Capitulo 10

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Fecha: 8 de noviembre de 1522

El sultan estaba volviendo al palacio nuevamente con un triunfo en sus manos, pues habia conquistado varias provincias, anexandolas al imperio.

— ¿Porque nuestro sultan está volviendo antes de lo previsto paşa? — la sultana madre preguntó.

— Decidió terminar la campaña antes sultana, no dio explicaciones y nadie se las pidió, el es el sultan. — Kasim Paşa la miró. — Allah mediante volverán con bien.

— Amen. — susurró la sultana.

— Sultana, no quiero ser repetitivo, ni molesto, pero ¿que ha pasado con la concubina que seria esposa de mi hijo? — preguntó el paşa.

— No va a recuperarse paşa. — susurró ella. — Su enfermedad ha empeorado cada día mas, pero puedo ofrecerle a cualquier otra concubina.

— Es una pena, la muchacha es realmente linda y joven. — el la miró apenado. — Hablaré con mi hijo sultana.

La mujer asintió, marchándose nuevamente dentro del palacio, su hijo estaba por llegar.

Entró a sus aposentos, observando a todas las mujeres e hijos del sultán ahí, todos esperaban la llegada de su leon.

— ¿Mihrimah no vendrá madre? — Hatice sonrió, haciendo molestar a su madre, pues su plan de deshacerse de la joven había fallado.

— Es una concubina mas, no tiene nada que hacer aquí Hatice. — la miró molesta.

— No es una concubina mas y lo sabes, pero finge todo lo que quieras. — sonrió, mirando hacia el frente.

Esperaron por algunos minutos mas, comenzando a desesperarse, se suponia que el sultan ya estaba en el palacio, ¿porque no había ido ya a saludar a su madre?

— Daye, ¿donde está mi hijo? — la sultana preguntó.

— Llegó al palacio hace apenas unos minutos sultana, no debe tardar. — respondió, mandando a Sumbul a buscar información.

El sultán observaba la entrada del palacio con una sonrisa, dandole una mirada alegre a Ibrahim.

— Estamos de vuelta Ibrahim. — sonrió.

El solo sonrió de vuelta, estaba incomodo, le había fallado a la madre sultana y estaba seguro que ella no se había podido deshacer de Mihrimah, pues apenas tendría 7 o 8 meses de embarazo.

Temía la reaccion del sultán al saberlo, seguramente estaría molesto y seguramente seria su cabeza la que cortaría, pues el tenia que haberle informado del estado de Mihrimah, no debía haberle mentido con esa extraña enfermedad.

Entraron al palacio, encontrandose de frente con Nigar, quien reverenció a ambos.

— Nigar, ¿donde está Mihrimah? — preguntó el sultan con preocupación, mientras ella observaba a Ibrahim sin saber que responder. — Te hice una pregunta mujer.

— Su majestad. — ella respondió nerviosa, aun sin mirarlo. — Justo voy a verla, puedo prepararla para usted si así lo desea.

— No, llevame con ella, se que está muy enferma. — los ojos azules del hombre la miraron con preocupación.

— Como ordene. — ella cerró los ojos, comenzando a avanzar.

Los guió por desolados pasillos, mientras el sultan hacia una mueca de molestia, ¿porque su sol y su luna estaba aquí? Los pasillos despedían olor a humedad, era la parte mas descuidada del palacio y estaba cerca de los calabozos, ¿quien habia ordenado eso? Debía rendirle cuentas el responsable.

— Firial, ¿que hacemos aquí? — preguntó el sultan con un gesto de molestia creciendo en su rostro.

La kalfa, cuando al fin se vio liberada de la presencia del espía de la valide, al fin pudo decirle la verdad.

— La sultana madre ordenó que la señorita Mihrimah fuese trasladada aquí. — ella lo miró, observando como su semblante se endurecía, pues no solo estaba en la peor parte del palacio, sino que estaba encerrada bajo llave.

El hombre entonces suspiró con molestia, ¿como le habían hecho eso a su favorita? ¿como su madre lo había ofendido de esa forma?

— Dejame a solas con ella Firial. — ordenó, tomando la llave de sus manos para abrir el mismo.

— ¿Firial eres tu? — la suave voz de la joven se escuchó tras la puerta, haciendo sonreír al sultan. — ¿Me traes dulces cierto?

Mihrimah preguntó, sin obtener respuesta alguna, haciendo que comenzara a preocuparse, pues tal vez era alguien que querría hacerle daño y ella no tenia nada con que defenderse en ese lugar.

Escuchó como la puerta estaba a punto de ser abierta y tomó un pequeño jarron, tal vez no serviría de nada, pero con suerte podría golpear a su atacante y huir.

La puerta se abrió y ella lanzó el jarrón al intruso, quien solo dio un pequeño quejido, comenzando a sobar su cabeza.

Mihrimah abrió los ojos asustada al ver al sultan tras la puerta, mientras pensaba que seguramente la ejecutarían por eso, había agredido al sultan, aunque en su defensa, el no se había identificado antes y ella se había asustado.

La mirada del sultan se congeló al ver el enorme vientre de la joven, quien sonreía nerviosa, ella no parecia enferma, contrario a eso, se veía demasiado sana.

Suleyman sonrió al ver el rostro de su amado sol, acercándose lentamente hasta ella, quien corrió a abrazarlo con una sonrisa, al menos podía estar tranquila, la sultana madre ya no iba a poder matarla y quedarse con su bebe, ahora no tendría que huir con ayuda del la sultana Hatice y Firial, ahora podía respirar con tranquilidad nuevamente, estaba segura que el sultan la protegería.

— Estoy feliz de que estes de vuelta. — ella sonrió.

El solo sonrió al escucharla, ella parecia que nunca le hablaria de usted, solo cuando estaba nerviosa o asustada lo hacia.

— Regresé por ti mi amada gitana. — sonrió el, besando su frente. — Volví solo para ver a mi amada luna y mi sol.

Ella sonrió, mirandolo a los ojos, mientras el sonreía tambien.

— Me han dicho que estabas enferma, tuve miedo de perderte. — confesó el sultan, haciéndola sonreír nuevamente.

— No es exactamente una enfermedad. — ella tocó su vientre.

— Puedo notarlo. — sonrió el, tocando su vientre tambien y preguntándose porque Ibrahim y su madre le habían mentido y peor aun, no le habían contado la maravillosa noticia. — Pero estoy aun muy molesto contigo.

Ella frunció el ceño confundida, rememorando los ultimos meses en su mente, no recordaba haber hecho algo malo.

— Pero no he hecho nada malo. — ella lo miró. — He obedecido a la sultana madre en todo y no he salido de aquí, así como ella lo ordenó.

— No respondiste ninguna de mis cartas. — el la miró confundido, ¿habia estado en ese horrible lugar tanto tiempo?

— ¿Cuales cartas? — preguntó ella con inocencia.

Bien, ahora si estaba muy molesto, sabia quien estaba detrás de todo eso, la crueldad de su madre habia rebasado los limites, ¿como se había atrevido a encerrarla en ese horrible lugar? ¿como habia permitido que la madre de su hijo viviera en un sitio tan repugnante? Debía tener una muy buena explicación o definitivamente la bomba estallaria en el palacio.



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Dynasty ||•Sultan Suleyman•||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora