hacerlo, mi bebe no debe llorar ni sufrir jamas, yo estaré ahi para impedirlo, mi Mehmed solo debe ser feliz, muy feliz. — la joven acarició el pequeño rostro de su hijo.

— Lo será mi amada sultana, Mehmed tendrá el mundo bajo sus pies, el será el niño mas feliz que exista. — susurró acercándose también, sentándose junto a ella. — ¿Como te sientes ahora mi amado sol?

— Estoy bien, ya no estoy cansada y Sheker me ha enviado mucha comida esta mañana. — ella sonrió. — Podría recompensarlo del algun modo, el ha sido muy amable conmigo.

— Sheker tendrá su recompensa, no lo dudes. — le sonrió. — ¿Estas comoda aquí? ¿Te hace falta algo?

Mihrimah entrecerró los ojos, el sultán parecia sentir culpa, lo podía notar en sus ojos y en la preocupación que ahora mostraba por ella, para su desgracia, eso solo le podía indicar una cosa, pues si hay algo que jamas cambia, ni siquiera con los siglos de diferencia, es la actitud de los hombres al ser infieles y ella justo ahora podía sentirlo.

— ¿Ha estado con alguien mas cierto? — lo miró fijamente, Mihrimah podía llegar a tener una mirada intimidante, después de todo la sangre rusa y la gitana, hacian de su caracter uno muy explosivo.

— ¿A que viene esto Mihrimah? — preguntó.

— No soy tonta Suleyman y de hecho me molesta mucho que crea que lo soy. — ella lo miró fijamente. — ¿Con quien estuvo anoche?

— Mihrimah, no tengo que darte explicaciones de lo que hago. — el negó.

— Bien, me parece perfecto. — ella lo miró retadora. — Solo espero que su desliz no tenga consecuencias.

— ¿Es una amenaza Mihrimah? — la miró.

— Oh, por supuesto que no, ¿como podría? — le sonrió de una manera escalofriante, haciendo dudar al sultan, pues no esperaba que se lo tomara con tanta tranquilidad, sabia que las rusas eran territoriales y esperaba que Mihrimah fuera así, pero al parecer, se había equivocado.



¡Gracias por leer!❤

Dynasty ||•Sultan Suleyman•||Where stories live. Discover now