Dynasty ||•Sultan Suleyman•||

Capítulo 53

— Sultana, tengo noticias del palacio de la sultana Yenişah. — Gul agha avisó.

— ¿Que ocurre? ¿Ibrahim murió? — preguntó preocupada.

— No sultana, él sobrevivió. — el agha arrugó el entrecejo. — Tuvo mucha suerte.

— ¿Y Suleyman? — preguntó.

— En el palacio de la sultana.

— Gul agha, necesito que averigües que fue lo que sucedió. — lo miró a los ojos. — La madre sultana va a tratar de culparme por esto, necesito estar un paso adelante.

— Investigaré todo sultana, las paredes hablan. — sonrió. — No se preocupe.

— Gracias Gul agha. — asintió, dejándolo irse.

•~•~

Dos semanas después

— Mihrimah, querida, ¿que te tiene tan distraída? — preguntó el sultan, mirándola con curiosidad.

— Estoy nerviosa Suleyman, preocupada. — admitió. — Todos hablan de mi, dicen que soy una bruja, que lo hechicé para que se casara conmigo, que lo he manipulado para que me construya un palacio y una mezquita.

El sultan soltó una gran carcajada, mirándola con suavidad.

— No se burle, es cierto lo que digo, lo he escuchado hasta el el harén. — lo miró con acusación. — Creo que nadie me quiere, creo que me odian y ni siquiera lo entiendo...

— Mihrimah, la luna de mi vida, no hagas caso de murmullos mal intencionados. — tomó sus manos. — Tu eres mi esposa, mi vida entera, no me importa si ellos te quieren o no, yo te amo y yo soy el sultan, tu eres lo único importante y si eres una bruja, pues amo a la bruja que hechizó mi corazón.

— Suleyman. — sonrió, mientras negaba. — Veré a los niños un momento.

— Quiero que nos reunamos todos para comer, extraño su presencia. — le sonrió.

— Está bien, pero tendrá que ser mañana, hoy es la celebración en el harén. — asintió la pelirroja, saliendo de los aposentos.

— Sultana. — Ibrahim sonrió al verla. — Felicidades.

— Creo que debería ser yo quien lo felicite, se libró de la muerte después de todo. — le sonrió de vuelta.

— Parece que su plan no funcionó. — mencionó, dándole una sonrisa burlona.

— ¿Mi plan? Oh paşa, temo que se está equivocando, como siempre. — lo miró, mantiendo la sonrisa. — Yo no soy responsable por el ataque hacia usted.

— ¿No?

— Por supuesto que no. — negó. — Usted estaría muerto si hubiese sido yo quien lo ordenara, no se equivoque, yo no fallo.

— ¿Es una amenaza? — preguntó directamente.

— Considerelo una advertencia, mantengase lejos y no interfiera o me encargaré de mantenerlo lejos yo. — sonrió, observando como la sonrisa del hombre se borraba y se aleja a paso rápido. — ¡Paşa!

La pelirroja llamó su atención, lográndolo.

— ¿Si?