Capítulo 19: ¡Mi señora puedo explicarlo!

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Wen Ruohan entró a la secta sin problemas. Con su elevado cultivo no era problema alguno pasar desapercibido. No quería que nadie se enterará de que había salido. Sería muy difícil explicar el porqué...
No iba a decir que a su esposa le encantan los faisanes, traería muchas más preguntas.

Preguntas que realmente no quería responder, seria dar demasiadas pistas.

Fue rápidamente a la habitación que le asignaron, deleitándose de el aroma que había en el ambiente. 

Lotos...

Sintiéndose asombrado que el aroma se sentía adentro se la habitación, era sin duda un olor muy refrescante y calmante, sin pensar más, fue a lavarse, a quitarse toda la suciedad de su cuerpo. 

Últimamente tenía la costumbre de estar muy limpió, hace años podía venir de caza y luego podía continuar haciendo su trabajo como líder, en terminar papeleos. No es que se descuidara su imagen ante los demás, en lo absoluto, pero en la soledad de su estudio, no le tomaba tanta importancia tener manchadas sus túnicas de barro, o tener su cabello lleno de hojas.

Ahora, tenía que estar impecable para su señora. No concebía la idea de venir sucio luego de una cacería con sus discípulos, y abrazar a su esposa y ensuciándole en el proceso. No, no, no.

Siempre tenia que estar impecable frente a su Madame Wen

Por eso se limpiaba muy bien, para estar junto a su esposa, esa costumbre ya estaba muy arraigada en él.

Se dirigió a ese cuarto de baño, donde estaba una bañera de madera muy común.

Podía ser su abstinencia de un día, pero su mente imaginaba la bañera espaciosa de su habitacion, aquella que permitía estar cómodamente con su esposa.

Wen Ruohan solo podía suspirar

Con maestría de quitó sus túnicas y botas quedando en toda su gloria.

Desnudo.

Soltó su cabello, quitando todos sus accesorios colocándolos diligentemente en una mesa pequeña. Dejando libre todo su largo cabello.

Colocó un talismán para calentar el agua, y que ayude a sus músculos adoloridos. Cuándo comprobó que estaba a la temperatura óptima, se metió en la bañera, soltando un suspiró de alivió sintiendo como sus músculos se relajaban poco a poco. 

La bañera era muy pequeña para él

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La bañera era muy pequeña para él.
Wen Ruohan de por si era un hombre grande, unos hombros anchos y muy alto, no estaba incómodo pero no tendría mucho lugar de hacer otras actividades como las que hace con su esposa. 

Wen Ruohan le extrañaba, era imposible no hacerlo. Cada momento del día lo miraba a él. Desde levantarse temprano y ver su rostro durmiente, en la hora de la comida cuándo tomaba un respiró del papeleó para comer junto con su esposa, o su más reciente actividad, ir a vigilar a su esposa mientras entrenaba a los discípulos.

El sol de QishanWen☀️Where stories live. Discover now