Desde el primer momento en que te vi supe que había algo más que belleza en ti...
~ • Eres mi alma y mi mente, eres mi preciosa joya, eres mi alegría y felicidad en este vasto mundo.
Eres mi derrota y mi victoria, eres mi compañera y mi alma gemela...
Había llegado al fin el día de la boda de la sultana Hatice e Iskender paşa, al fin lo que tanto habían ansiado estaba frente a ellos, a punto de cumplirse.
Un mes era el tiempo que había transcurrido despues de la llegada de la sultana Yenişah, quien se había vuelto rápidamente muy amiga de Mihrimah, y quien ahora mismo se encontraba comprometida con Ibrahim paşa, su eterno amor secreto.
— Sultana, la caravana de la sultana Hatice partirá en pocos minutos, la sultana madre la espera. — Gul agha le informó con una sonrisa. — Si me permite decirlo, luce mucho mas hermosa que nunca.
El sonrió, haciéndola sonreír tambien, mientras el la miraba con total dulzura, su sultana era una mujer muy hermosa y ahora lucia mucho mas, todo gracias a que el sultan mismo había mandado confeccionar distintos vestidos nuevos para ella, pidiendo que no se parecieran a ninguno, que todos fuesen especiales, dignos de una reina.
— Nuestro sultán también ha mandado esto para usted. — Gul agha le entregó un hermoso collar junto a una corona, haciendo que una tenue sonrisa apareciera en su rostro. — Los ha hecho el mismo para usted, dijo que solo restan 87 mas para cumplir la promesa de los 100.
La pelirroja sonrió divertida, colocándose rápidamente el collar y la corona, para después unirse a las demas mujeres.
— Si me permite decirlo, luce espectacular sultana. — sonrió hacia Hatice, abrazándola poco tiempo despues de eso, entregandole un pequeño broche. — Es un regalo de Iskender, ha pedido que se lo entregase.
— Gracias Mihrimah. — ella sonrió agradecida, apretando su mano. — Estoy tan nerviosa que mis rodillas tiemblan.
— No debería estarlo sultana, creame, el paşa está ansioso de poder al fin abrazarla pronto. — Mihrimah guiñó un ojo hacia ella, sonriendole cómplice.
— Mihrimah tiene razón Hatice, ese hombre ha esperado demasiado para al fin estar juntos. — Yenişah sonrió.
Poco tiempo después de eso, cada una subió a sus respectivos carruajes, emprendiendo el camino.
— No, justo ahora no. — susurró para si misma, sintiendo de pronto una fuerte contracción.
— ¿Mihrimah? — Nuray preguntó confundida.
— Tengo dolor Nuray, este bebe quiere nacer hoy. — ella la miró asustada, estaban atrapadas en la caravana. — Debemos volver al palacio.
— Mihrimah, es imposible salir de aquí. — Nuray dijo asustada.
— Hagamoslo posible entonces, este bebe no va a esperar mas. — susurró Mihrimah, seguido de un fuerte grito de dolor.
— ¡Debemos regresar ahora! — Nuray avisó al conductor, quien la miró alarmado, no habia forma de salir de la caravana, no sin armar un alboroto antes.
— ¡Oh, carajo! — gritó en un marcado ruso. — Ya lo he entendido, quieres salir de mi y lo haras.
— Mihrimah, tranquila, saldremos de aquí pronto. — susurró la pelinegra, dándole una sonrisa.
Rápidamente llegaron al palacio, encontrándose con un lugar vacío, solo ellas se encontraban en el lugar, pues la mayoría de los criados festejaban la boda de la sultana Hatice.
— ¡Una doctora! Rapido, la sultana Mihrimah está dando a luz. — gritó Nuray desesperada, ayudándola a llegar hasta los aposentos.
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