Capitulo 44

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Fecha: 04 de noviembre de 1524

— ¿Cómo salió todo? — Burak preguntó discretamente.

— Beneficioso para mi, nadie sospecha de lo que hicimos. — la pelirroja sonrió de forma cómplice. — Deje que me atacara primero, después la asesiné, tuve que fingir estar en shock para no levantar sospechas e incluso derrame algunas lágrimas frente a Suleyman y la señorita Isabella Fortuna no es un problema ya.

— Excelente trabajo Mihrimah. — Burak sonrió orgulloso.

— Aunque tengo una duda aun. — lo miró a los ojos. — ¿Como hiciste para que Neylan fuese a mis aposentos?

— Esa mujer estaba desequilibrada después de la muerte de sus hijos. — miró hacia el frente sin ninguna pizca de remordimiento. — Solo tuve que decirle que ella sabia quien era la culpable de todo, le di la daga y ella hizo justo lo que creí que haría.

— Nos convertimos en monstruos Alexei. — Mihrimah lo miró.

— Hacemos lo que sea por sobrevivir Katerina, nada mas que eso. — la miró a los ojos. — ¿Que tal lo otro?

— Le di un ultimátum al sultán. — la pelirroja sonrió. — Está arrepentido y quiere conseguir mi perdón, le dije que volvería a Manisa con mis hijos porque no puedo permanecer en el palacio al ser una mujer libre.

— ¿Crees que esa estrategia te funcione? — la miró.

— Me ama Burak, así que hará todo para que me quede, confío en ello. — sonrió. — Y si no, Manisa es la provincia de la corona, tres de mis príncipes viviendo ahí dejarían en claro que alguno de ellos será el sucesor.

— Escuché que los príncipes han mejorado, ¿como están Iskender y Selim?

— Mejorando, la sultana Hatice no se despega de Iskender desde que abrió los ojos, realmente lo ama. — sonrió, haciendo que una mueca apareciera en el rostro de Burak.

— Debemos protegerla, Iskender la ama también y ella lo hace feliz.

— Oww, tienes corazón. — soltó la pelirroja con sarcasmo.

— No, realmente no. — Burak guiñó un ojo hacia ella, retirándose del lugar al ver a la madre sultana ir hacia Mihrimah.

— Mihrimah, ¿como te sientes? — la madre sultana preguntó.

— Estoy muy bien sultana. — susurró de forma cortes. — Mucho mas ahora que se que mis príncipes están bien.

— Allah mediante pronto estarán completamente recuperados. 

 — Amen.

— Deberías descansar Mihrimah, tus anteriores partos han sido difíciles, no queremos que algo malo te suceda esta vez. — la sultana le dio una mirada que la pelirroja no supo cómo identificar, para después dejarla a solas.

— Ah claro, ahora resulta que se preocupa por mi. — susurró la joven con desconfianza, sintiendo una fuerte patada. — Si, yo tampoco le creo, pero no puedes golpearme así mal educado.

— Sultana, nuestro sultán desea verla. — Afife llegó hasta ella. 

— Dígale que no puedo ir, que no me siento bien. — le sonrió.

— Pero sultana... — la mujer la miró confundida.

— Dile eso Afife. — le sonrió, entrando al harén, dejando a la kalfa completamente confundida.

— Vaya, estás de vuelta serpiente. — sonrió Hürrem. 

— Te dije que no estaría lejos por mucho tiempo y estoy aquí nuevamente. — Mihrimah hizo una mueca de victoria. — Pero ustedes ya no son tres, solo dos.

— No se necesita mucho para vencerte. — Mahidevran sonrió. — Después de todo, llevas en tu vientre a tu último hijo con el sultán, ya no puedes volver a sus aposentos.

— ¿Estás segura de ello? — la pelirroja la miró alzando una ceja. — Porque me ha llamado nuevamente, claro que como ahora soy libre, siempre puedo decidir.

— Maldita víbora. — susurró Hürrem molesta.

— Lo soy y si fuera ustedes, tendría precauciones, soy muy venenosa. — les sonrió a ambas. — Ahora si me permiten sultanas, debo ver a mis principes.

La pelirroja las miró con superioridad, dejándolas ahí, completamente furiosas.

— Mis bebes. — Mihrimah llegó hasta sus aposentos, dándole un beso a cada uno de sus hijos, mientras ellos reían alegres. — ¿Como han estado Nuray?

— Excelente sultana. — sonrió la joven. — Están algo inquietos, creo que es porque la extrañaban.

— Gracias Nuray, ve a descansar, yo los cuidaré. — le sonrió amable, mientras ella asentía y se marchaba.

— Sultana, Iskender paşa está aquí. — Gul agha entró.

— Dejalo entrar. — sonrió hacia el.

— Como ordene mi sultana. — asintió el agha, dejando entrar al paşa, para después dejarlos solos.

Mihrimah sonrió al verlo, corriendo a abrazarlo, mientras el sonreía tambien.

— Puedo notar que me extrañaste. — le sonrió.

— No tienes idea de cuanto, estuve tan preocupada por ti. —Mihrimah escaneó su rostro. — ¿Cómo te sientes ahora?

— Estoy bien hermana, estoy completamente recuperado. — el le sonrió. — Y estoy listo para casarme con mi hermosa sultana.

— Eres tan cursi. — la pelirroja giró los ojos, haciéndolo reír. — No recuerdo haberte visto jamás así antes.

— Mi bella Hatice no estaba en el futuro. — respondió divertido.

Ambos estuvieron conversando por un rato más, Iskender le había contado de todo lo que habían hablado en el consejo, así como tambien la mala noticia, Ibrahim paşa había sido ascendido a Gran visir del Imperio, aumentando así su poder y convirtiéndose en un enemigo aún más poderoso.

— Es alguien de quien debemos cuidarnos sin duda. — Iskender advirtió. 

— Nos desharemos de el Iskender, ya pensaremos en algo. — Mihrimah sonrió. — Ahora vete, me he negado a ver al sultán, vendrá aquí en cualquier momento.

— Como ordene mi sultana. — el paşa asintió, dándole una sonrisa antes de salir.

Y justo como Mihrimah creyó, unos minutos después un molesto Suleyman entró en los aposentos, mirándola fijamente al ver como ella ni siquiera se inmutaba con su presencia, ignorándolo completamente.

— ¿Que desea Suleyman? No es apropiado entrar a los aposentos de una mujer de esa manera. — Mihrimah ni siquiera lo miró, siguió en lo suyo, jugando con Mehmed.

— ¿Por que le has dicho a Afife que no irías a mis aposentos? — la miró con confusión.

— Porque no voy a hacerlo su majestad, soy una mujer libre, usted no puede obligarme. — ella al fin lo miró. — Ya no hay nada que me ate a usted, soy libre al fin.



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Dynasty ||•Sultan Suleyman•||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora