Capítulo I - Un encuentro único

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Desde el día en que te conocí, nuestros destinos se conectaron para volverse uno solo...

Un destino que llegó a convertirse en una gran leyenda, y una peculiar enseñanza.

Esta es la historia de Briel, un chico de la era moderna, quién fue invocado a un extraordinario mundo plagado por criaturas extraídas de cuentos y leyendas.

Sin desearlo, conoció el odio, el rencor, el amor, la muerte y la eternidad, gracias a una extraordinaria criatura conocida bajo el sencillo pero respetado nombre, Ryu, dragón de llama ancestral.

El comienzo de esta dura travesía inicia con un pequeño de tan solo 10 años, el cual, en un histórico ritual para invocar a un alma fuerte, tuvo la desgracia de caer bajo las manos de un hechicero de mala fe.

La venta de invocados era normal en aquel mundo, pues ellos  tenían la capacidad de usar y controlar una magia única que no se podía encontrar en esa tierra. Como era de esperarse, al llegar, Briel sufrió grandes daños en su mente, pues al estar en un mundo en donde no entendía el idioma, las razas que coexistían entre sí, y ni el cómo funcionaban las relaciones humanas y las no humanas, cayó en una gran desesperación y confusión, ya que además de todo, su alma fue explotada al aprender aquel poder que solo él podía emanar.

Pasados unos años, el joven pudo aprender con trabajo el idioma dominante de ese mundo, aprendió a moverse y a sobrevivir. Sin embargo, el chico no podía soportar del todo los malos tratos del hechicero que lo compró cuando era tan solo un niño, por lo que era común que sufriera gracias a los estrictos "castigos" que el hombre le imponía.

Uno de esos días malos en los que Briel desobedeció las ordenes de ese hechicero, esté ordenó que lo arrojarán a la cueva de los cristales rojos en las profundidades de un peligroso bosque, en donde la energía castigaba a cualquier tipo de alma que pudiera caer en tal abandonado lugar, que ni los más fuertes gobernantes se atrevían a reclamar.

Encadenado y golpeado, fue arrojado estando inconsciente a la cueva.

Varias horas después... Briel despertó al fin.

Mostrando un evidente malestar, el humano sujetó su cabeza y habló con una voz cansada a la nada...

-Ah~ ese anciano se pasó esta vez... solo por romper esa tonta pócima... ¡Auch!

El chico poco a poco se percató en que probablemente... estaba en serios problemas.

-Sigue teniendo pésimos gustos... ¿cuánto tiempo me abandonará ahora?, ¿tres días, una o dos semanas? – El joven suspiró ligeramente mientras trataba de dar pequeños pasos adoloridos.

-Está muy frío aquí adentro y huele extraño...  creo que es humedad, necesito salir o me voy a morir de verdad... yo...¡AAAHHHH - Repentinamente Briel cayó en un agujero, y segundos después, su cuerpo azotó contra el suelo a gran velocidad.

Tratando de reponerse de aquel tremendo golpe, de pronto una profunda voz lo hizo voltear rápidamente.

-Humano, ¿qué haces en mi cueva?

Briel, descolorido hasta la punta de sus pies, empezó a levantar la mirada lentamente hasta que quedó totalmente petrificado al ver a un dragón de extravagante altura, de cuerpo negro y escamas brillantes color azul.

El enorme dragón lo volteó a ver y sabiendo lo que estaba pensando, dijo al pequeño chico descolorido que originalmente mostraba un bonito color aperlado en su piel.

-No te voy a hacer nada ¿ves?, estoy encerrado en esta barrera asquerosa.

El joven tragó saliva y sabiendo que no podía perder nada intentándolo, se acercó para comprobar las palabras de aquella criatura. Al extender sus manos, comprobó lo que afirmaba el dragón, y descubrió algo que podría salvarle la vida. Por lo que se acercó aún más a la gran barrera y se sentó frente al gran dragón.

El amante del dragónWhere stories live. Discover now