Capitulo 12

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— Madre, esta mujer es la madre de mi hijo y si las concubinas no se llevan bien con ellas, echalas a todas. — el sultán la miró de forma pacifica, haciendo enojar aun mas a su madre. — Consigueles un esposo o dales su libertad, pero nadie y escuchame bien, nadie, puede faltarle el respeto a Mihrimah, ella es todo para mi.

— ¿Como puedes decir eso Suleyman? — ella lo miró. — Va contra las reglas del harén.

— Madre, estoy cansado, fue un viaje dificil y prefiero no seguir discutiendo por esto. — el sonrió.

— Como prefieras. — la mujer salió de los aposentos furiosa, no podía creer lo que habia visto y escuchado en esos aposentos, esa gitana habia embrujado a su hijo, lo había enloquecido y debía deshacerse de ella antes de que las cosas empeoraran.

— La madre sultana está muy molesta. — Mihrimah se acercó a el.

— No nos preocupemos por eso. — el sonrió, tomando su rostro, justo cuando se escuchaban golpes en la puerta. — Y ahí estan tus postres.

La pelirroja sonrió con genuina felicidad al ver los deliciosos pastelitos frente a ella, Suleyman solo pudo mirarla con adoración, ella era realmente hermosa.

— Oh, son tan deliciosos. — ella susurró.

— Pero ni siquiera los has probado aun. — el rió. — ¿Como podrías saberlo?

— Sheker cocina delicioso y estos postres Nigar los pedía para mi todos estos meses. — explicó, sentándose sobre los cojines.

— Entonces creo que debería probarlos. — el sonrió, pero justo cuando iba a tomar uno, Mihrimah golpeó su mano, sorprendiendolo.

— Oh no, estos son para mi, usted debe pedir los suyos. — ella lo miró sonriente.

— Si comes todo eso tu sola, podrías enfermarte. — el la miró con diversión.

— No lo comeré yo sola, mi bebe comerá la mitad. — ella se encogió de hombros.

El sultan solo pudo reír ante la ocurrencia de la joven quien comenzaba a comer lentamente.

— ¿Alguien te ha ofendido en mi ausencia? — preguntó el sultan, mirándola con amor.

— La sultana Hatice es muy amable. — la joven evadió la pregunta. — Sin duda tiene un corazón noble.

Suleyman fingió no darse cuenta de la evasiva de la joven y prefirió seguir con la conversación, ya después averiguaría todo lo que habia sucedido en su ausencia.

— Lo es, Hatice es la mujer mas noble del palacio. — el sonrió.

— ¿Ella no tiene esposo o hijos? — preguntó interesada, aunque ya conocía la respuesta.

— No, enviudó demasiado joven. — el se lamentó.

— Que pena. — ella paró de comer, sentía que algo extraño estaba sucediendole.

— ¿Mihrimah? — el sultan la observó confundido.

La joven comenzaba a ver borroso, se sentía desorientada, se sentía mareada y su cuerpo comenzaba a entumecerse.

— ¿Que ocurre Mihrimah? — preguntó preocupado, mientras ella comenzaba a sentir que se asfixiaba.

— Suleyman. — susurró con voz rasposa, desmayandose segundos después.

— ¡Mihrimah! — gritó el sultan, tomándola en brazos. — ¡Guardias vengan ahora!

— ¿Que desea su majestad? — ambos hombres entraron.

— Llamen a la doctora. — ordenó sin mirarlos, manteniendo su atención en la pelirroja. — Mihrimah, ¿que ocurre mi sol? Abre tus ojos.

La preocupación en el rostro del sultan era notable, mientras ambos aghas salian corriendo a buscar a la doctora, el tomaba en brazos a la joven, poniéndola sobre la cama.

— ¿Donde está Ibrahim? — preguntó a uno de los guardias.

— No lo sabemos su majestad. — respondió.

— Mihrimah, amor mio, respondeme, despierta. — el sultan acarició su rostro, viendo como su piel se tornaba mas pálida, justo cuando la doctora entró. — No respira.

La mujer asintió, comenzando a revisarla de inmediato.

— Se desmayó cuando comía, ella estaba bien, minutos después dejó de hablar y solo se desvaneció. — el sultan no podía negar que estaba asustado, su luna y sol estaba en peligro.

La doctora comprendió rápidamente de que se trataba, la joven habia sido envenenada.

— Su majestad, la señorita fue envenenada. — ella lo miró.

— Curala de inmediato o haré que los ejecuten a todos. — gritó molesto.

La mujer sacó un extraño liquido, haciendo que Mihrimah lo oliera, para después comenzar a vomitar.

— Sumbul, busca a Ibrahim ahora mismo. — ordenó molesto. — Y quiero saber quien fue el que intentó matar a mi sultana y a mi hijo.

Sumbul asintió, yendo a cumplir la orden, pues la ira del sultan se sentía como nunca y no quería ser el quien tuviera que recibir un castigo.

Suleyman observaba a la doctora colocar paños humedos sobre la frente de su amada gitana, ella quien sonreía hace unos cuantos minutos, ahora lucia como un fantasma, su piel estaba pálida y sus labios habían perdido el intenso color rojo que poseían.

— Su majestad. — Ibrahim entró en los aposentos, topándose con la imagen de la joven tendida sobre la cama. — ¿Que pasó?

— ¿Donde estabas Ibrahim? — lo miró fijamente, aun no olvidaba que el y su madre le habían mentido.

— Lo siento su majestad, usted fue a descansar y pensé que podría salir a caminar un rato. — se excusó. — ¿Como se encuentra la señorita Mihrimah?

— La sultana, mi sultana fue envenenada. — la furia apareció nuevamente en los ojos del sultan. — Busca a quien lo hizo y entregamelo, yo mismo seré quien corte su cabeza.

— Mi señor, ¿quien haría algo así? — Ibrahim sabia quien podría haber sido, pero debía protegerla, se lo había prometido a la sultana madre.

— Es lo que quiero que averigües, no quiero que descanses hasta que atrapes al culpable y lo traigas ante mi. — el lo miró. — No me importa quien sea, le arrancaré la cabeza con mis propias manos por lo que hizo.

— Como ordene su majestad. — reverenció, para después salir de los aposentos, tenia que hacer algo al respecto o todos saldrían gravemente perjudicados.

La sultana madre quien aun seguía molesta por lo sucedido observó a Hatice, quien sonreía junto a Gülfem.

— Hatice. — la llamó.

— ¿Que ocurre madre? — ella se acercó, de cierto modo sentía pena por su madre, el sultán habia sido duro con ella, aunque creyera que lo merecía.

— Suleyman está molesto por los aposentos que le di a Mihrimah, quiere que la cambie a otros aposentos, unos mas grandes y mejores, pensé en los que eran de Beyhan. — ella la miró, no deseaba seguir peleando con su hijo, así que cedería esta vez, de igual forma, la guerra apenas iniciaba.

— Serán adecuados para ella, son grandes y hermosos. — asintió.

— Sultana. — Daye interrumpió.

— ¿Que pasa Daye? — la sultana la miró.

— La señorita Mihrimah fue envenenada sultana. — informó, dejando a todas las mujeres en shock, mientras Hatice miraba recelosa a su madre.

— Espero que no tenga que ver con esto madre. — susurró la joven sultana, reverenciando para ir junto a su hermano, pues estaba segura que estaría volviéndose loco de estrés.


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Dynasty ||•Sultan Suleyman•||Where stories live. Discover now