Dynasty ||•Sultan Suleyman•||

Capitulo 17

— Mi sultan, la señorita Firuze desea verlo. — un agha informó.

— Dile que pase. — el sultán aun estaba molesto, pero era con su madre.

— Su majestad. — Firuze entró con una sonrisa, haciendo una reverencia.

— Firuze, pasa. — el sonrió. — ¿Como está mi sultana?

— Está muy bien su majestad. — ella sonrió. — Lo extraña, al igual que yo.

Suleyman le dio una sonrisa a la mujer, invitándola a sentarse junto a el.

— ¿Y tu como estas? — le preguntó.

— Estoy bien, solo, extrañando su presencia. — ella tomó la iniciativa, besando al sultan, mientras este le correspondía.

Ambos se dejaron llevar por la pasion despues de tanto tiempo de no compartir la cama juntos, Suleyman no podía negar que los sentimientos por la hermosa mujer frente a el seguían vivos, no era amor, solo deseo, pues la única mujer que amaba era Mihrimah.

La joven rusa despertó de pronto en medio de la noche, tenía un presentimiento extraño, algo que no la dejaba dormir.

De pronto observó el amuleto que le había dado esa extraña mujer, un pequeño brillo dentro de el resplandecía, haciéndola confundir.

— ¿Nuray? — llamó a su amiga.

— ¿Que ocurre Mihrimah? — la mujer llegó preocupada hasta ella.

— Lo siento, no quise despertarte, es solo que, no puedo dormir. — ella la miró con pena.

— Es excelente porque yo tampoco. — le sonrió. — ¿Que pasa? Estas pálida.

— No lo se, creo que necesito un poco de aire. — Mihrimah susurró, mirando hacia la ventana, el oscuro cielo de medianoche comenzaba a iluminarse por decenas de estrellas fugaces, era como si de fuegos artificiales se tratase.

— Oh por Allah, ¿estas viendo eso? — Nuray preguntó emocionada. — Es hermoso.

— Lo es. — Mihrimah sonrió, sintiendo de pronto que algo iba mal, pues un liquido extraño le mojó las piernas, para después sentir un fuerte dolor en la parte baja de su vientre. — ¡Oh por Allah!

La joven gritó con fuerza, dejándose llevar por el dolor.

— Mihrimah ¿que pasa? — Nuray la miró asustada.

— Va a nacer, ya va a nacer. — susurró.

— Voy por la doctora, solo, espera un minuto. — Nuray salió corriendo de los aposentos, dejando a la joven sola.

— Allah te lo suplico, que sea una niña. — dijo en voz alta, sintiendo nuevamente el dolor recorrer toda su espina dorsal.

Mihrimah pensó que algo iba mal, pues notó sangre manchar las sabanas.

— No me abandones Allah. — respiró pesadamente, tratando de tranquilizarse.

— Mihrimah. — Firial entró junto con la doctora y Nuray. — ¿De donde es la sangre?

— Señorita Mihrimah, respire tranquila ¿bien? — la doctora la miró, haciendo que ella asintiera y tratara de tranquilizarse mientras la revisaba. — Bien, no será un parto largo, el bebe ya quiere salir.

Los gritos llenos de dolor de Mihrimah inundaban la habitación, pues el bebe no queria esperar mas, estaba listo para nacer.

— Ponle este trapo en la boca o sus gritos despertaran a todo el palacio. — la doctora ordenó a Firial.