Capitulo 27

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Suleyman observó en silencio como la doctora atendía a Mihrimah, mientras se reprochaba a si mismo todo lo que había sucedido.

— Su majestad, la sultana Mihrimah ya se encuentra bien, dormirá por algunas horas mas, su cuerpo necesita recuperarse. — ella sonrió. — Felicidades, la sultana está embarazada.

Suleyman entonces observó atónito a la mujer, sintiéndose aun mas miserable de lo que ya era, realmente lo habia arruinado todo.

— ¡Salgan de aquí! — ordenó.

Todos los sirvientes abandonaron los aposentos rápidamente, dejándolos solos.

— Mi amado sol y mi luna. — susurró el, acariciando su rostro. — Perdoname por todo esto mi amor.

Besó su frente, saliendo de los aposentos.

— No quiero que nadie moleste a la sultana. — ordenó a los guardias, dejando claro que nadie podía entrar, ni salir.

Siguió avanzando por los pasillos, hasta llegar a los calabozos, en donde se encontro con Ibrahim golpeando a Iskender.

— ¡Ibrahim! — gritó, llamando su atención.

— Mi señor. — el hizo una reverencia, mientras los soldados soltaban a Iskender.

— Largo de aquí. — ordenó furioso. — ¡Fuera!

— ¿Donde está mi hermana? — Iskender preguntó directamente. — ¿Donde está Katerina?

— Mihrimah. — el sultán lo corrigió. — La sultana Mihrimah, mi esposa.

Iskender entonces lo miró a los ojos, cuando observó al sultan extenderle una mano para ayudarlo a levantarse.

— ¿Mihrimah? — preguntó confundido, su padre les había hablado de esa mujer, la luz de los ojos del sultán, llevaba el nombre del sol y la luna.

— Ese es su nombre ahora. — asintió, entendiendo. — He cometido un error, pero las normas del harén son claras, ningún hombre debería siquiera ver a las mujeres que pertenecen a el.

— Acepto el castigo que se me imponga su majestad. — Iskender lo miró con firmeza, fue entonces que el sultán pudo distinguir a Mihrimah en el.

— No seras castigado Iskender. — lo miró. — Mihrimah no me perdonaría jamas si hiciera algo contra alguno de ustedes.

Suleyman observó el gesto de sorpresa en el rostro del hombre, quien solo hizo una pequeña reverencia agradeciendo.

— Suleyman paşa fue alguien muy importante para el imperio. — continuó hablando. — Quiero que formes parte del consejo en su lugar, eres su hijo mayor, no hay nadie mas apto para ello que tu.

— Como usted ordene su majestad. — asintió el hombre.

— ¡Guardias! — gritó el sultan. — Lleven a este hombre a que lo atiendan y liberen a sus hermanos.

Los aghas solo asintieron, cumpliendo la orden, mientras Iskender lo reverenciaba nuevamente.

— Su majestad, me gustaría poder ver a la sultana Mihrimah. — pidió. — Mis hermanos y yo la hemos buscado por años.

— Que te atiendan, después pide que los lleven a mis aposentos. — asintió el sultán, marchándose.

Suleyman salió de ahí, volviendo a sus aposentos, observando como la pelirroja ya había despertado y ahora se encontraba parada en el balcon.

— ¿Como te sientes? — el sultan se acercó lentamente a ella, no queriendo perturbarla.

— La doctora me ha dicho que estoy embarazada. — ella respondió sin mirarlo. — Es irónico, porque ahora, cuando mas deseo estar lejos y no saber nada mas de usted, Allah parece querer recordarme que usted siempre estará en mi vida.

— Mihrimah. — el trató de tocarla.

— Prefiero que no me toque su majestad. — la joven lo miró a los ojos. — Ya me ha herido y humillado lo suficiente, quiero volver con mi hijo y quiero ver a mis hermanos.

— Los veras en un momento, van a traerlos aquí. — el la miró. — Debemos hablar de esto Mihrimah.

— ¿Hablar de que? De la forma en que me pisoteó frente a todas esas mujeres o de como no me permitió explicarle antes de maltratarme. — ella entonces lo miró fijamente y Suleyman se asustó al ver sus ojos, no reflejaban odio, pero tampoco amor, no habia nada en ellos. — No quiero volver a hablar con usted jamas y no quiero que vuelva a tocarme, se que soy una esclava, su esclava, pero ya le he dado suficiente de mi, necesito que me deje en paz.

— Mihrimah, debes escucharme. — el tomó su mano.

— ¿Así como usted lo hizo? — ella entonces negó. — Entendí que hubiese estado con Firuze, con Neylan, con Hürrem, lo entendí porque esas eran sus costumbres, usted lo dijo, así era el harén y de verdad que hice todo para comprenderlo, para aceptarlo aunque no son mis costumbres, pero no puedo aceptar ser humillada y arrastrada por quien dice amarme, no puedo aceptarlo porque me amo lo suficiente para no hacerlo.

Mihrimah limpió las lágrimas de su rostro, tomando un par de suspiros antes de volver a la serenidad.

— Si usted me ama, aunque sea un poco, le pido que me deje tranquila, llevo a un bebe suyo en el vientre, permitame sentir la paz que necesito. — ella lo miró, pero justo cuando el iba a responder, fueron interrumpidos.

— Adelante. — ordenó Suleyman.

— Su majestad, los hijos de Suleyman paşa desean verlo. — informó el agha.

— Que entren. — asintió, mientras Mihrimah volvía a sonreír al verlos.

— Su majestad. — ella llamó su atención. — ¿Puedo abrazar a mis hermanos?

— Adelante Mihrimah. — el asintió.

La joven pelirroja entonces sonrió, lanzándose a los brazos de Iskender.

— ¿Quien te ha hecho esto? — preguntó ella con preocupación en su rostro, observando los golpes en la cara de su hermano.

— No es importante ahora Mihrimah. — el la abrazó aun mas fuerte.

— Has crecido estos años fresita. — susurró Burak, abrazandola con fuerza. — Te hemos extrañado mas de lo que imaginas.

— Tambien te he extrañado Alexei. — ella le sonrió.

— Al igual que el tuyo, nuestros nombres cambiaron hermana. — el sonrió, comenzando a señalar a sus hermanos. — Iskender, Orhan, Serhan, Malkoçoğlu y mi nombre es Burak, nuestro padre nos los dió.

Burak besó la frente de su pequeña hermana, aun mirando con recelo al sultan, pues el era el mas observador de sus hermanos, claramente habia notado la enorme marca enrojecida en el brazo de su hermana y la pequeña mancha de sangre cerca de su cuello.

— Dime, ¿ya has domado al leon? — preguntó Orhan en un marcado ruso, haciéndola reír mientras la abrazaba.

— Aun no, pero se siente culpable por esto, de algo me servirá. — ella respondió también en ruso, haciendo sonreír al hombre.

— No esperaba menos de mi brillante hermana. — Serhan sonrió, tambien hablando en ruso. — Aunque siempre puedo matarlo si así lo deseas.

— Preferiría que no, mi Mehmed aun es el cuarto príncipe y quiero que llegue al trono. — respondió, guiñándole un ojo, dejándolos a todos sorprendidos.

— Te he extrañado Kat. — Malkoçoğlu sonrió, abrazándola.

— También te extrañé. — ella sonrió alegremente, había recuperado a sus hermanos y a su mejor amigo.



~~"Los aliados habían llegado, dispuestos a dar la vida para proteger a la sultana, pero ¿y al sultan?"~~


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Dynasty ||•Sultan Suleyman•||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora