Capítulo XLI - El atrevimiento del dragón

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El acercamiento de Ryu hacía el humano parecía no tener muchos avances, ya que, aunque el chico comenzara a tener varios gestos de amabilidad con él, su comportamiento seguía siendo frío y sin interés, sin embargo, pese al fuerte sentimiento de desesperación que el moreno llegaba a sentir por las noches, logró canalizar su ansiedad concentrándose en la jardinería; la abuela Alya le había permitido dormir en su habitación de herramientas en el jardín trasero para que los clientes comenzaran a llegar con normalidad y no los ahuyentara con su presencia. Todo inició cuando poco a poco le llamó la curiosidad cómo Briel y los gemelos interactuaban con las criaturas que vivían en el jardín, y aunque todo su interés comenzó para poder acercarse a ellos, terminó gustándole de verdad.

Un día en el que arreglaba algunas macetas del jardín en el viejo cuarto de herramientas, ocultó su presencia al ver a Briel acercándose a una criatura extraña de ver en esos tiempos, un hada de las corrientes marinas, por lo que curioso, escuchó con atención la plática entre esos dos.

-Eyre, ¿qué te trae por aquí? -Briel extendió sus brazos y la pequeña criatura se paró justo en las palmas de sus manos.

-¡Gin Jelly! Tenía ganas de verte.

El dragón estaba lleno de dudas, pues no entendía cómo el pelinegro había podido entablar una conversación con seres tan antiguos.

"¿Gin Jelly? ¿esos seres tan raros? Sé que es una pequeña criatura que solo aparece en los ojos de agua y viven en el reflejo de la luna, regularmente solo se dejan ver en ocasiones muy especiales, entonces... ¿por qué esa hada lo llama así? "

Con un gesto que mostraba felicidad, el chico respondió al saludo -Yo también tenía ganas de verte, el próximo invierno iré a nadar con Lotán, no seas tan dormilona, si permaneces despierta tal vez podamos nadar juntos, pero... te veo un poco apresurada, ¿qué pasó?, ¿a qué se debe tu visita?

Eyre era el familiar de Lotán, por lo que conocía muy bien al humano que había conquistado el corazón de su amo, sin embargo, ella también le había agarrado un cariño muy especial, por lo que no dudó en acudir a él ante el problema que se les había presentado.

-Ay Gin Jelly, Lotán me pidió que no te dijera nada, pero no quiero que Kairi muera...

-¿Kairi? ¿esa salamandra de agua volcánica?

-¡Sí! Dormiste sobre su lomo por 7 días y 7 noches para que tu alma pudiera descansar antes de unirse a tu cuerpo.

-¡Oh, es verdad! Entonces... ¿qué pasa con ella?, ¿está enferma?

-¡No! No es eso, es que...- Sintiendo un poco de remordimiento, avergonzada bajó su mirada.
- Hace unos días le pedí que me acompañara al bosque para recoger unas piedras blancas muy lindas que podía poner en su cueva, pero... caímos en una trampa de cazadores humanos, y... porque ella me defendió... la lastimaron mucho... el señor Lotán llegó a tiempo para ayudarnos, pero, aunque ya recibió tratamiento por parte del amo, aún no despierta y sigue débil... por eso yo... te quería pedir que... me dieras un poco de tu sangre. Sé que él se enojará conmigo si se entera, pero no quiero que Kairi muera... me sentiría muy sola sin ella.

Apunto de salir para matar al hada, el moreno se contuvo al ver que Briel la acarició tiernamente y la colocó sobre los arbustos.

Mostrando una amable sonrisa bajó hasta la altura donde había colocado a la pequeña criatura y le dijo. -No tienes porqué sentirte mal Eyre, yo también haría lo mismo que tú, así que no te preocupes, te ayudaré, ¿puedes crear una burbuja que puedas transportar en el aire y sea resistente?

Cubierta de pequeñas lágrimas, la criatura asintió repetidas veces, creó una burbuja del tamaño de las palmas del humano y la suspendió en el aire frente al chico.

El amante del dragónWhere stories live. Discover now