Capítulo XXXVIII - Reencuentros como tormentas primaverales

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El corazón del humano comenzó a tornarse más cálido, y esa oscuridad que abrumaba su mente desapareció al empezar a reconstruir la relación con sus pequeños hijos. Al cuidarlos, jugar con ellos, ser su maestro, desvelarse y angustiarse si llegaban a enfermarse, además de aprender a controlar su maná para poder utilizar hechizos de protección, provocó que los niños dependieran más y más de su madre, hasta el punto de hacer rabietas si se alejaban de él.

El tiempo transcurrió, y los cambios se hicieron aún más evidentes...

Durante el primer año y dos meses, los gemelos pronunciaron su primera palabra "mamá".

En el segundo año empezó a regularizarse su maná y comenzaron a mostrar rasgos de dragón, como pequeñas escamas en ciertas partes del cuerpo, y afilados colmillos (Briel dejó de amamantarlos al año 8 meses porque los gemelos comenzaron a lastimarlo).

Al tercer año sus alas empezaron a desarrollarse, y eran visibles cuando pasaban por sensaciones fuertes.

Finalmente, al cuarto año, aprendieron a volar...

La tranquilidad ahora era parte de sus vidas, por lo que... erróneamente pensaban que no existiría ninguna alteración en el flujo de su continuidad, hasta que un día de primavera en el que la brisa era fresca y el aire olía a hierbas silvestres en plena floración...

Todo cambió.

Briel, Giri y los niños habían decidido ir a explorar la montaña para recolectar algunos ingredientes especiales para la cafetería.

-¡Mira mami! ¡Mira! ¡Puedo volar más alto con Yue!

Como de costumbre, los gemelos estaban llenos de alegría y no dejaban de jugar.

-Kin... Yue... no vuelen tan alto que ya saben que mami no puede volar como ustedes y protegerlos en el aire, quédense a una distancia en la que Giri o yo podamos alcanzarlos.

Kin sujetó la mano de Yue y haciendo pucheros, contestó...

-¡Mami! Yue quiere hacer ¡flush! como yo...

-No más piruetas, la última vez terminaron mareados y sin poder comer por más de un día por las náuseas, mejor sigan volando sin hacer travesuras, o sino haré que Giri los haga caminar.

-¡Ay mami! No nos vamos a enfermar, ¿verdad Kin?

-¡No! ¡Somos fuertes como tú mami!

-Mis nubecitas necias, hagan caso o no les daré raspados de frutos rojos de merienda, ¿entendieron?

De golpe, ambos niños comenzaron a portarse como angelitos, y al unisonó respondieron a la sutil amenaza.

-No... no mami, no haremos flush...

Enternecido por las palabras de sus pequeños, Briel empezó a reír, y minutos después, llegaron a su destino a mitación de la montaña.

Al verificar la zona de reojo, colocó una barrera para proteger a los gemelos y empezó a preparar sus herramientas para comenzar a recolectar los ingredientes especiales que la abuela Alya le había encargado para la comida de temporada que prepararía Orion.

Cuando se aseguró que no habría problema, les indicó a los gemelos que no se alejaran tanto y que bajaran si veían algo que les diera miedo. Las horas transcurrian, y a los gemelos no se les bajaba la energía ni un poquito, por lo que seguían jugando en los aires, sin embargo, unos segundos en los que Briel desactivó la barrera para poder ampliar su búsqueda, un grito hizo que se le helara la sangre.

-¡Mami! ¡Mira! ¡podemos volar más alto como las hadas del jardín!

-¡Mami! Kin me enseñó a hacer ¡pium!

El amante del dragónWhere stories live. Discover now